Lula mueve ficha para salvar a Dilma Rousseff
El PT trata de reducir los daños tras la marcha de su principal socio en el Gobierno brasileño para conservar una mayoría que evite el juicio político
Decidida a pelear hasta el final contra su destitución, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, procura conservar el respaldo de los partidos más pequeños de su coalición a cambio de cargos en el Gobierno en las plazas vacantes que deja la decisión del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de abandonar la alianza.
El opositor Partido por la Social Democracia Brasileña (PSDB), presidido por el senador y excandidato presidencial Aecio Neves, declaró que el Gobierno de Dilma Rousseff «se acabó». «La salida del PMDB cierra la tapa del cajón de un gobierno moribundo que no reúne condiciones mínimas para recuperar el crecimiento económico, generar empleo y mejorar las condiciones sociales», dijo.
No obstante, Rousseff sigue en la lucha. Consciente de que la retirada del PMDB en plena crisis política podría desatar una estampida de aliados -tentados a acercarse a un eventual gobierno de transición que encabezaría el vicepresidente Michel Temer, del PMDB-, Dilma les pidió tiempo hasta el viernes. Las agrupaciones mantienen la cautela y escuchan las ofertas.
El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, asesor informal de Dilma Rousseff desde que se le impidió asumir la jefatura de la Casa Civil por causas judiciales, negocia a contrarreloj para que el PP, el PR, el PSD, el PRB y otros partidos acepten apoyar a Dilma contra el juicio político a cambio de puestos, incluyendo ministerios.
El PMDB, que era el principal aliado del Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma y Lula, tenía siete ministerios y otros 580 cargos. El martes la agrupación anunció su retirada. Sin embargo, el vicepresidente -y titular del PMDB- se queda, con la mira puesta en suceder a Rousseff, y algunos otros parece que también persiguen ese propósito.
Al menos tres ministros del PMDB estuvieron presentes ayer en un acto realizado por la presidenta para anunciar una nueva fase de su plan de viviendas, una señal de apoyo a Dilma Rousseff y de rebeldía ante el PMDB. Otro ministro, en cambio, ya renunció.
«Un golpe»
Durante el acto, Dilma Rousseff reiteró que el 'impeachment' es «un golpe» porque no se basa en un delito de responsabilidad. El proceso ya comenzó en la Cámara Baja, donde una comisión analiza si hubo delito en las maniobras fiscales realizadas por el Gobierno para maquillar el déficit fiscal.
A mediados de abril, la decisión de la comisión se sometería al plenario, donde una mayoría especial de dos tercios debería votar contra Dilma Rousseff para que el juicio continúe en el Senado. Lejos de darse por rendido, el Gobierno trabaja para lograr los 172 votos -sobre 513- necesarios para frenar el 'impeachment'. Lo que se necesita ahora es tiempo para alcanzar ese número.
El senador del PT, Lindbergh Farias, aseguró que Lula está trabajando en «una nueva base parlamentaria» para respaldar a su sucesora. El jefe de Gabinete, Jacques Wagner, admitió que «podría haber un nuevo gobierno». «La decisión del PMDB llega en buena hora porque le ofrece a la presidenta una oportunidad de repactar su gobierno», señaló. «Sale un socio importante y abre un espacio para la reconstrucción», confió Wagner.