Las verdades de la crisis: somos incorregiblemente incompetentes

De "las diez verdades que nos nos resistimos a aceptar de la crisis en España" ha habido una que los[…]

De "las diez verdades que nos nos resistimos a aceptar de la crisis en España" ha habido una que los lectores han subrayado especialmente: la necesidad de aumentar la  responsabilidad y competitividad para que nuestra economía recupere un mínimo impulso poniendo al cliente en el centro de la preocupación de toda empresa.

Sin embargo, este compromiso es más difícil de asumir de lo que parece en una sociedad que ha tenido una economía de muy fuerte crecimiento y una demanda de productos y servicios, a veces, desmesurada. Cualquier cosa se vendía y colocaba al margen de su calidad y ello ha creado un hábito lamentable que será muy difícil de corregir. Valgan estos dos ejemplos:

A menudo, suelo pedir a una empresa de pizzas que me haga llegar a mi despacho un pedido para comer y perder el menor tiempo. Pues, de los últimos diez pedidos, en cinco se han equivocado, lo que ha ocasionado tener que hacer dos viajes o, como en uno de los casos, dejarme al precio de un menú, tres menús con sus correspondientes coca-colas.

El jueves pasado llamé a una empresa de televisión porque no podía ver los distintos canales de la cadena. Había servicio de atención al cliente porque era fiesta en Madrid, pero no en la mayoría del resto de España. Una persona tomó mi queja y me anunció que ese mismo día el servicio técnico se pondría en contacto conmigo. Ni el jueves, ni el viernes, ni tampoco el lunes tuve la llamada prometida. Obviamente, se habían tomado el puente y, probablemente, el lunes tenían una acumulación de quejas. Cuando a última hora del lunes insistí en la llamada, recibí la misma justificación que utilizan los bancos para disculparse por una comisión mal cobrada: la culpa la tiene la informática. Al parecer, desde el jueves al sábado el sistema informático borró todos los avisos. Hizo también puente.

Lo peor de todo es que mi problema con la antena de televisión había sido causado por un técnico de la misma cadena al hacer una instalación para otro vecino.

Así no tenemos ninguna posibilidad de competir en el exterior, de lograr que se recupere el Producto Nacional Bruto, el valor de todos aquellos productos que creamos y todos los servicios que realizamos. No es admisible que todo nos lleve el doble de tiempo por falta de atención, de responsabilidad, de profesionalidad...

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