La presión sobre Trump por corrupción acerca la amenaza del 'impeachment'

La amenaza de destitución ('impeachment') flota en el ambiente tras el escándalo de Paul Manafort y Michael Cohen, pero no es fácil y haría falta una mayoría demócrata en el Congreso porque las pruebas aún no son contundentes. 

La presidencia de Donald Trump se acerca al precipicio con el durísimo doble golpe legal asestado por las condenas casi simultáneas de dos de sus exasociados, Paul Manafort y Michael Cohen, por delitos fiscales y bancarios. Aunque Trump no aparece en los documentos de las acusaciones de ninguno de los dos casos, las implicaciones legales y políticas marcan el momento más grave de su mandato y abren la puerta a una posible imputación y/o una moción de censura en el Congreso ('impeachment').

En una extraña coincidencia judicial, el ex jefe de campaña Paul Manafort recibió la noche del martes una condena por 8 cargos de fraude bancario y fiscal, mientras otro tribunal escuchaba la confesión de culpabilidad del antiguo abogado personal de Trump Michael Cohen, en la que inculpaba a su exjefe de violar la ley de financiación de campaña, un delito federal.

La condena a Manafort establece una relación con Rusia y refuerza el argumento de la colusión -un pacto ilícito con daño a terceros- de la campaña del candidato republicano con un país extranjero para ganar las elecciones. Los problemas legales del exlobista de los intereses rusos en Ucrania y colaborador de varios dictadores en todo el mundo apenas han empezado, ya que tendrá que enfrentarse a un nuevo juicio por otros diez cargos en los que el jurado no llegó a un veredicto.

Más dramática es la confesión del exabogado personal de Trump, Michael Cohen, que implicó directamente al presidente como conspirador en un delito de violación de la Ley de Financiación de Campañas. Cohen, condenado por 8 cargos de fraude fiscal y bancario, dijo bajo juramento que actuó a las órdenes de su entonces jefe al comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels y de la modelo de Playboy Karen McDougal, con el propósito de influir en las presidenciales de 2016. Con esta admisión, Cohen reconoció gastos secretos de campaña que violan la ley electoral.

Silencio republicano

Los documentos de la acusación de Cohen señalan que la compañía inmobiliaria de Trump autorizó pagos de hasta 280.000 dólares (242.000 euros) para evitar que se hicieran públicas las aventuras extramaritales del candidato con las dos mujeres. El abogado los abonó y luego presentó facturas falsas a la corporación que fueron reembolsadas poco después de la toma de posesión del presidente.

Ambas condenas, derivadas de la investigación de Robert Mueller sobre la interferencia de Rusia, suponen una victoria para el fiscal especial que, acusado de desatar una «caza de brujas», vive bajo una fuerte presión por parte de los partidarios del mandatario. Son ya cinco los 'hombres del presidente' en los tribunales por corrupción y delitos fiscales

La clave del drama se centra ahora en una posible colaboración de Cohen con la investigación de Mueller. Aunque la especulación crece por momentos, nadie sabe si hay o no un pacto con el fiscal especial, dado el carácter secreto de este tipo de acuerdos para proteger de interferencias la investigación. Sí es pública la insistencia del abogado de Cohen, el respetado demócrata Lanny Davis, en que su cliente estaría encantado de hablar con Mueller. Davis sigue jugando las cartas de su estrategia legal en público y en privado sobre la base de cimentar la nueva conversión a la honestidad de su cliente para apuntalar su falta de credibilidad.

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Con su confesión de culpabilidad Cohen conmutó lo que podrían haber sido hasta 50 años de cárcel, además del calvario del juicio para él y su familia. Ahora podría recibir 5 años de condena que se reducirían a uno si colabora con el fiscal.

El presidente Trump, que acusó a Cohen de traidor y alabó la lealtad de Manafort, declaró en una entrevista con el canal ultra Fox que los pagos no llegaron de la campaña sino de él directamente, en flagrante contradicción con la confesión de su exletrado. Los republicanos guardan un silencio ominoso mientras cunde el pánico en los Estados más disputados en las legislativas de noviembre. Los demócratas cuentan con munición para frenar la ratificación del candidato al Supremo, Brent Kavanaugh, y desplegar la ofensiva para consolidar victorias electorales aún complicadas en 'territorio Trump', donde los problemas del presidente no parecen resquebrajar la fe de sus seguidores.

La amenaza del impeachment

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El caso de que un presidente pueda ser llevado a juicio es un objeto de disputa legal. Dado que goza de inmunidad mientras sirve en el cargo y técnicamente no se le pueden atribuir delitos, el caso de una imputación requeriría un voto del Supremo para autorizarla.

En el escenario político, una posible moción de censura por conspirar con Rusia para ganar las elecciones necesitaría una mayoría demócrata en el Congreso para llevar a cabo el 'impeachment' (destitución). Para ello, el partido de Hillary Clinton debería ganar en noviembre en la Cámara de Representantes y en el Senado.

Con los datos que se conocen, la base de una potencial acusación contra el presidente no cuenta aún con pruebas contundentes para sostener el caso. Con gran parte de la investigación de Mueller bajo secreto, la posibilidad de una imputación es materia de especulación. En otro posible escenario, Cohen podría obtener inmunidad por parte del fiscal especial y del Congreso demócrata, lo que garantizaría un caso sólido en la moción de censura.

Los paralelismos con Richard Nixon no escapan a nadie, particularmente en Washington entre una generación que creció bajo el escandalo de la debacle del 'Watergate'. El caso de Trump es mucho más serio porque es la primera vez en la historia en que un acusado por las autoridades federales inculpa a un presidente de un delito grave durante su mandato.

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Por su parte, los numerosos enemigos de Trump desfilan por los debates de los medios golpeando los clavos argumentales del ataúd presidencial. Entre ellos, el abogado de Stormy Daniels, Michael Avenatti, reivindicado por las condenas de los exasociados del presidente y que se ve como aspirante demócrata a la Casa Blanca para 2020. Para ello habrá que esperar todavía al acto final del drama de Trump.

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