La libra egipcia vuelve a vestirse de billete en un clima de crisis

Desde hace varias semanas y tras años en forma de moneda, la cada vez más devaluada libra egipcia ha vuelto[…]

Desde hace varias semanas y tras años en forma de moneda, la cada vez más devaluada libra egipcia ha vuelto a vestirse de billete para las cantidades iguales o inferiores a una libra (casi 9 centavos de dólar) en un contexto económico marcado por la crisis y la escasez de divisa extranjera.

"Es algo que tiene que ver con el coste. (El metal de) las monedas tiene un mayor coste que el papel de los billetes", dice a Efe el economista del centro de estudios Carnegie de Oriente Medio, Amer Adly.

El profesor de Economía de la Universidad de El Cairo, Mustafa Kemal, va más allá: "Hacer una moneda de metal de una libra vale más que una libra".

Sea como fuere, se trata de una decisión gubernamental que ha hecho que las carteras egipcias vuelvan a lucir llenas de papel, al unirse los billetes de 25 y 50 piastras (céntimos) y la libra, a los de cinco, diez, veinte, cincuenta, cien y doscientas.

La mayoría de los actuales billetes en circulación han sido rescatados del olvido, ya que solo a partir de este mes el Banco Central ha comenzado a emitir nuevas series.

Frente a la multiplicación de los billetes fraccionados, los egipcios cuentan cada vez menos en sus manos y sus cuentas bancarias con dólares estadounidenses, principal moneda extranjera de referencia.

En el último año, un dólar ha pasado de valer 7,61 libras egipcias a 8,88.

Las reservas de divisas se situaron en mayo en 17.521 millones de dólares, un ligero aumento respecto a los meses anteriores, pero muy por debajo de los 36.000 millones que había en las arcas antes de la revolución de 2011, cuando la economía egipcia, al igual que su régimen, se vio golpeada.

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Para Adly, la principal razón de esta situación es la enorme factura de importaciones que tiene Egipto, "que alcanza los 64.000 millones de dólares al año".

Asimismo, Kemal añade la caída drástica de turistas en los últimos años.

"Los ingresos del turismo han caído, también han bajado las remesas de divisas de los egipcios que viven en el extranjero, y ha crecido la gran diferencia entre el valor de lo que importamos y de lo que exportamos", explica el profesor.

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Esta falta de divisas tiene "un impacto muy malo" en la recuperación económica del país, señala Adly.

"A esto se añade que los inversores extranjeros están reticentes a poner su dinero en la economía porque no están seguros de poder recuperarlo. Impacta en la capacidad de crecimiento de la economía y de esta para atraer capital extranjero", indica el economista de Carnegie.

Además, esta situación "aumenta la tasa de inflación".

"Es una combinación de más recesión y de una inflación más alta. No es exactamente estanflación pero está definitivamente afectando a la economía egipcia, teniendo en cuenta que esta lleva decreciendo desde hace cinco años", continúa Adly.

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Pese a este contexto, ninguno de los dos expertos teme que los egipcios puedan sufrir un "corralito" como en Argentina en 2001.

"El gran problema de Egipto son las importaciones, no es con las obligaciones externas. No es que Egipto tenga que pagar mucho dinero por sus créditos, sino que tiene que pagar mucho dinero para asegurar las importaciones básicas", indica.

Para él, "la solución es reducir las importaciones, aunque el problema es que esto se traduce en más recesión y paro".

Por su parte, Kemal apunta que los préstamos que recibe Egipto, sobre todo de los países del golfo Pérsico, así como un reciente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pueden actuar como escudos ante ese "corralito".

Sobre la cada vez más fuerte presencia del Ejército en la economía y sus posibles consecuencias en la libre competencia, Kemal sostiene que "definitivamente existe esta sensación de que el Ejército se está expandiendo demasiado".

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"Por otro lado, el Ejército confía en las compañías del sector privado como subcontratantes", añade Kemal.

Por su parte, el economista de Carnegie puntualiza que, pese a que "la presencia cada vez mayor del Ejército en la economía es mala", este "no se está expandiendo en todos los sectores", sino que se está centrando en la construcción y el sector inmobiliario.

"Pero claro, si tienes un Ejército con ese apetito económico, eso crea un ambiente que no es muy amistoso para la competencia en general", añade.

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