La crisis más grande jamás contada

 La crisis financiera, junto con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, han puesto en evidencia las carencias del modelo de[…]

 La crisis financiera, junto con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, han puesto en evidencia las carencias del modelo de crecimiento económico de España. Tal es la magnitud del problema al que nos enfrentamos que los principales economistas del país, como Ramón Tamames, Emilio Ontiveros o Juan Velarde ven el futuro muy negro.

En un encuentro sobre la "La crisis financiera internacional y su incidencia en España" organizado por Atos Origin estos ilustres economistas coincidieron en señalar en la necesidad de cambiar el patrón económico si queremos remontar una crisis que tiene visos de convertirse en la más importante de la historia de nuestro país. Una situación que incluso a ellos, estadistas reconocidos, les ha superado.

Lo cierto es que al final España se ha visto más afectada de lo previsto por la excesiva dependencia en el petróleo y en la energía y por un patrón de crecimiento basado en los servicios y en la especulación con el suelo y el ladrillo.

Para salir de este pozo, proponen solucionar el estrangulamiento financiero y reactivar la construcción. Pero se trataría tan solo de un parche, ya que permitiría que España lograse crecer entre el 1 y el 1,3% en 2010 y 2011, cifras insuficientes para reabsorber la terrible masa de parados que habrá para esta fecha (se situará en el 15% de la población). Para crear empleo, la maquinaria debería funcionar a entre el 3 y el 4%.

Incluso las cifras más bajas parecen imposible. Aunque el Euribor bajase 2,5 puntos básicos como predicen con los futuribles recortes de interés, será muy difícil que se logre "colocar" el stock de un millón de viviendas, productos terminados, que siguen sin venderse y sin potenciales compradores a la vista.

Por este motivo, el cambio de modelo económico se convierte, no en necesario, sino además en urgente. Hay que invertir en política industrial si queremos evitar que se produzca la desindustrialización y deslocalización que estamos viviendo en el sector del automóvil y que han provocado un reguero de EREs.

Hay que potenciar la flexibilidad y productividad y adoptar una cultura del esfuerzo. De lo contrario entraremos en un bucle sin salida.

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