¿Haberlas, haylas?

Este pasado fin de semana he estado en Ávila. Como buena abulense no podía perderme el Mercado Medieval, cita que se repite todos los años la primera semana de septiembre.

Durante siete días la ciudad da un salto en el tiempo y por las calles conviven en armonía caballeros templarios, damas de la corte, peregrinos del camino de Santiago, comerciantes, judíos y mozárabes y lo que es más importantes el bullicio da vida a la ciudad.

Porque todo el que conozca Ávila sabe que es una ciudad pequeña y encantadora y que ha sido golpeada por la crisis como la que más. Comercios cerrados, pisos en venta, planes urbanísticos que duermen a la espera de despertar en tiempos mejores en el fondo de un cajón y una industria que sobrevive a duras penas.

Nissan tiene en la pequeña ciudad amurallada una fábrica que ha ido viendo como se reducía su producción, lo que le ha llevado a plantear un ERE. Y es la Escuela de Policía lo que sostiene en parte comercios y hostelería.

Por eso fue una gran alegría ver como el Mercado Medieval atraía a cientos de turistas. Tantos que apenas se podía andar. Los puestos estaban repletos de curiosos y allí donde miraba había gente comprando, bebiendo o comiendo, una magnífica noticia para comerciantes y hosteleros. Por un momento la tan manida crisis que nos viene azotando desde hace dos años parecía olvidada.

Pero sólo eso "parecía" y fue suficiente llegar a un puesto gallego. Allí vendían brujas que atraían o conservaban, dinero, amor, amistad, salud...y fue echar un simple vistazo para volver a la dura realidad. De cerca de 20 brujas por temas, sólo quedaban tres del trabajo. Ni amor ni salud ni dinero, que inexplicablemente quedaban todas, habían tenido éxito. Así, que por si acaso, yo también compré una bruja para tener suerte en el trabajo.

Qué le voy a hacer: según el CIS el trabajo es la principal preocupación de los españoles.