Europa: 774.000 millones después, todo sigue igual

El BCE activó hace un año el 'QE', un histórico programa de compra de deuda pública que de momento no ha colmado las expectativas

La Europa institucional es un mar de siglas y el BCE, su buque insignia. QE. 'Quantitative Easing'. Apenas dos letras que esperaban acabar de un plumazo con la crisis secular en la que lleva inmersa la Eurozona desde 2008. Apenas dos letras con las que hemos convivido en el último año y que supusieron un salto al vacío del hasta entonces conservador Banco Central Europeo. QE: compra de deuda pública a mansalva, sin tapujos, sin corsés alemanes. Mario Draghi tiró la casa por la ventana, pero sigue sin ser suficiente. Sí ha tenido efectos positivos, cierto, pero ni mucho menos los esperados, como coinciden todos los expertos y evidencia una inflación que en febrero cerró al -0,2% cuando el objetivo del BCE es que esté por debajo pero lo más próxima posible al 2%.

«Nadie esperaba que los precios del petróleo cayesen un 30% entre septiembre y diciembre», justificó el vicepresidente de la institución, Vitor Constancio, quien recordó que el escenario sería caótico sin la actuación del BCE: la inflación en 2015 habría sido del -0,33% y el crecimiento de la Eurozona, ya de por sí raquítico (1,6%), casi 7 décimas inferior. Sí, pero todos esperaban muchísimo más, incluido el propio BCE, que la semana pasada volvió a dar un puñetazo encima de la mesa bajando tipos, penalizando la facilidad de depósito, anunciando nuevas barras de liquidez para los bancos condicionadas a que el dinero se traduzca en más préstamos (TLTRO 2) o ampliando el programa de compras de 60.000 a 80.000 millones mensuales (aquí entra tanto la deuda pública como los programas de adquisición de cédulas y titulizaciones, que entraron en vigor a finales de 2014 y que ya suman 175.000 millones).

En total, sumado esto y el QE, el paquete comprado es de 774.000 millones hasta febrero, un volumen superior por ejemplo al PIB de Holanda, la quinta potencia del euro. Eso sí, no suponen aún ni la mitad de lo que el BCE pretende adquirir hasta marzo de 2017. Primero se habló de 1,14 billones, luego se amplió a 1,5 y la semana pasada se elevó a 1,72 billones. Y quién sabe si 'Súper Mario' se verá obligado a seguir engrasando la maquinita de inyectar dinero.

¿Ha funcionado el programa del QE? Sí y no. Como explica Joaquín Maudos, catedrático de Economía de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie, se ha producido una caída del tipo de interés del bono a 10 años de 48 puntos básicos de media en la Eurozona y de 69 en España; una depreciación del tipo de cambio euro/dolar del 12%; una caída del coste de la emisión de deuda bancaria y una reducción del coste de la emisión de deuda de las empresas. «Es evidente que las medidas del BCE han sido claves para la reducción del coste de la financiación», remarca.

Sin embargo, hay un pero. El crecimiento no ha vuelto y la inflación sigue estancada. «Las medidas no convencionales han llegado al límite de su efectividad. Si ahora no se reactiva la demanda con una política fiscal expansiva en aquellos países que están en condiciones de hacerlo, como Alemania, me temo que se ha agotado la eficacia del BCE», advierte.

Toque de Draghi a los líderes

Una opinión que comparte Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University e investigador de Funcas. Asegura que este tipo de medidas han servido para «dar respuesta a las necesidades más urgentes del mercado», pero alerta de que «es difícil esperar que produzcan efectos significativos sobre la economía real». «El problema es que los mecanismos de transmisión están atrofiados. El BCE trata de que los bancos presten, pero los márgenes que pueden obtener a los tipos actuales son demasiado exiguos en relación al riesgo que deben adoptar. Además, la regulación penaliza cada vez más ese riesgo. En definitiva, esta parece una 'patada a seguir' bastante intensa pero no una respuesta de fondo a los problemas europeos», describe. ¿Qué hacer? «Es hora de los gobiernos europeos, que debería llegar mediante una adecuada coordinación fiscal, que hasta ahora no se ha observado».

Así lo advirtió el propio Draghi en su comparecencia del 10 de marzo y así se lo repitió a los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre celebrada el jueves en Bruselas. Inversiones productivas, estímulos fiscales, reformas estructurales... Valentía política, responsabilidad.

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A falta de respuestas políticas, en el debate económico ya ha comenzado a sonar con fuerza el 'helicopter money' ('el helicóptero del dinero'). Se trata de una teoría del Premio Nobel Milton Friedman que consiste, 'grosso modo', en darle dinero directamente a la gente para que gaste, para que se estimule el consumo y con él la inflación. ¿Cómo? Directamente a través de una transferencia en su cuenta o hacerlo vía tributaria. No es descabellado. Prestigiosas firmas como Martin Wolf, del 'Financial Times', ya han comenzado a hablar de ello. La respuesta del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha sido un sonoro 'nein' (no).

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