¿Está la economía mundial despertando con la primavera?

En el hemisferio norte la primavera ya se percibe claramente, por lo menos en la naturaleza, donde todo brota y[…]

En el hemisferio norte la primavera ya se percibe claramente, por lo menos en la naturaleza, donde todo brota y florece, mientras que el ambiente de la economía era hasta ahora más bien frío. De ahí el escepticismo con el que los inversores contemplan la recuperación bursátil registrada desde principios de año. Una recuperación que se había visto alentada no solo por los gorjeos «de paloma» emitidos por los bancos centrales, es decir, por los llamamientos a reorientar sus políticas monetarias en un sentido más acomodaticio, sino también, en menor medida, por la pérdida de impulso del crecimiento y los beneficios empresariales, al irse agotando la recuperación.

A medio plazo, las «palomas» de la política monetaria no podrán, por sí solas, conseguir que los mercados bursátiles exhiban un optimismo sostenible. Por lo menos no hasta que en los indicadores económicos se refleje el despertar de la primavera y los mercados queden libres de incertidumbres políticas.

Sin embargo, es justamente al inicio del «mes florido» cuando parece que aumenta el número de indicadores «en verde», con:

1.- Una economía mundial que sigue el ejemplo de la naturaleza. Indicadores adelantados determinantes, como los índices de los gestores de compras mundiales, han dado muestras recientemente de que tocaban fondo. En China, segunda mayor economía mundial, parece que las medidas de política fiscal y monetaria están, por fin, surtiendo efecto. Es previsible que esto influya positivamente no solo en toda la región asiática, sino también en las economías exportadoras de la zona del euro. Ahora bien, al mismo tiempo no debe perderse de vista el reciente encarecimiento del petróleo, con su posible efecto de lastre sobre un consumo que hasta ahora se había mantenido firme, gracias a la solidez de los mercados laborales y al crecimiento salarial.

2.- En lo que se refiere a algunos escollos políticos importantes, o bien se vislumbra una relajación de las tensiones (la guerra comercial entre China y EE. UU.) o por lo menos los riesgos inmediatos se han despejado por ahora (aplazamiento de la fecha tope del Brexit hasta el 31 de octubre de 2019). Ya sea por Twitter o por vías convencionales, la existencia de un diálogo sostenido entre Washington y Pekín constituye, precisamente para la industria manufacturera orientada a la exportación, un requisito importante para que acabe la fase de debilidad.

En resumen, parece muy posible que se produzca un (re)florecimiento a corto plazo de este pequeño brote de vigor económico, aunque todo indica que la bonanza económica mundial, mantenida durante casi diez años, ha pasado ya su techo y persisten los riesgos de crecimiento a medio plazo. Nuestros modelos de recesión de la economía estadounidense, estructurales y basados en los mercados financieros, muestran actualmente una probabilidad de recesión del 30-35 % en el plazo de un año. En cambio, si nos basamos en nuestro cálculo cíclico a corto plazo, el riesgo para los próximos seis meses se sitúa en tan solo el 6 %.

¿Qué significa esto para las decisiones de inversión?

Una mejora temporal de los datos macroeconómicos no sería suficiente, por sí sola, para poner en tela de juicio el escenario básico de una desaceleración económica en el fin de ciclo. Seguimos previendo un potencial de rentabilidad de mercado («beta») más moderado que en los últimos diez años, a la vez que mayores fluctuaciones del mercado. Se trata de un entorno en el que tanto la asignación activa del patrimonio, que abarca las distintas clases de activos, como la selección activa de valores, revisten una importancia cada vez mayor para los inversores.

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En todo caso, los próximos meses podrían ser un periodo favorable para las clases de activos de mayor riesgo. La actitud más tranquila de los bancos centrales, combinada con una mejora del impulso del crecimiento y unos riesgos bajos de recesión a corto plazo, se contrapondrían a la actitud (todavía) cautelosa de los inversores. Haya llegado o no la primavera, parece que debe imponerse la gestión activa.

Ann-Katrin Petersen , estratega de inversión en Allianz Global Investors

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