El futuro liderazgo político de Nicaragua está en las cárceles de Ortega

El futuro liderazgo político de Nicaragua está encerrado hoy en las cárceles del Gobierno del presidente Daniel Ortega, por lo[…]

El futuro liderazgo político de Nicaragua está encerrado hoy en las cárceles del Gobierno del presidente Daniel Ortega, por lo que la liberación de los presos políticos es el primer paso para construir una alternativa válida al régimen sandinista, según el activista exiliado Félix Maradiaga.

El prominente opositor y académico se vio forzado a abandonar su país luego de que un juez dictara una orden de arresto en su contra por acusaciones de financiación de "actividades terroristas", definición que las autoridades han utilizado para las protestas ciudadanas que reclaman desde hace casi un año la salida de Ortega.

En Ginebra, Maradiaga ha sido uno de los oradores de la Cumbre por los Derechos Humanos y la Democracia que organiza cada año un selecto grupo de ONGs que militan por esta causa y que buscan exponer los casos más emblemáticos de persecución contra activistas de distintas partes del mundo, estén en libertad o en cautiverio.

Ortega, en su afán por apagar las protestas y ahogar a la disidencia, ha encerrado a varios de sus líderes más destacados, denuncia el defensor de los derechos humanos, quien en una entrevista con Efe explica que por esta razón la oposición tiene un acuerdo tácito de aplazar la discusión sobre quién la representará en caso de elecciones.

"Hay muchos nombres, pero el consenso que tenemos es no iniciar una discusión abierta al respecto mientras no se libere a los presos políticos porque muchos de los rostros y voces más esperanzadoras están en la cárcel", asegura.

El gobierno ha ofrecido como máxima concesión que liberará a los presos de conciencia en un máximo de 90 días, lo que la oposición en conjunto considera un plazo excesivo.

Para Maradiaga "la salida de Ortega por vía de elecciones libres es factible", y dependerá de la decisión que el presidente tome sobre "si quiere gobernar cenizas o aceptar el puente de oportunidad que le ofrece la comunidad internacional".

El analista considera que en este dilema Ortega no está solo porque su colapso implicará también el de su partido político, el de sus allegados y el de su familia, que tienen importantes patrimonios que desean preservar.

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La salida democrática, sin embargo, pasa por construir una opción política creíble en un contexto en el que "a mitad de los nicaragüenses no sabrían por quien votar" si las elecciones fuesen mañana.

"En las mejores estimaciones (Ortega) tiene un 22 % de apoyo y está en sus manos evitar que el colapso sea largo y doloroso. Estoy obligado a ser muy frío en el análisis y a reconocer que nadie individualmente tiene ese respaldo", sostiene Maradiaga.

El régimen se encargó de desmontar los partidos políticos, pero no ha podido silenciar a los manifestantes, pese a la violenta represión, los 325 muertos documentados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (más de 500 según ONG locales), los 642 detenidos en las cárceles y otras 150 personas en arresto domiciliario.

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El analista dice no tener dudas de que Ortega apuesta por una amnistía: "sería irresponsable no admitir que eso es lo que él tiene en mente, pero nuestro rol no es pensar a corto plazo y toda fórmula que incluya algún tipo de impunidad no sería sostenible y llevaría al país a un nuevo ciclo de violencia".

Las reflexiones y denuncias de Maradiaga han sido escuchadas en múltiples foros, desde el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York hasta el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, asumiendo los riesgos que implica ser una de las figuras más visibles de la oposición en el exterior.

Su esposa y su hija comparten su exilio, pero el resto de su familia está en Nicaragua y es vulnerable a las represalias, que ya ha sufrido con "el ataque del régimen a nuestro patrimonio", aunque confiesa que cuando mira alrededor incluso agradece "que seguimos con vida".

Las obvias amenazas no lo amedrentan y el activista -ganador de varios reconocimientos internacionales-, no sólo está decidido a seguir en la lucha, sino a regresar a Nicaragua "en el momento menos esperado, pero más pronto de lo que mucha gente se imagina".

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"Regresaré, sí o sí, y no voy a esperar a que Ortega se vaya para eso", insiste.

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