Charlatanes de feria

Lo que en principio era un ejercicio serio, honesto, responsable y comprometido: publicar un libro con el objetivo de explicar a las víctimas de la crisis económica qué ha pasado y qué medidas son necesarias adoptar para que ningún inversor vuelva a sufrir una situación parecida, ha acabado convertido en algo parecido a una barraca de feria, donde charlatanes de todo tipo de pelaje se dan cita para vender su elixir mágico.

Parece, a tenor de las últimas obras publicadas, que lo único que importa a la mayoría de las editoriales es que el libro esté cuanto antes en el mercado. Y si tiene muchísimas páginas, mejor, aunque sean un refrito infame. Así se cobra más caro. El filón de la crisis económica hay que exprimirlo al máximo, y da igual que el libro se haga de la noche a la mañana, que esté lleno de erratas, que su diseño sea horroroso y, lo que es peor, que no aporte nada.

El caso es recaudar y recaudar aunque los perjudicados por esta crisis sigan sin encontrar respuestas a sus desdichas, porque no tienen otra opción que cerrar el libro en la página 2 y volver a sentirse estafados, como se sintieron meses atrás cuando contrataron productos financieros que no tenían valor alguno.

La desfachatez de algunos de estos autores les lleva a decir en programas de televisión que la solución de la crisis pasa por repartir entre los habitantes de este planeta el dinero que los gobiernos han prestado a los bancos, porque así nos tocaría a cada uno -abrochénse los cinturones por el cálculo-: ¡Más de 100 millones de euros!. Y se quedan tan pancho.

La verdad es que confío en que pase pronto esta insostenible ola de oportunismo barato. Es hora ya de que los profesionales que de verdad están viviendo las turbulencias económicas sobre el terreno y mantienen un contacto directo y permanente con todas las partes afectadas, se animen a escribir la gran obra que todos esperamos sobre la crisis.