Brasil: Dilma enfrenta días clave para la supervivencia de su Gobierno
La presidenta brasileña muestra fortaleza ante sus aliados mientras su principal socio podría decidir mañana abandonar la coalición.
Con los días prácticamente contados en el cargo, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, asegura que va a resistir el intento de destitución porque no cometió ningún delito. «Se pueden quedar tranquilos porque yo aguanto bien la presión», aseguró la mandataria confiada a su círculo íntimo de colaboradores. «Soy resistente», les dijo. La presidenta intenta así transmitir fortaleza a sus allegados para que peleen hasta el final los votos necesarios para frenar el 'impeachment'. Según el diario 'O Estado de Sao Paulo', Dilma procura contener a los aliados, expulsar a los traidores y evitar lo que considera como una «conspiración» de su vicepresidente y socio político Michel Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
La agrupación tiene mañana una reunión cumbre en la que se prevé que va a romper su alianza con el Partido de los Trabajadores (PT). Luego desembarcaría del Gobierno donde tiene siete ministros. Temer, esquiva los encuentros con la presidenta y con el exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, que si bien no pudo asumir el cargo de jefe de la Casa Civil, actúa como un asesor informal de primera línea en el gabinete de crisis. Dilma teme que después de una eventual ruptura con el PMDB se produzca un «efecto manada» de los demás partidos aliados del oficialismo en la Cámara, con los que resulta cada vez mas difícil el diálogo.
La salida del PMDB del Gobierno de Rousseff sería la peor noticia que puede recibir mañana la presidenta, con el proceso de destitución ya en marcha en la Cámara de Diputados. Una comisión de 65 miembros analiza desde hace días las causas planteadas para el juicio político y, si su parecer es aprobado, será el turno del plenario, donde se requieren dos tercios de los votos para que el 'impeachment' avance hacia la suspensión temporaria de la presidenta de su puesto. Rousseff no está acusada por el escándalo de Lava Jato, que investiga los sobornos en Petrobras.
Tampoco por las filtraciones de llamadas telefónicas ni por haber nombrado jefe de la Casa Civil a su antecesor y líder político, investigado por presuntos favores que habría recibido de empresas que pagaron comisiones ilegales a la petrolera para obtener millonarios contratos. La presidenta será juzgada por maniobras para maquillar el desequilibrio fiscal, que incluyen haber tomado un préstamo de bancos públicos para pagar planes sociales.
«Golpe institucional»
«Yo no cometí ningún delito para justificar la interrupción de mi mandato. Lucharé hasta el final», anunció Dilma a sus colaboradores. Como parte de su estrategia de defensa, la presidenta está más concentrada en los medios que en el Congreso, donde actúan sus abogados, con pocas oportunidades de éxito. Rousseff declaró este fin de semana que le piden la renuncia «para evitar el mal trago de tener que echar de manera ilegal a una presidenta elegida». Para la jefa de Estado, el 'impeachment' sin base legal «es un golpe institucional». «Si no hay pruebas contra mí, esto es un golpe», denunció.
La mandataria también se mostró ofuscada con el presidente de la cámara de Diputados, Eduardo Cunha, del PMDB, que es quien lidera el proceso de destitución. Cunha es blanco de seis investigaciones en el Supremo Tribunal Federal, todas por corrupción, y se probó que tiene una cuenta en Suiza de cinco millones de dólares ocultada a sus colegas de la Cámara que lo procesan por «falta de decoro». Dilma no puede entender que, con esos antecedentes, Cunha sea quien vaya contra ella, pese a que él lo había dicho a sus cercanos: «Si caigo, caigo con ella».
La presidenta está confiada. «A mí pueden investigarme del derecho y del revés y no van a encontrar nada», aseguró a la prensa. Y por si fuera poco, la Orden de Abogados de Brasil (OAB) presentará hoy ante el Congreso una demanda de destitución de la presidenta pese a que el pasado noviembre una comisión interna de la OAB recomendó a sus miembros abstenerse de cualquier apoyo al proceso de destitución de Rousseff. Esta demanda menciona, junto al presunto maquillaje de las cuentas públicas, la decisión de Rousseff de nombrar ministro jefe de gabinete a su predecesor Luiz Inacio Lula da Silva, pese a las investigaciones de corrupción que pesan en su contra.El 'impeachment' fue un recurso al que apeló Brasil en 1992 para empujar del cargo al entonces presidente Fernando Collor de Mello, acusado de corrupción. Collor prefirió renunciar cuando el proceso ya había comenzado y fue deshabilitado para ocupar cargos electivos durante ocho años. Dilma asegura una y otra vez que ella no renunciará, a pesar de que parece consciente de que su presidencia tambalea.