Bernanke y sus lecciones a Europa

Los mercados no han reaccionado bien al mensaje del presidente de la Reserva Federal norteamericana, Ben Bernanke. Posiblemente, porque gran[…]

Los mercados no han reaccionado bien al mensaje del presidente de la Reserva Federal norteamericana, Ben Bernanke. Posiblemente, porque gran parte de los inversores esperaban un guiño, una señal, que indicara un apoyo más explícito a la debilitada economía americana. Aunque, quizá, lo que más peso tuvo en el ánimo de los inversores fue la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento de la primera economía del mundo. Y, más allá de su componente cuantitativo, más allá de los números puros y duros, lo que más pudo influir en los mercados fue el ingrediente cualitativo con el que Bernanke aliñó las cifras en una respuesta a una de las preguntas de los periodistas: "Creo que es apropiado atribuir esta ralentización en parte a factores temporales, pero también hay que admitir la posibilidad de que otra parte de este enfriamiento se deba a causas de más largo plazo y que podrían estar operativas todavía el próximo año".

Con ello, Bernanke respondió a una de las incógnitas de los analistas: ¿Es la ralentización económica algo estructural o es coyuntural? Parece que tiene ambos componentes. Y eso preocupa. Sobre todo por la frase que incluyó en la respuesta a otra pregunta: "Tenemos una horrible incertidumbre sobre qué parte de este enfriamiento es temporal y qué parte es permanente". Por eso, inmediatamente dejó ver que está preparado para seguir actuando, que ha aparcado la ortodoxia para siempre, que es un pragmático y que su principal objetivo es mitigar el sufrimiento de los americanos: "Responderemos, como saben, apropiadamente, de acuerdo a las noticias que se sucedan y según cambien las previsiones. Tenemos varias maneras de actuar; ninguna de ellas sin riesgos ni costes. Podríamos, por ejemplo, hacer más compras de activos y estructurarlas de diferentes maneras. Estaríamos preparados para tomar medidas adicionales, obviamente, si las condiciones así lo requieren". Bernanke no ha aparcado su helicóptero todavía. De hecho, quiso dejar claro que, tras el fin del programa de compra de bonos, el QE2, no se producirá un endurecimiento en la política monetaria "al menos" en las dos o tres próximas reuniones, es decir, no habrá ni subidas de los tipos de interés, ni tampoco reducción en el balance de la Fed, lo que quiere decir que seguirá reinvirtiendo el dinero obtenido de los bonos que lleguen a vencimiento. ¿Tomará nota el Banco Central Europeo y decidirá no subir los tipos en julio ante la escalada de la crisis griega? De la compra de los bonos griegos que sugieren algunos analistas para acotar la crisis helena, ni hablamos.

La última pregunta a la que respondió Ben Bernanke en la rueda de prensa posterior a la reunión ordinaria de política monetaria tenía que ver con el mercado inmobiliario. Nos consta que es la principal preocupación para muchos de los que forman parte del "staff" del banco central que lo siguen considerando el corazón de la crisis estadounidense. Es decir, el principal de los factores estructurales que frenan el crecimiento americano. Probablemente, también Bernanke mismo lo piense, porque dedicó mucho tiempo a la contestación. Y dio detalles interesantes que podríamos interpretar como lecciones para España, un país en el que también se agravan las cifras del "ladrillo": la Fed anima a los bancos, siempre que sea posible, a renegociar con sus clientes las condiciones de las hipotecas y a gestionar de la mejor manera posible sus activos adjudicados. Y, claro, Bernanke, siempre que encuentra una oportunidad, se apresura a describir las bondades de su criticado QE2, el programa de compra de bonos que finaliza, como confirmó ayer, el 30 de junio: con él se ha conseguido que los créditos hipotecarios sean más baratos, con lo que la vivienda ahora es un bien cada vez más accesible para los americanos. Pero, como resaltó ayer, el objetivo final es que los precios se estabilicen: la percepción de que los inmuebles van a seguir depreciándose es uno de los principales motivos que hay detrás de la espiral bajista en la que permanece anclado el mercado inmobiliario estadounidense.

Si en la anterior reunión de política monetaria de la Fed la principal preocupación de los periodistas era la inflación, en la de ayer, hubo varias preguntas relacionadas con la grave situación de endeudamiento de Estados Unidos. También en este capítulo debería tomar nota Europa y el propio Fondo Monetario Internacional en su era post Strauss-Kahn y, por tanto, post-keynesiana. "Sería mejor que no haya una repentina y fuerte consolidación fiscal a corto plazo. Ello no ayudaría mucho a la situación presupuestaria a largo plazo. Sería negativo para el crecimiento", afirmó Bernanke. "No creo que un fuerte e inmediato recorte en el déficit ayude a crear más empleos", añadió. Y sabe de lo que habla: es un estudioso de la Gran Depresión, criticó duramente a Japón, que no supo evitar su década (¿ya dos décadas?) perdida, y está empeñado en no emular ni una ni otra.

Pero el presidente de la Fed sí recomienda a los políticos que vayan pactando un plan de austeridad con vistas al largo plazo "a diez años, por ejemplo, o incluso más allá". De hecho, el verdadero problema para Estados Unidos culmina en el entorno del año 2020, cuando se habrá jubilado ya toda la generación del "baby boom". Y habrá que tener políticas preparadas para responder a ese gran reto.

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