Así es el fundador de Snapchat (y novio de la modelo de Miranda Kerr)
Joven, guapo, multimillonario, de buena familia y listo, muy listo. El fundador de Snapchat es el hombre de moda de Silicon Valley. Y más ahora que su empresa va a salir a la Bolsa.
Su familia había viajado hasta Palo Alto para asistir a la ceremonia. Todos sus compañeros de carrera se iban a graduar y aunque a él aún le faltaban algunos créditos para obtener el título en Diseño de Producto, Evan también quería ser protagonista en la fiesta. Confiando en que se licenciaría en breve, la exclusiva Universidad de Stanford tuvo un detalle con él y su familia: le permitió caminar junto a sus compañeros por el escenario levantado en el estadio de fútbol del campus para recoger el diploma. Nunca terminó la carrera, pero de los que tiraron el birrete al aire esa tarde Spiegel es el que más millones tiene en la cuenta corriente.
La infancia de Evan no puede catalogarse de legendaria. Sus padres, ambos abogados, ganaban más de tres millones de dólares al año. Esto pemitió al mayor de los tres hermanos Spiegel vivir «en una burbuja», como él mismo ha confesado. Nunca le faltó de nada. Creció en una masión de Pacific Palisades, un exclusivo barrio de Los Ángeles, donde tenían hasta un chef personal. ¿Qué le apetecía practicar snowboard? Un helicoptero le llevaba hasta Canadá. ¿Qué necesitaba clases extraescolares? Sin problema, se llamaba a los mejores profesores, a 250 dólares la hora. ¿Qué quería aprender a conducir? ¡Qué mejor que con un Cadillac Escalade! ¿Pero no es mejor uno que respete el medio ambiente? ¡Deseo concedido: un BMW 550i! ¿Que no hay espacio para aparcarlo en el instituto? Papá habla con la empresa colindante para que le dejen meterlo en su aparcamiento y asunto arreglado.
Dijo 'no' a Mark Zuckerberg
Tal vez criarse en la estratosfera de la riqueza ha hecho que a Spiegel no le importe demasiado el dinero. Solo así se explica que fuera capaz de pronunciar la palabra 'no' cuando Mark Zuckerberg le quiso comprar su idea. Y eso que fue insistente.
La primera toma de contacto se limitó a una reunión con fechas y estrategias inmediatas planeadas y diseñadas de forma unilateral por el dueño de Facebook. Sonaba a amenaza, pero Spiegel movió el índice de un lado a otro. La siguiente ya fue un órdago en toda regla. Ni se inmutó. La contestación fue la misma: negativo. No le compensaba arriesgar la trayectoria de una empresa tan prometedora por obtener un beneficio a corto plazo. Valoraba más la libertad que el aroma de los dólares. Rechazar la oferta de 3.000 millones de dólares del dueño de Facebook llamó la atención del mundo entero y puso su nombre en boca de todos. Y, sobre todo, el de su producto.
¿Qué es exactamente Snapchat? Una aplicación móvil dedicada al envío de archivos que permite a los usuarios compartir fotografías, grabar vídeos, añadir textos y dibujos y enviarlos a una lista de contactos limitada. Pero tiene una particularidad muy característica de la generación de Spiegel: la inmediatez. El receptor solo puede ver el mensaje en un máximo diez segundos. Pasado ese tiempo desaparece de la red. Esta función de autodestrucción, que recuerda a los capítulos del Inspector Gadget, responde a una necesidad de fomentar la privacidad en las redes sociales, una polémica que cada vez provoca más debates en la sociedad.