Adiós al Reino Unido tras 60 años en la Unión Europea

Londres activará hoy el 'brexit' y dará paso a una durísima negociación que durará dos años hasta consumar el adiós

Llegó el día. 29 de marzo de 2017, sólo cuatro días después de los grandes fastos romanos conmemorativos del 60º aniversario de una Unión Europea que debe aprender a sobrevivir refundada a 27. Llegó el día. Reino Unido se va. Así lo dijeron sus ciudadanos en un referéndum celebrado el 23 de junio de 2016 y así lo ratificará hoy Theresa May, la primera ministra que cogió el testigo de ese pseudolíder llamado David Cameron, que huyó despavorido tras perder el plebiscito sabedor de la gravedad de la coyuntura. Pero más allá de personajes, esto va de hechos y el 'Brexit' no tiene vuelta atrás. Comienza la cuenta atrás. Tictac, tictac...

Europa se está aficionando en los últimos tiempos a protagonizar demasiados fechas históricas y no, precisamente, para bien. La de hoy lo es por muchos motivos. No sólo por lo mucho que supone Reino Unido, que ingresó en la UE el 1 de enero de 1973, sino porque por primera vez en 60 años y cuatro días de vida, las puertas del club de clubes se abrirán a la inversa: señalando el camino de salida, no el de entrada.

Sucedía como en los aeropuertos. Desembarcas del avión, entras en la terminal, caminas con la maleta y llegas a una puerta automatizada que advierte: 'si entras, ya no hay vuelta atrás'. Es la mejor metáfora de la UE. Mejor dicho: era. Hoy, Londres pulsará el botón nuclear del Artículo 50 del Tratado de Lisboa que permanecía junto a la puerta desde 2007 y que nadie se atrevía a pulsar por la gravedad de las consecuencias. De hecho, se ideó pensando que jamás iba a ser accionado. Craso error.

Llegó el día. ¿Cómo será el teatrillo? El embajador británico ante la UE, Tim Barrow, será quien entregue la carta al presidente del Consejo, Donald Tusk, en torno a las 13.20 horas. Será entonces cuando comience, por fin, la gran partida de ajedrez del siglo, la madre de todas las negociaciones. El Consejo firmará el simbólico 'recibí' y en torno a las 14 horas, Tusk comparecerá antes la prensa después de que May comparezca ante la Cámara de los Comunes. Ya el viernes, la UE publicarán las 'guidelines' (directrices) que regirán su planteamiento negociador y que serán aprobadas en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno a 27 del 29 de abril.

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«Grave crisis en otoño»

Como estipulan los Tratados, la negociación durará un máximo de dos años, aunque si hay unanimidad, el periodo podría ampliarse, algo que nadie quiere. Ni en lo político ni en lo práctico, ya que en mayo de 2019 hay elecciones europeas y para entonces, la futura Cámara se decidirá sin los 73 escaños británicos. De hecho, la Comisión ya ha advertido de que la negociación debe estar cerrada de forma provisional dentro de 18 meses (octubre de 2018), para que los acuerdos alcanzados sean refrendados por la Eurocámara y el Consejo en torno a marzo de 2019, cuando se cumplirían los teóricos dos años.

«Estamos listos», reiteró ayer de forma solemne el portavoz del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas. «Los primeros meses van a ser los más complicados», auguran fuentes diplomáticas consultadas por este periódico. Primero, hay que negociar la salida y luego, una vez transcurridos los dos años, el contrato que estipulará la nueva relación entre ambos bloques. Las formas de la salida son claves para adivinar cómo puede ser el futuro ya que no es lo mismo que haya un portazo o que la puerta se cierra de forma sigilosa para no molestar al vecindario.

Hay dos temas esenciales. El primero: que pasa con las personas, con los 4,5 millones de europeos que se verán afectados (la proporción no es 50-50%, sino que los británicos serían en torno a un 30%). «Es un facto decisivo. Estamos hablando de personas y esperemos que primera la responsabilidad y la lógica», apostillan estos mismo medios. La otra gran negociación será la factura que Reino Unido deberá pagar para hacer frente a los compromisos financieros ya adquiridos. Bruselas pedirá de entrada 60.000 millones de euros, una cifra que Londres no asume. Habrá lío.

Ciudadanos y dinero. Dos grandes negociaciones dentro de la gran negociación que en el mejor de los casos podrían quedar encarriladas para otoño. «Si no es así, podría haber una gravísimas crisis con inciertas repercusiones. Por ejemplo, ¿cómo reaccionarán los mercados? Nadie lo sabe», alertan fuentes comunitarias.

Bruselas quiere juego limpio y un espíritu conciliador, pero lo que sí ha dejado muy claro el negociador jefe de la UE, el francés Michel Barnier, es que Reino Unido tendrá todas las de perder si prevalece el espíritud del 'Brexit' duro y cortar la relación por lo sano. «Se verían gravemente afectados, incluso con problemas de abastecimiento. Tenemos que decir a nuestros ciudadanos la verdad sobre lo que significa el Brexit», recalcó la semana pasada en el Comité de las Regiones. «No hay castigo. No se paga un precio por salir. Pero hay que saldar las cuentas», subrayó.

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