La indefinición de Segura

 Ayer el presidente de la CNMV, Julio Segura, se convirtió en centro de todas las miradas por su comparecencia en el Congreso. Segura anunció a sus señorías que había pedido al operador bursátil BME que viese la manera de que no hubiese en el mercado compañías con poco capital circulando libremente en bolsa (free float). De hecho ya hay un grupo de trabajo estudiando las consecuencias que tendría un cambio del reglamento en este sentido.

Los valores que están en la bolsa sin vocación de mercado suelen dejar de lado a los pequeños accionistas. Los gerentes de compañías con menos del 25% del capital circulando libremente entre los inversores se preocupan más por tener contentos a los verdaderos accionistas de la compañía que por ejercer una gestión transparente hacia los minoritarios. Y hay muchas de estas compañías en el mercado español. Unas por tener una referencia de precio para realizar operaciones corporativas. Otras, simplemente por conseguir financiación.

Será difícil que los deseos de Segura se cumplan en un futuro próximo. Cambiar el reglamento de la bolsa española no se puede abordar sin tener en cuenta lo que piensan las compañías que cotizan (de momento no forman parte del grupo de trabajo) y lo que opinan los accionistas (todos, conservadores y especuladores). Los expertos dudan que se puedan sacar del mercado a valores históricos como el Banco de Castilla, que llevan en la bolsa desde los tiempos de Matusalen, con un escaso porcentaje.

Además, si se toman uno por uno los valores del continuo que tienen menos del 50 por ciento de su capital flotando en Bolsa, el mercado español se reduciría a menos de la mitad de compañías cotizadas. Es cierto que habría menos volatilidad y que saldrían ganando los pequeños accionistas. Pero, la propuesta de Segura tiene demasiadas indefiniciones y más parece un deseo de buenas intenciones que un proyecto serio y realizable, por mucho grupo de trabajo que haya puesto en marcha BME y la CNMV.