Alternativas a las cuentas infantiles para el ahorro de tus hijos
Abrir una cuenta infantil a un niño para inculcar la idea del ahorro, es fundamental a la hora de sentar[…]
Abrir una cuenta infantil a un niño para inculcar la idea del ahorro, es fundamental a la hora de sentar las bases de la cultura financiera de los más pequeños y sembrar un respaldo para las necesidades futuras.
Muchas veces es por iniciativa de los abuelos, que quieren hacer un regalo al nieto o los propios padres, los que se acercan a los bancos para preguntar por las cuentas infantiles e ingresar esas primeras propinas y regalos.
Nuestra idea cortoplacista, nos hace ir a buscar como siempre las mejores cuentas infantiles en términos de rentabilidad. Algo que es un absurdo, puesto que además de que los tipos de interés están por los suelos, estamos hablando de una cuenta de ahorro con un horizonte temporal amplísimo, de entre 14 y 18 años desde el nacimiento.
La mayoría de cuentas infantiles que te puedes encontrar en el mercado en 2016, tienen rentabilidades que van desde el 0,30% hasta el 0% y sustituyen el tipo de interés, por otros beneficios como regalos, seguros de vida asociados. Por su puesto no tienen comisiones y hasta que la edad del menor lo permita, no se pueden asociar tarjetas a la cuenta. Esta es una opción que no está mal para guardar el ahorro de los niños, pero te quiero comentar otras alternativas a las cuentas infantiles que me parecen más interesantes.
Si un padre se preocupa por el futuro de sus hijos, lo mejor que puede hacer, es separar periódicamente todos los meses una pequeña cantidad e ingresarla en la cuenta infantil.
Para que el ahorro sea efectivo, tiene que ser sistemático. Y a poder ser automático, con una orden de cargo o traspaso. Descontándose como un gasto más.
No obstante ese ahorro se enfrenta a un problema. Que es el del valor del dinero en el tiempo. Y dado que estamos hablando de plazos de más de diez años, es un factor importante.
Si no hacemos nada con ese dinero o simplemente lo guardamos en una hucha en casa, la inflación irá comiéndose poco a poco parte de ese ahorro. Y para cuando el niño sea mayor de edad, quizá el resultado sea una cantidad de dinero mucho menor en términos reales de lo que podía haber sido.
Ahora que las cuentas infantiles o los planes de ahorro no dan nada, el efecto es el mismo que si guardásemos el dinero en casa en una hucha. Es verdad que ahora la carestía de vida es igualmente baja y que la pérdida de poder adquisitivo es prácticamente imperceptible. Porque además hablamos de cantidades de dinero pequeñas.