Serio aviso del Nasdaq: ¿hay riesgo de burbuja?
El sector tecnológico es el que mejor comportamiento registra en EEUU pero los inversores han empezado a abrir los ojos y se preguntan si no estarán pagando precios desmesurados. Las ventas ya han llegado al Nasdaq, donde el recuerdo de la burbuja 'puntocom' es muy doloroso.
El viernes nueve de junio, por la tarde, cuando todo el pescado parecía vendido en Wall Street, un informe de Goldman Sachs sobre los cinco grandes gigantes tecnológicos (Facebook, Amazon, Apple, Microsoft y Alphabet) sacudió las mesas de operaciones y hundió un 2,4 por ciento al Nasdaq 100, la mayor caída de este indicador en casi un mes. Y las bajadas han continuado durante toda la semana pasada, en la que el mismo indicador ha encadenado una racha de pérdidas de cuatro sesiones donde se deja más de un 1%. Ha sido una mini corrección en toda regla que ha puesto sobre aviso al mercado, un toque de atención al sector tecnológico, cuyas empresas cotizan con valoraciones muy exigentes y en las que la baja volatilidad, según los autores del informe, está cegando a los inversores y les impide ver otros riesgos, como los regulatorios o los asociados al ciclo. La tormenta parece que amaina pero el aviso ha sido muy serio y amenaza con repetirse en cuanto algún factor externo prenda la mecha. Ahora, el mercado se pregunta si esto no es nada más que un alto en el camino o el inicio de una corrección más profunda que pueda desencadenar otra burbuja 'puntocom'.
En opinión de Albert Enguix, gestor de fondos de GVC Gaesco Beka, se trata de «una corrección muy sana puesto que el Nasdaq ha sido el índice que más ha subido desde principios de año». Es normal que al mínimo atisbo de dudas esto ocurra, porque «los precios en bolsa son muy exigentes y ya recogen los factores fundamentales», apunta este experto. Carlos Camacho, gestor de fondos de Ruralcaja, coincide con este diagnóstico y admite que «parece lógico que haya recogida de beneficios con las subidas que ha habido». Y este es el problema, que los precios han ido ya demasiado lejos. Las valoraciones de las principales tecnológicas «nos parecen exigentes y caras», dice Carlos Farrás, socio director de DPM Finanzas. Si bien estas compañías «siguen aumentando sus beneficios y seguirán haciéndolo bien a futuro, los precios que se pagan por las mismas son otro cantar», apunta este experto.
Que los inversores se han lanzado en masa a comprar el sector tecnológico es un hecho cierto. Según calculan en Goldman Sachs, la capitalización de los cinco grandes ha aumentado este año en 600.000 millones de dólares. Y lo ha hecho en un entorno de baja volatilidad, tan reducida de hecho, que estos valores tecnológicos se han estado considerando como alternativas defensivas, cuando en realidad son compañías de crecimiento. El problema, como avisan en Goldman Sachs, es que los inversores pueden subestimar los riesgos de estas empresas. A ello hay que sumar, como añade Farrás, «la ausencia de rentabilidad de muchos activos, principalmente en renta fija, y las continuas subidas de estos valores, que están provocando que muchos inversores se unan a la ola inversora sin valorar demasiado el precio pagado». Igualmente, como explica Ignacio Gutiérrez, analista de renta variable en Tressis, muchos fondos 'value' han empezado a incluir en sus carteras a valores como Alphabet (Google), «algo impensable en otros momentos».
¿Burbuja?
Tras empezar las caídas, los inversores buscaron alternativas en los sectores más penalizados desde que Donald Trump ganó las elecciones, en particular la energía y el petróleo. Carlos Camacho piensa que aún es pronto para hablar de rotación y sugiere que la mejor alternativa en el sector tecnológico es analizar «valor por valor». Albert Enguix considera a este respecto que los gestores se enfrentan a un dilema con dos alternativas. «Muchos están rotando hacia energía y financieras, que son los que lo han hecho peor al pensar que van a incrementar sus beneficios, pero otros se están quedando en tecnológicas porque esperan buenos resultados», explica. Su opinión coincide con la de Camacho. «Lo más sensato es buscar empresa por empresa para detectar cuáles tienen descuento», apunta. Por ejemplo, Enguix está reduciendo posiciones en Google y apostando por compañías de ciberseguridad, «donde vemos un gran potencial». Sin embargo, Farrás apuesta claramente por la rotación. «Teniendo en cuenta las valoraciones actuales del sector preferiríamos infraponderarlo y rotarlo a otros sectores como el financiero que se puede ver favorecido por la esperada desregulación prometida por la administración de Trump», sostiene.
En el mercado flota el amargo recuerdo de la burbuja 'puntocom' de finales de 1999. Albert Enguix no cree que vaya a haber burbuja, y argumenta que las tecnológicas de ahora son muy diferentes, más transparentes. Pero ello no impide que haya sigtuaciones discordantes. A modo de ejemplo, apunta Farrás, «no deja de sorprendernos que una compañía como Tesla, que cuenta con una tecnología disruptiva, haya superado en capitalización a Volkswagen. Estas situaciones nos traen malos recuerdos». No obstante, Farrás recuerda que, frente a la burbuja de las 'puntocom', en donde «la mayoría de las tecnológicas no generaban beneficio, ahora la situación es diferente, pues se generan retornos positivos». Sin embargo, a los precios actuales, «su rentabilidad a futuro se ve muy mermada». Ignacio Gutiérrez tampoco piensa que vaya a haber una burbuja y cree más bien que esto «se quedará en una corrección». Para ello, es clave que el Nasdaq Composite no pierda la media de 50 sesiones (que por ahora ha respetado) ni el soporte de los 6.000-5.900 puntos.Aunque unas valoraciones tan exigentes pueden despertar cierta alarma, el hecho es que «estas compañías lo están haciendo muy bien», sostiene el experto de Tressis.
Para ilustrar este idea, Gutierrez ofrece algunas cifras. Así, el PER-Shiller del S&P 500 (índice en el que las tecnológicas tienen un fuerte peso y que incluye los beneficios medios de la última década), es ahora de 30 veces; este ratio es el doble que su media histórica (15 veces) pero la mitad que las 45 veces que alcanzó en la burbuja 'puntocom'. Si nos vamos al PER clásico, ahora tenemos para el mismo indicador un ratio de 23 veces, frente a las 30 veces de finales de 1999. Y lo que es más importante, explica Gutierrez, «siempre que estalla una burbuja hay una clara alternativa a los activos de riesgo», algo que no sucede ahora. Así, la rentabilidad por dividendo del S&P 500 en el estallido de la burbuja 'puntocom' era del 3,6 por ciento, la mitad prácticamente que el 6,3 por ciento de rentabilidad en el bono a diez años. Pero ahora, la rentabilidad por dividendo del mercado es del 4,3 por ciento, y la del bono del 2,2 por ciento. Es decir, «no existen mercados alternativos para inversiones rentables», apunta Ignacio Gutierrez.