Los 5 riesgos que el mercado está subestimando

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A pesar de las crecientes tensiones geopolíticas, la incertidumbre económica y la fragilidad fiscal en algunas economías clave, el mercado, sobre todo el estadounidense, siguen avanzando con una aparente inmunidad a las malas noticias.

Los índices bursátiles de Estados Unidos se han acercado a máximos históricos, ignorando una serie de señales de alarma.

Desde Plenisfer (división de Generali Investments), su CIO Giordano Lombardo advierte que esta complacencia podría resultar costosa. El mercado está infravalorando cinco factores que podrían reconfigurar los equilibrios financieros globales.

1. Riesgos geopolíticos: más allá del titular

La reciente escalada entre Irán e Israel, junto a los conflictos en Ucrania y las tensiones en torno a Taiwán, no son eventos aislados. Se inscriben en una dinámica de fragmentación global y desalineamiento entre bloques que pone en entredicho la estabilidad del orden mundial. A pesar de ello, los inversores han seguido adelante como si se tratase de perturbaciones temporales.

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Esta desconexión podría resultar peligrosa si una nueva oleada de conflicto impacta directamente en cadenas de suministro, mercados energéticos o relaciones comerciales.

2. Tensiones políticas y sociales en EEUU

Estados Unidos afronta un nivel de polarización política comparable al de la Guerra de Vietnam. Con unas elecciones en el horizonte y una sociedad dividida, las tensiones podrían desbordarse en protestas masivas, inestabilidad institucional e incluso riesgos para la gobernabilidad. Esta inestabilidad, lejos de ser un ruido de fondo, podría tener implicaciones directas en la política económica, la regulación del sector tecnológico o la sostenibilidad fiscal.

3. El riesgo de los nuevos aranceles

Uno de los principales errores de cálculo que Plenisfer identifica es la subestimación del impacto económico de los aranceles comerciales. En un escenario en el que Estados Unidos refuerza sus políticas proteccionistas, el riesgo es doble: ralentización del crecimiento y repunte de la inflación. Esto configura un escenario de “estanflación arancelaria” que podría obligar a los bancos centrales a revisar sus estrategias y deteriorar los márgenes empresariales.

4. Una deuda récord sin red de seguridad

La deuda pública y privada en Estados Unidos ha alcanzado niveles sin precedentes. Lo alarmante no es solo el volumen —el déficit federal ronda el 7% del PIB en plena fase de crecimiento económico— sino la creciente dependencia de una demanda extranjera de bonos del Tesoro que podría disminuir. Con tipos al alza o un posible deterioro de la demanda internacional, el coste de la deuda podría dispararse y las consecuencias fiscales ser abruptas.

5. Inversiones masivas en IA, pero con retorno incierto

El boom del gasto en inteligencia artificial ha sido uno de los motores del reciente optimismo en los mercados. Sin embargo, desde Plenisfer advierten que la monetización de estas inversiones sigue siendo incierta.

Aunque la IA es un catalizador de disrupción global, no está garantizado que todas las grandes tecnológicas rentabilicen sus apuestas. De hecho, muchas oportunidades podrían encontrarse fuera del radar habitual: en facilitadores tecnológicos o pequeñas compañías nicho.

¿Y si el mercado no tiene razón?

La aparente inmunidad del mercado estadounidense se sostiene sobre los pilares tradicionales del llamado "excepcionalismo americano": el dominio del dólar, el rol central de EE. UU. en el comercio global, su hegemonía geopolítica y una política fiscal expansiva. Sin embargo, estos pilares muestran grietas:

  • La hegemonía del dólar se erosiona ante la creciente multipolaridad monetaria.
  • El desequilibrio comercial global —con EE. UU. como gran consumidor y China y Alemania como grandes exportadores— ya no es sostenible.
  • La política exterior estadounidense es cada vez menos predecible, lo que debilita su influencia internacional.
  • Y el gasto público sin freno convierte a la deuda en una amenaza estructural.

Todo ello apunta a un nuevo paradigma donde la gestión activa, global y sin restricciones gana relevancia. La renta variable europea y los activos reales como el oro emergen como alternativas atractivas, sobre todo en un contexto de inflación estructural y represión financiera.

En este nuevo orden, infraponderar EEU. no es fácil —representa el 70% de la capitalización mundial—, pero para quienes buscan rentabilidad absoluta y no solo replicar índices, es hora de diversificar. Porque lo que hoy el mercado subestima, mañana podría ser lo que lo sacud

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