La casa de la playa de Buffett sigue a la venta

Warren Buffett subasta todos los años un almuerzo con motivos benéficos, y el ganador suele pagar cantidades que alcanzan las[…]

Warren Buffett subasta todos los años un almuerzo con motivos benéficos, y el ganador suele pagar cantidades que alcanzan las siete cifras. En dos ocasiones, subastó sus coches de segunda mano a fans por importes que multiplicaban su valor oficial publicado en Kelly Blue Book. Hubo alguien que pagó una vez más de 200.000 dólares por comprar la antigua billetera de Buffet. (Llevaba dentro una recomendación sobre acciones). Aquellos que veneran al mejor inversor del mundo no miran el dinero a la hora de comprar un objeto que tenga que ver con la leyenda. 

Hace un año, Buffett puso a la venta su casa de vacaciones en Emerald Bay, un complejo privado cerca de Laguna Beach, California. La compró en 1971, a petición de su primera esposa, Susan, por 150.000 dólares, el equivalente a algo menos de 1 millón de dólares a día de hoy. Por aquel entonces, Buffett no lo concebía como una inversión, según declaró el año pasado al Wall Street Journal. La zona de Laguna estaba menos desarrollada entonces, era más un paraíso para hippies y surfistas que el destino de un multimillonario. El matrimonio y su familia pasaron muchos veranos en aquella casa, así como vacaciones de Navidad. Buffett solía encerrarse en el dormitorio principal para trabajar en su carta anual a los accionistas de Berkshire Hathaway Inc., que tanta expectación genera. 

Con los años, Buffett fue mejorando la casa, que se construyó en 1936. Incluso compró una propiedad adyacente para alojar a invitados. Cuando Susan falleció en 2004, Buffett, que pasa la mayor parte del año en Omaha, dejó de frecuentar esta propiedad, razón por la que decidió deshacerse de ella. El precio de venta: 11 millones de dólares.

Instalaciones modestas

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«¡Por primera vez en casi 50 años, la legendaria vivienda del 'Oráculo de Omaha', el número 27 de Emerald Bay, disponible!». Así reza el anuncio, antes de describir la propiedad de casi 335 metros cuadrados, con seis habitaciones y vistas al mar. Las imágenes del interior permiten asociar la vivienda al multimillonario inversor. De hecho, un cuarto de estar aparece decorado con una imagen a tamaño real de Mary See, cuyo rostro adorna las cajas de chocolate que comercializa See's Candies de Berkshire. En otra habitación se ve una botella abierta de Coca-Cola Co y un ejemplar doblado del Wall Street Journal sobre una mesita auxiliar delante de un televisor en el que se emite el canal CNBC. (Berkshire es el mayor accionista de Coca-Cola y Buffett es un invitado habitual en el canal de noticias económicas). Los acabados y las instalaciones parecen relativamente modestos. Un cuarto de baño está empapelado con portadas del New Yorker y la mayoría de las encimeras de la cocina cuentan con un laminado blanco. En el garaje solo cabe un coche y las vistas al océano están parcialmente tapadas por otras viviendas. 

Una vez pasado el ruido inicial y varias reseñas en la prensa, el interés por la propiedad parece haberse evaporado. La vivienda lleva a la venta cerca de cinco meses más que la media de las viviendas del mismo precio y en el mismo código postal, según datos de Redfin. Bill Dolby, agente inmobiliario, y Buffett no han hecho comentarios ni han respondido a cómo fijaron el precio. 

En el extremo superior del mercado, las ventas pueden resultar idiosincráticas; el número de potenciales compradores es limitado y pueden resultar exigentes. No obstante, otros agentes inmobiliarios que trabajan con clientes del mismo nivel afirman que está claro por qué no se ha vendido aún esta propiedad. 

«Nadie va a rehabilitar una vivienda de 1936», afirma Eliisa Stowell, agente de Surterre Propierties en la vecina Corona del Mar. «Puede que tenga valor sentimental para alguien, pero eso se pierde», cuando la vivienda se derrumbe para construir algo más moderno, afirma. Bill Cote, agente de Newport Beachbased con Coldwell Banker, es más contundente: «Está muy por encima de precio». El nombre de Buffett, afirma, probablemente no suponga mucho para los compradores de la zona. «Si se tratara de la vivienda de Bette Midler, puede que tuviera cierto caché», añade Cote. 

Por otro lado, los compradores que sí conocen a Buffett podrían ponerse nerviosos sabiendo que tienen que negociar con él. Uno de los secretos de su éxito en los negocios y como inversor ha sido su convicción de no dar nunca su brazo a torcer sobre el precio. Tanto si se trata de acciones como de compañías completas, el multimillonario tiene una idea muy clara de lo que considera que valen las cosas y no duda en levantarse y marcharse si no se cumplen las condiciones. Tener más dinero del que podría necesitar en toda su vida significa que nunca se verá forzado ni a comprar ni a vender. Como afirma Cote, «es difícil negociar con un vendedor que tiene más dinero que Dios».

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