La mejor estrategia bursátil para este año

El fantasma del final de ciclo sobrevuela por primera vez las presentaciones de perspectivas para el año que viene, pero mientras la orquesta siga sonando, mientras el mundo continúe creciendo, hay que seguir en bolsa, y sobre todo en el Viejo Continente.

La bolsa lo ha hecho bastante bien en 2017 y con vistas a 2018 sigue siendo el activo favorito. Según Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, no sólo por eliminación, es decir, por la falta de activos rentables, sino también porque el crecimiento del PIB y de los beneficios previstos son coherentes con esa apuesta. Borja Gómez, de Dunas Capital Inverseguros, agrega que el contexto general, marcado por un crecimiento sincronizado a nivel global y los bajos tipos de interés, favorece la buena evolución de los activos de riesgo. 

Si hay unanimidad sobre el mayor atractivo de las acciones, también existe cierta coincidencia respecto a las que serán las áreas geográficas más interesantes. Así, Jiménez-Albarracín considera que los mercados emergentes tienen mayor potencial que los desarrollados. Y los expertos de Goldman Sachs coinciden: «Aunque confiamos en que la actividad continúe fuerte en los países desarrollados el próximo año, somos particularmente optimistas sobre el crecimiento en las economías emergentes». A éstas les favorecen, según el banco de inversión americano, tanto los fundamentales internos como el ambiente global. Y por eso ven con optimismo todos los activos emergentes, no sólo sus acciones. Francis Scotland, de Brandywine Global, filial de Legg Mason, agrega que en los mercados emergentes se reúnen los ingredientes imprescindibles para que continúen arrojando unas rentabilidades superiores. James Donald, de Lazard Asset Management, coincide en que los mercados emergentes continuarán sobresaliendo en un entorno de crecimiento global estable y modesto, dado que aún cotizan con un descuento atractivo frente a las bolsas de los mercados desarrollados y los índices de renta variable global. Aunque también señala como riesgo el de la inflación americana y el de la consiguiente subida más abrupta de lo esperado en los tipos de interés. 

En el mundo desarrollado, Jiménez-Albarracín continúa prefiriendo Europa frente a Estados Unidos. Respecto a la renta variable americana, afirma que la retirada de liquidez que implica que la Fed inicie la reducción de su balance afectará a las empresas y ello coincide con el vértigo que dan los niveles alcanzados por las cotizaciones en Wall Street. Luca Paolini, de Pictet AM, añade: «Las acciones de EE.UU. pueden comportarse peor que las de Japón y Europa por primera vez desde 2006». «Esto es típico de la fase tardía del ciclo», agrega.

Pero ello no implica que no haya oportunidades en la bolsa de Nueva York. De acuerdo con Peter Bourbaeu, gestor de Legg Mason, existirán «para los inversores que inviertan más allá de los gigantes tecnológicos de gran visibilidad». Y añade: «Nos interesan aquellas empresas que muestran más controversia. Y creemos que en 2018 deberíamos encontrar oportunidades en las firmas estadounidenses de los sectores energético, de salud y financiero (excluyendo los bancos), así como ciertos valores del sector del consumo básico».

Lionel Aeschlimann, de Mirabaud, también arrancará el año 2018 más positivo con Europa que con Estados Unidos: «A Estados Unidos le rebajamos desde sobreponderar a neutral. En Europa, todavía aconsejamos sobreponderar en 2018. Con poca inflación, tipos bajos y crecimiento económico, todo es favorable para que la bolsa europea suba». Sobre la economía americana avisa del riesgo de un tirón al alza de los precios procedente de los salarios: «Aún no se ve, pero una vez que emerge, lo hace muy rápido». De hecho, para el experto de Mirabaud, el mayor riesgo al que se enfrentan los mercados es a un repunte de la inflación mayor de lo esperado que desencadene subidas de tipos más allá de las que descuenta el consenso y ello ocasione una corrección en los mercados previendo el daño al crecimiento económico. 

¿Síntomas de fin de ciclo?

Aunque Lionel Aeschlimann prefiere Europa a Estados Unidos, avisa de que la corrección en Wall Street afectaría al Viejo Continente. Y lanza una cuestión: «La gran duda, el gran debate, es si los inversores han de plegar velas o esperar algo más para reducir». Subyace, bajo sus palabras, la preocupación sobre la enorme longitud del ciclo americano, que podría estar terminando. Pero ante esta duda, los expertos de Santander AM, se muestran claros: «Mientras dure, no merece la pena no estar invertido por miedo; no hay que bajarse del carro. El escenario económico está tan bien construido que es muy complicado que haya algo que lo rompa», expone Ana Rivero, directora de producto de la firma. Bien es verdad que advierte de que la posibilidad de que haya algo que ponga en duda el crecimiento global sincronizado puede hacer daño a los mercados. Pero su consejo general es comprar en correcciones. José Antonio Montero de Espinosa, responsable de renta variable europea de Santander AM, dice que pueden saltar miedos ligados a esa sensación de fin de ciclo. Cree que aunque está avanzado, está lejos de acabar, aunque aconseja vigilar dos indicadores de ese término: la curva de tipos que, si se invierte, apunta peligro, además del aumento de la inflación. 

Ese posible repunte de la inflación mayor del esperado puede verse alimentado por las bajadas de impuestos de Donald Trump. Pero, en opinión de Óscar del Diego, de Ibercaja Gestión, la reforma fiscal puede alargar el ciclo un año más en la economía americana, algo importante si tenemos en cuenta que Wall Street es el director de orquesta de las bolsas. En todo caso, Del Diego también advierte de que en la Bolsa de Nueva York (y no sólo ella) ya se observan focos en los que se ven cosas parecidas a las de 2000, cuando se hinchó la burbuja tecnológica. 

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Retraso europeo

En todo caso, según Del Diego, los mercados retrasados y, por tanto, con potencial, son los europeos. Entre los argumentos para invertir en Europa, en opinión de Montero de Espinosa, estarían un crecimiento razonable de los beneficios (entre un 9 y un 10 por ciento), apoyado en unos costes de financiación baratos para las empresas y un importante potencial de recuperación de márgenes de las compañías más expuestas a la economía doméstica, una rentabilidad por dividendo sostenible en el entorno del 3,5 por ciento y una valoración atractiva (en el entorno de las 14-15 veces no está muy por encima de la media de los últimos treinta años).
En este entorno y sin expansión de los múltiplos, Montero de Espinosa espera un retorno de la renta variable europea de dos dígitos. Aunque el experto de Santander AM cree que hay ser muy cuidadoso con la selección de valores. Y Paolini coincide: en esta fase del ciclo «nada está barato, pero hay mucha dispersión en cada clase de activos; ello proporciona un entorno favorable para la selección de acciones y sectores, para la gestión activa».

España, con atractivo

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La apuesta es Europa. Y un mercado que destaca es el español. Gómez advierte de la incertidumbre política del mercado doméstico, con una crisis que podría no concluir con las elecciones del 21 de diciembre. Aunque lo importante, en todo caso, será observar qué consecuencias económicas se derivan de ella, puesto que si son de relevancia, si se pone en cuestión la capacidad de crecimiento español, los inversores podrían volver a fijarse en los desequilibrios públicos que persisten y a castigar a los activos españoles. Gómez también resalta que si las dudas se eliminan, el Ibex-35 no sólo se beneficiará de esa circunstancia, sino también de partir de niveles más bajos que sus homólogos europeos. Este experto señala que las decisiones de inversión deberían ser diferentes según lo que ocurra con la crisis política: si se complica, habría que apostar por compañías globales, mientras que si se resuelve, habría que comprar empresas domésticas. 

Sara Herrando, de Norbolsa, agrega: «El riesgo político de Cataluña puede suponer mayor volatilidad de nuestro índice respecto al resto de Europa, con un peor comportamiento en momentos de incertidumbre. Una normalización de ese riesgo podría permitir una mejor evolución de los valores españoles». 

Según Del Diego, la bolsa española es la más barata de Europa y la que tiene mejores perspectivas si el conflicto político se supera. Así, según este experto, con un crecimiento de los beneficios de entre un 8 y un 10 por ciento, y más de un 4 por ciento de rentabilidad por dividendo, en 2018 el Ibex-35 debería subir más de un 15 por ciento. Según los expertos de Santander AM, el Ibex-35 debería llegar el año que viene a los 11.200 puntos. Los de Deutsche Bank establecen su objetivo a doce meses en los 11.000 puntos, igual que Roberto Ruiz-Scholtes, de UBS. Pedro Sastre, de Banca March, aporta además la posibilidad de que el plus de rentabilidad del Ibex-35 proceda de una buena evolución de América Latina, dada su importancia para las empresas españolas. 

A ello, Herrando añade: «Consideramos que el catalizador de las bolsas será la evolución de los resultados empresariales y, por lo tanto, el mejor y peor comportamiento será más por valores que por razón de geografía (o incluso por sector). La selección de valores será muy importante en este ejercicio». Teniendo en cuenta la evolución de los beneficios, Ruiz-Scholtes apunta que el mercado va a premiar a las empresas globales y a determinados nichos de la economía doméstica, como socimis, hoteleras y constructoras. 

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Herrando es partidaria de estar expuesta a valores ligados al ciclo (por la sincronización del crecimiento global) y a financieras (por el inicio de la normalización de las políticas monetarias). «Aunque con prudencia, y atentos a sus valoraciones, dado que los valores cíclicos han tenido un relativo mucho mejor comportamiento que los defensivos», matiza. A sus recomendaciones, añade el sector energético, por su reestructuración y por sus atractivas valoraciones. Y, por último, añade que habría que tener cierto peso en defensivos de calidad para aumentar la diversificación. 

Pero Jesús de Blas, de Bankoa Credit Agricole, es más partidario de entrar en bolsa vía índices o fondos de bolsa, que permitan mayor diversificación. En cuanto a valores concretos, en un escenario confuso y con valoraciones de bolsas europeas y mundiales altas, se centra en compañías con elevadas rentabilidades por dividendo y sostenibilidad de los mismos, como Enagás, Iberdrola, Endesa, Antena 3 y Telefónica. Además, señala el interés del sector financiero, también por el inicio de la normalización monetaria, y en ese caso, su opción sería BBVA.

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