Una Eurozona a dos velocidades

El último informe de la Comisión alerta de las «asimetrías» creadas en la crisis, pide completar la unión bancaria e insta a países como Alemania a que inviertan mucho más

La Gran Depresión enfila ya su noveno año de singladura con un parte de guerra preocupante para una Eurozona dividida, fractura en dos y abocada, además, a navegar a dos velocidades. La crisis, a ojos tecnócratas comunitarios, ha dejado dos grupos: Norte y Sur, ricos y pobres, núcleo duro y periferia, deudores y acreedores, buenos y malos... En lenguaje bruselense esto se llama «asimetrías» y o se adoptan medidas drásticas a medio plazo o quién sabe qué será de la Eurozona como actualmente se conoce (19 países).

Así se pone de manifiesto en el último informe trimestral publicado este martes por la poderosa Dirección General de Asuntos Económicos en el que se constata cómo desde 2008, la crisis ha ahondado en una división que tiene sus cimientos en los desequilibrios macroeconómicos que muchos países presentaban antes del estallido de Lehman Brothers. Y entre otros aspectos se reconoce cómo el excesivo endeudamiento, tanto público como privado, «no se tuvo lo suficientemente en cuenta a la hora de calibrar el impacto que tiene en el crecimiento». Y alerta, además, de que las políticas de reducción de déficit han repercutido en aumentos de la deuda pública preocupantes (es por ejemplo el caso de España, que ha pasado del 40% al 100% del PIB en un suspiro).

Son 60 páginas de prolija información técnica elaborada por eurócratas de primer nivel que recoge también numerosos mensajes políticos entre sus líneas. Quizá uno prime sobre el resto: «La reducción del riesgo y compartir el riesgo tienen que ir de la mano». Es decir, que cada uno ponga en orden su casa pero que a su vez, cada uno piense en un todo de 19 socios, en cómo pueden ayudar al resto de Estados miembros para que el conjunto del bloque carbure. Quien formula esta frase es el poderoso Marco Buti, director general del área, el hombre que traza en la sombra la hoja de ruta defendida por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y que se vio recientemente plasmada en el llamado Informe de los Cinco Presidentes. Juncker, al menos sobre el papel, está apostando fuerte a la hora de tomar medidas que mitiguen estas «asimetrías».

La política del BCE, «esencial»

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En ningún momento se menciona la palabra Alemania, pero muchas de las conclusiones planteadas podrían estar escritas en alemán porque si hay algún destinatario, ése es Berlín. Por ejemplo, la Comisión califica de «indispensable» completar la Unión Bancaria, quizá el mayor proyecto de convergencia tras la moneda única y que ha logrado romper el vínculo banca-deuda soberana. Tras el Mecanismo Único de Supervisión y el de Resolución, queda por levantar el tercer pilar, un fondo único de garantía de depósitos, pero Alemania, de nuevo, se niega en redondo hasta que los defenestrados países de la periferia pongan en orden sus casas (déficits, endeudamientos...). La batalla será larga y muy dura, así que se barruntan varias madrugadas bruselenses.

El problema, como destaca el informe, es que los países que han sufrido como nadie la cultura del llamado 'austericidio', podrían recuperarse mucho antes si los países ricos, como Alemania, pusieran toda la carne en el asador y decidiera impulsar políticas expansivas fiscales y apostarán por la inversión. Tienen un enorme margen para ello, como evidencia que el país liderado por Merkel lleva muchos meses bajo vigilancia de Bruselas por ser algo así como el yerno perfecto, por ahorrar mucho y gastar poco, por tener unos superávits por cuenta corriente que distorsionan la propia Eurozona. Y cómo no podía ser de otra forma, el informe trimestral se acuerda del BCE para recordar que sus históricas medidas de política no convencional impulsadas en los últimos meses son «esenciales» para que la Eurozona salga de este largo túnel.

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