Productos fintech: los pros y los contras para el ahorrador

Algunos proyectos de fintech prometen atractivos retornos al minorista, que contrastan con la sequía de rentabilidad de los depósitos. ¿Son seguros?, ¿qué precauciones se debe adoptar antes de dejarse tentar?

El fenómeno fintech arrancó con promesas de mayor rentabilidad y ansias de mayor transparencia, justo cuando la opinión pública cargaba contra los bancos por las malas prácticas y los excesos de la crisis. «Ofrece alternativas interesantes a la inversión tradicional y es una buena forma de conseguir mayores retornos con productos que antes no existían», explica Rodrigo García de la Cruz, del IEB. Así, por ejemplo, los robo-advisors dicen arrojar una rentabilidad superior a la de la industria tradicional de fondos por el mero hecho de tener comisiones inferiores. Asimismo, frente a unos depósitos que ofrecen en torno al 0,3 por ciento (sin vinculación adicional), inversiones como el crowdfunding inmobiliario de Housers prometen una rentabilidad anual a partir del 3 por ciento. Pero, ¿se trata de inversiones seguras?, ¿qué es preciso tener en cuenta antes de dejarse tentar por alguna oferta?

Pau A. Monserrat, economista de iAhorro.com, recuerda que hay que fijarse en tres aspectos a la hora de analizar cualquier producto financiero o de crédito, también en el caso de los fintech: la rentabilidad, la liquidez (si puedo recuperar el dinero antes de tiempo y a qué coste) y los riesgos (si puedo perder parte o todo mi dinero). En el caso de los créditos, hay que tener en cuenta el coste financiero, si se puede amortizar capital con antelación y a qué precio, y el riesgo de que nos cobren tipos de interés más altos de lo normal y con condiciones inusuales. 

En ese sentido, Monserrat considera que muchos de los productos fintech son arriesgados. Por ejemplo, en el caso del crowdfunding (cuando ponemos dinero para financiar un proyecto, a cambio de un interés), este experto explica que se trata de préstamos que no computan en la Cirbe (no se comunican al Banco de España y, por tanto, no pueden consultarse por otras entidades para conocer el nivel de endeudamiento del cliente antes de facilitarle financiación). «Como estos créditos no están supervisados, no figuran y hay un peligro de sobreendeudamiento», alerta Monserrat. Entonces, ¿qué ocurre si se impaga el préstamo? Monserrat advierte de que, en estos casos, no existe un fondo de garantía como sí hay para los depósitos hasta 100.000 euros.

Otro caso que le suscita dudas son las compañías de préstamo como Monedo, que exigen tipos de interés que, a su juicio, violan la ley contra la usura. Por ejemplo, para un préstamo de 2.000 euros a devolver en 24 meses, pide una TAE promedio del 138 por ciento.

Asimismo, invertir en Housers implica un «alto riesgo», a juicio de Monserrat, porque no existe regulación («están trabajando en la alegalidad») y el inversor no está comprando un trocito de un inmueble, sino de una sociedad limitada que es la que lo gestiona. «En ese sentido, no es que no lo recomiende, pero siempre diversificando y poniendo pequeñas cantidades», pues podría ocurrir que «la sociedad pida un préstamo hipotecario, lo impague y el banco se quede con la casa, con lo que se perdería la inversión», dice.

En todo caso, García de la Cruz recuerda que hay plataformas que cuentan con seguros de impago para cubrir este tipo de riesgos. Asimismo, también hay ejemplos menos arriesgados como las plataformas de crowdlending, que publicitan unos tipos bastante «competitivos»; o los robo-advisors, que están sujetos prácticamente a la misma regulación que otras entidades de inversión. En este último caso, el único riesgo es el de la responsabilidad legal en caso de que los algoritmos se equivoquen, advierte Monserrat. 

Entonces, ¿cuál es la conclusión? García de la Cruz aconseja «conocer qué tipo de compañía es y qué regulación tiene antes de invertir. Después, analizar las diferentes alternativas y distribuir la cartera de inversiones».

Por su parte, Monserrat recomienda esperar: «El fintech ha llegado para quedarse. Aporta competencia y transparencia al sector de las finanzas. Pero está en un estado de eclosión muy poco avanzado en España. Por ello, es un terreno avocado al abuso, a los errores y a los riesgos desmesurados. Tenemos que ver cómo evoluciona la supervisión bancaria respecto a este tipo de plataformas porque, al final, ofrecen crédito e inversión».

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