Lula, a la cárcel por corrupción

La Corte Suprema de Brasil rechazó hoy un "habeas corpus" intentado por la defensa del expresidente Luiz Inácio Lula da[…]

La Corte Suprema de Brasil rechazó hoy un "habeas corpus" intentado por la defensa del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y le abrió así las puertas de la cárcel al líder más popular del país, condenado a doce años de prisión por corrupción.

La negativa del recurso que podría al menos haber postergado el encarcelamiento de Lula fue ajustada y se definió por seis votos a cinco, un resultado que dejó en evidencia las serias discordias que concitó un caso que fue objeto de un enconado debate que duró casi once horas.

Lula ya ha sido hallado culpable por dos tribunales y, de acuerdo con una jurisprudencia dictada por la propia Corte Suprema en 2016 y reflejada en la ajustada votación de hoy, una sentencia ratificada en segunda instancia permite el inicio de la ejecución de la pena.

La decisión de enviar a Lula a prisión queda ahora en manos del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región (TRF4), corte de segunda instancia que amplió de nueve a doce años la pena dictada por un juez inferior y ante la cual cabe aún un recurso para revisar la redacción de la sentencia, pero no el contenido.

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Si el TRF4 acepta esa revisión, que es lo tradicional, Lula sólo iría a la cárcel una vez analizado ese recurso, lo cual puede llevar el momento de la prisión a fines de abril.

El recurso negado intentaba que Lula conservara su libertad hasta que se agoten otras dos apelaciones que aún le restan, una ante el Superior Tribunal de Justicia y otra ante el propio Supremo, un trámite que podría consumir unos dos años.

Sin embargo, el juez Edson Fachin, instructor en el Supremo del caso Lava Jato, por el que Lula fue hallado culpable de corrupción en esta causa, abrió el camino hacia el rechazo del "habeas corpus".

El instructor recordó que el mismo Supremo, en 2016, ya declaró constitucional que una pena comience a ser ejecutada una vez que se ratifique en segunda instancia, lo que es el caso del exmandatario.

Según Fachin, un recurso de esa naturaleza sólo puede concederse "en favor de alguien que tenga amenazada su libertad por alguna ilegalidad o abuso de poder", lo que "no es el caso", agregó.

El voto más esperado por los analistas era el de la jueza Rosa Weber, quien ha expresado su convicción personal de que una persona no puede ir a prisión hasta tanto sea agoten todas las apelaciones, pese a lo cual desde 2016 ha decidido en casos similares según la convicción expresada entonces por el pleno.

En este caso, pese a que se conjeturaba que su visión sobre el asunto prevalecería sobre la jurisprudencia de 2016, Weber también rechazó el recurso en favor de Lula.

"He negado recursos similares en respeto a lo que en 2016 había decidido el pleno de la corte", y "lo hice incluso en contra de mis convicciones personales", declaró Weber, quien apuntó que ahora "no podría ser de otra manera".

Weber, sin embargo, abrió la posibilidad de revisar su voto si en un futuro se juzga no un "caso específico", como el de Lula, sino uno de "repercusión general", lo cual supone que valdría para todos los condenados en esa situación.

Los magistrados Marco Aurelio Mello y Ricardo Lewandowski, que se inclinaron por aceptar el recurso, presionaron a la presidenta de la corte, Carmen Lucia Antunes, a llevar a votación una revisión de la decisión de 2016, pero la discusión no prosperó, al menos por ahora.

El rechazo del recurso fue celebrado con fuegos artificiales por miles de detractores de Lula que se manifestaron en varias ciudades y causó indignación entre los partidarios del expresidente, que siguió el juicio en la sede de un sindicato del cinturón obrero de Sao Paulo y evitó pronunciarse sobre el resultado.

La sesión se celebró bajo fuertes medidas de seguridad, ante las manifestaciones convocadas por ambos bandos en Brasilia, donde hubo un refuerzo de 4.000 policías y no se registraron incidentes.

El héroe obrero

Lula fue el niño pobre que venció al hambre, el metalúrgico que sedujo al mundo con su Brasil imparable y ahora un condenado por corrupción camino a la cárcel. Luiz Inácio Lula da Silva ha tenido muchas vidas, pero a los 72 años, puede iniciar la menos gloriosa de todas.

El destino de quien Barack Obama calificaba hace una década como "el hombre" había quedado en manos de la corte suprema, después de que un tribunal de apelación le condenara a más de 12 años de cárcel por recibir un apartamento de lujo de una constructora involucrada en el escándalo de sobornos en Petrobras.

Solo el Supremo tribunal Federal (STF) podía darle tiempo extra a Lula, que hace un mes reconocía a la AFP que la idea de ir a la cárcel pasaba "todos los días" por su cabeza. Pero este miércoles esa instancia rechazó el habeas corpus solicitado por su defensa.

"Yo no robé. Quiero pelear con el Ministerio Público. Quiero defender mi honra. No voy a permitir que una banda de jóvenes me llame ladrón", lanzó entonces, al referirse a los fiscales y jueces de la Operación Lava Jato sobre la red de corrupción centrada en la petrolera estatal.

Lula, que gobernó la mayor economía latinoamericana de 2003 a 2010, se considera víctima de un "pacto diabólico" de las élites para impedir que gane las elecciones de octubre, en la cuales es favorito, con más de un tercio de intenciones de voto.

Esta guerra empezó en marzo de 2016, con la policía despertándolo al alba para llevarle a declarar. Ya no hubo vuelta atrás en la escalada.

En julio de 2017, el juez de primera instancia Sergio Moro lo condenó a casi diez años de cárcel. La pena fue aumentada en enero a 12 años y un mes por una corte de apelación.

Con otros seis procesos abiertos, la confrontación ha resucitado al combativo líder sindical que no paró hasta saltar de la fábrica al palacio de Planalto; pero los escándalos y la crisis han oxidado aquel histórico 87% de popularidad con el que dejó la presidencia en 2010.

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