Barroso pasará el arco de seguridad
Juncker defenestra a su antecesor al frente de la Comisión, duda de lo ético de su fichaje por Goldman Sachs y decide tratarlo dentro de la UE como un lobista más
Esa suerte de burbuja llamada Bruselas comunitaria es la capital de la seguridad privada, de los controles, de los arcos y los 'badges' (acreditaciones) por doquier (sin uno, no eres nadie). Es la capital del protocolo, de la política con mayúsculas, de los lobbies y cabilderos... Es la sede de una Comisión Europea que presidió entre 2004 y 2014 el ex primer ministro portugués José Manuel Durao Barroso y que ahora ha decidido quitarle la alfombra roja para hacerle pasar por los controles de seguridad. Como a todos.
Puede parecer nimio pero para personas de este nivel, tiene que doler y mucho. De expresidente Barroso a lobista José Manuel. Es lo que tiene fichar por el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs y hacerlo, además, en un momento en el que la opinión pública ya no pasa casi ninguna a la clase política. Adiós a los privilegios.
La decisión, inédita, lleva el sello del actual presidente del Ejecutivo , Jean-Claude Juncker, quien ha ordenado una investigación de las implicaciones éticas del nombramiento. Así se la comunicó el viernes pasado por carta a la Defensora del Pueblo de la UE, Emily O'Reilly, que ha decidido ponerse en la pancarta de la manifestación contra esta polémica decisión. Legal, pero carente de ética. «Es legalmente posible pero moralmente inaceptable», criticó el presidente francés, François Hollande, nada más trascender a principios de julio el fichaje 'estrella' de Barroso como presidente no ejecutivo de la polémica entidad.
No hay que olvidar que fue acusada de asesorar al Gobierno de Grecia para manipular sus cuentas públicas en los meses previos del rescate. Fue el origen de todo, de una terrible crisis que se expandió como un reguero por la Eurozona. Allí estuvo Goldman Sachs y en Bruselas, liderando con criticado acierto la respuesta a la crisis, Durao Barroso. Ahora, sus caminos se cruzan y lo hacen, además, en uno de los peores momentos por los que atraviesa el proyecto comunitario, acechado por los populismos y zarandeado por la victoria del 'Brexit'. Y es que el nombramiento de Barroso quizá represente todo lo que los europeos odian de su UE.
El debate de este miércoles, clave
Juncker siempre ha mantenido una cierta distancia con este asunto por respeto personal. Se enteró a toro pasado por boca de Barroso y lo único que ha dicho es «yo no lo hubiera hecho». Desde su Gabinete, por su parte, se han limitado a señalar que todo es legal, que cumplió con el margen de 18 meses previsto en la normativa y que en enero de 2015 renunció a las prestaciones económicas temporales que le correspondían por su condición de ex alto cargo (ganaba 25.554 euros al mes).
Pero la tormenta política generada ha provocado que Juncker, a sólo 48 horas del Debate del Estado de la Unión, haya decidido dar un puñetazo encima de la mesa y tomar una decisión inédita de gran rédito político a ojos de la sociedad. Relega a su antecesor a la categoría de lobista y lleva el asunto al comité de ética. «Le hemos pedido el contrato para verificar que lo que hay en el está en línea con el Tratado», desveló este lunes el portavoz comunitario Alexander Winterstein. En su misiva a la O'Reilly, el presidente del Ejecutivo informa de que ha hablado con Barroso y que éste le ha diO'Reilly, Juncker explica que Barroso le ha mostrado su compromiso de que «se comportará con integridad y discreción».
Lo que se va a hacer ahora es una especie de «examen ético» para analizar si hay conflicto de intereses y si el fichaje es compatible con el Tratado de la UE. Porque al margen del plazo de 18 meses que marca el fin de la obligación de notificar un cambio de trabajo, el artículo 245 del Tratado exige a los miembros del Colegio de Comisarios un comportamiento «íntegro» mientras desempeñan su cargo, pero también «después».
La Ombudsman (Defensora del Pueblo) comunitaria ya ha expresado su satisfacción por la decisión y ha pedido al comité ético que publique su dictamen cuanto antes, «en cuestión de semanas y no de meses». «Hay mucho en juego en términos de confianza de los ciudadanos», enfatizó.
Todo está en el aire, pero lo que ya está claro es que el lobista José Manuel no tendrá más remedio que acreditarse y pasar por el arco de seguridad. Como nunca. Como todos.