Al menos cinco grupos terroristas están activos en el Sinaí

Egipto vive en estado de emergencia desde abril de este año, a raíz de los ataques yihadistas contra iglesias cristianas[…]

Egipto vive en estado de emergencia desde abril de este año, a raíz de los ataques yihadistas contra iglesias cristianas en el delta del Nilo, pero en la península del Sinaí esa situación se prolonga desde 2014 debido a la febril actividad en esa provincia de la rama egipcia de Daesh, Wilayat Sina.

Los «cachorros» egipcios del califato yihadista no han logrado conquistar territorio, desde que en 2014 proclamaron su lealtad al grupo Daesh del iraquí Al Bagdadi; pero en cambio sus constantes emboscadas y ataques suicidas contra policías y militares tienen en jaque a las fuerzas de seguridad de El Cairo. Esporádicamente dirigen también sus ataques a otros objetivos civiles. En 2015, Wilayat Sina reivindicó el derribo de un vuelo de Metrojet, en el que viajaban 224 personas, la mayor parte turistas rusos.

La península del Sinaí es casi territorio salvaje desde que en 1979 Tel Aviv retiró sus tropas y el Gobierno de El Cairo pasó a ocupar toda esa región, fronteriza con Gaza y con Israel. Las distancias, las malas comunicaciones y los métodos con frecuencia demasiado expeditivos de las fuerzas policiales de El Cairo hacia los disidentes se han ganado la animadversión de las tribus nómadas, y explican el florecimiento de grupos armados radicales.

Además de la rama de Daesh, los expertos consideran que en el Sinaí están actualmente activos otros cuatro grupos yihadistas más o menos vinculados con Al Qaida. Todos aspiran a independizar la península de El Cairo y crear un estado islamista radical, siguiendo el modelo del casi extinto califato sirio-iraquí.

La sedición armada en el Sinaí se vio alimentada por las sucesivas crisis políticas vividas en Egipto con motivo de la llamada Primavera Árabe. La cadena ininterrumpida de emboscadas y ataques suicidas contra militares y civiles es una fuente de desasosiego en la sociedad egipcia, testiga de la impotencia de sus autoridades.

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