Hidrógeno: ¿exageración o esperanza?

Europa busca convertirse en el primer continente neutral en emisiones de carbono del mundo, pero antes será necesario alcanzar varios hitos importantes

Cuando la Comisión Europea presentó hace un año el Plan de Inversiones del Pacto Verde Europeo, identificó un requisito financiero de un billón de euros.

El Pacto Verde Europeo se centra en “reconstruir” mejor Europa, y un pilar importante del mismo es la transición energética. Es aquí donde el hidrógeno adquiere un gran potencial para favorecer la descarbonización.

Por razones técnicas y económicas, las “moléculas verdes” son necesarias para la descarbonización del sector de las materias primas, en la industria, en el transporte y en el sector de la construcción. Las energías renovables también pueden almacenarse utilizando hidrógeno y transportarse de manera más eficiente, utilizando la red de gas existente.

Allianz, como uno de los miembros fundadores de la ‘Net-Zero Asset Owner Alliance‘, se compromete a hacer la transición de sus carteras de inversión hacia cero emisiones para 2050 y participa en varios proyectos de hidrógeno a través de sus compañías en cartera en los sectores de redes eléctricas y de gas.

La situación actual

El enfoque actual está en el hidrógeno verde (que se deriva de las energías renovables); sin embargo, una rápida integración del mercado del hidrógeno requiere un “período azul” durante el cual el hidrógeno aún se producirá a partir de hidrocarburos, aunque las emisiones de COpueden capturarse y almacenarse.

La UE estima que será necesario invertir entre 300.000-400.000 millones de euros

En julio de 2020, la UE publicó su estrategia sobre el hidrógeno que tiene como objetivo construir 40 GW de capacidad de electrólisis para 2030.

Las necesidades totales de inversión para electrólisis, energía renovable, transporte, distribución y almacenamiento se estiman entre 300-400.000 millones de euros.

Se calcula producir hasta un millón de toneladas métricas de hidrógeno a partir de energías renovables para 2024.

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Para 2050, las tecnologías de hidrógeno se introducirán ampliamente en la economía, incluso en sectores como la aviación, donde lograr reducciones en las emisiones de COes más difícil.

Más allá de los importantes esfuerzos financieros y humanos, estos enormes proyectos exigirán marcos regulatorios y fiscales adecuados que sean los requisitos previos para atraer al capital privado.

La Covid-19 y la descarbonización

El Acuerdo Verde Europeo se anunció solo unas semanas antes del brote de coronavirus en Europa. Si bien las repercusiones económicas de la Covid-19 probablemente durarán varios años, no es necesario que se ralentice el proceso de descarbonización. Las infraestructuras pueden ser esenciales para la recuperación post-pandémica como motor hacia un futuro sostenible.

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Los gobiernos lanzarán nuevos paquetes de estímulo para apoyar la recuperación económica y fomentarán nuevas estructuras de inversión.

Para contener el creciente endeudamiento público y los aumentos de los déficits presupuestarios en muchos países europeos, los mercados privados pueden desempeñar un papel crucial.

Financiar estas inversiones a largo plazo hacia una Europa sostenible con dinero proveniente de fondos de pensiones y clientes de seguros a largo plazo, es una combinación perfecta.

La cantidad de dinero invertido en pensiones y seguros en Europa se estima actualmente en 13 billones de euros, pero la inversión en infraestructuras sigue siendo relativamente modesta (alrededor del 3-4%) y hay un gran interés de los inversores en expandirla.

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Por lo general, éstos ya conocen los riesgos técnicos y comerciales asociados con las inversiones en hidrógeno; sin embargo, su apetito por proporcionar sumas importantes se basará en consideraciones regulatorias.

Bajo la Directiva Solvencia II (que modela la actuación de muchos inversores de seguros), los riesgos de precio y volumen deben ser contemplados, ya sea mediante contratos de compra a medio y largo plazo, o regulaciones adecuadas para garantizar un tratamiento eficiente del riesgo sobre el capital. Esto, a su vez, convertiría a dichos inversores institucionales en atractivos financiadores para los promotores de la descarbonización.

La demanda de hidrógeno bajo en carbono dependerá de su coste relativo

Finalmente, la demanda de hidrógeno bajo en carbono dependerá de su coste relativo frente a soluciones con mayor contenido de carbono, como el hidrógeno gris, el gas natural o el diésel, cuyos precios probablemente serán sustancialmente más bajos en el futuro.

En este contexto, un marco integral de apoyo es fundamental, al menos inicialmente, para estimular la demanda y mitigar los riesgos de inversión.

Este marco debería permitirnos lograr economías de escala que, con el tiempo, hagan que ese apoyo sea superfluo, de una manera no muy diferente a la reciente experiencia en el sector de las energías renovables. De esta forma, los inversores institucionales europeos pueden realizar una contribución importante para “reconstruir” mejor Europa.

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