Rajoy, no recortes, sube impuestos

Faltan horas para que el Gobierno presente sus presupuestos para el año 2012. Este Ejecutivo lleva ya más de tres[…]

Faltan horas para que el Gobierno presente sus presupuestos para el año 2012. Este Ejecutivo lleva ya más de tres meses al frente, pero ha preferido hacer públicos sus planes después de las elecciones de Andalucía y de Asturias, pese a que en Bruselas muestran cierto resquemor y la prima de riesgo ha sufrido un importante repunte.

Eso no significa que el equipo de Mariano Rajoy haya estado sin hacer nada durante todo este tiempo: ha aprobado una reforma laboral que prácticamente deja el Estatuto de los Trabajadores en papel mojado y una reforma financiera cuya ambición es acabar con el principal problema de España. Además, ha subido los impuestos: por un lado, el IRPF y, por otro, el que pesa sobre los rendimientos del ahorro. Ambos, de manera excepcional, durante dos años, hasta que se supone que terminará la crisis.

Ahora, lo que tememos es que el próximo viernes los presupuestos generales del Estado impliquen un recorte sustancial al Estado del Bienestar del que todavía disfrutamos. Es decir, lo que se teme es que para el cumplimiento del objetivo de déficit, Mariano Rajoy ponga el acento sobre el gasto y no sobre el ingreso y se generalice, por ejemplo, el "repago" sanitario.

Como dijimos en este mismo espacio hace unos días, España no gasta en exceso en comparación con sus socios. De hecho, el gasto público español sobre el PIB es de los más bajos de toda Europa. No parece haber mucho sitio para meter la tijera sin poner en riesgo la sanidad, la educación y, en general, la protección social.

En cambio, sí hay margen para incrementar los ingresos del Estado, es decir, para subir los impuestos, sin que España pierda competitividad en Europa.

El Estado español ingresó el año pasado el equivalente al 36,3% del PIB, según los datos de Eurostat que enlazamos aquí. Menos que Polonia (37,5%), la República Checa (39,3%) o Grecia, ese país con tan mala fama en lo que a recaudación de impuestos se refiere (39,5%). Los ingresos sobre el PIB del Estado español se encuentran por debajo incluso del "liberal" Reino Unido post-Thatcher (40,3%) y mucho más lejos todavía de Francia y Bélgica, donde rondan el 49%. En Finlandia, Noruega y Suecia, la recaudación por impuestos supone más del 50% del PIB.

Peor que España, sólo Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Lituania. Quizá a los liberales españoles o a los representantes de esa mentalidad anti-impuestos les gusten esos países que se convirtieron a principios de la década pasada en el destino de las empresas que se deslocalizaban en busca de fiscalidades más laxas y trabajadores más baratos y con menos derechos.

Eurostat también da datos sobre la carga fiscal que pesa sobre los beneficios y la riqueza. Otra vez España se coloca a la cola: esos tributos sólo suponen un 9,5% del PIB. En Francia, un 10,6%, en Alemania, un 11%. Hasta en el paraíso fiscal en que se convirtió Irlanda en los últimos años este porcentaje es mayor. En la cuna del neoliberalismo, en el Reino Unido, se sitúa en el 15,6%, una cifra sólo tres décimas por debajo de la de Finlandia.

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Sólo Grecia y los países del Este de reciente incorporación a la Unión Europea gravan menos los beneficios y la riqueza que España. Quisieron (o les obligaron) a ser más papistas que el papa para poder entrar en este club de ricos.

En el caso de la carga fiscal sobre las rentas del trabajo, que de acuerdo con el indicador de Eurostat, incluye las cotizaciones de las empresas por sus trabajadores, es más baja en España (31,8% del PIB) que en Francia (41,1%) o en Alemania (38,8%), pero más alta que en el Reino Unido (25%).

Hay, pues, margen para subir los impuestos en España. La gran cuestión es cómo hacerlo. ¿Con el IVA? Es el tributo más injusto y menos progresivo que hay: paga el mismo IVA por una barra de pan Botín que un trabajador de la sucursal del Santander o que un parado. ¿Subir el Impuesto de Sociedades? Los tipos efectivos que pagan las grandes empresas son muy bajos, debido al gran número de deducciones a las que se pueden acoger. Por ahí el Estado puede arañar sustanciosos ingresos. Y, cómo no, aumentando los recursos para luchar contra el fraude fiscal.

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En todo caso, las subidas de impuestos no deben ser coyunturales, para un par de años, sino estructurales. Porque el problema de España y sus ingresos parece que es estructural.

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