Wall Street tiene muchos billetes verdes para el Green New Deal

La legislación medioambiental cuenta con un defensor a ultranza en el sector financiero.

Antes incluso de que la diputada Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York y el senador Ed Markey de Massachusetts, ambos demócratas, presentaran su resolución el pasado 7 de febrero en la que esbozaban un acuerdo conocido como Green New Deal, los miembros de ambos partidos calificaban la idea de poco realista o cosas aún peores. El republicano Mike Simpson de Idaho, que forma parte del Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, afirmó que era «una locura», sin especificar por qué, y John Barrasso, presidente republicano de la Comisión de Medio Ambiente e Infraestructuras del Senado, calificó el acuerdo como «absurdo manifiesto socialista». Incluso la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que se ha mostrado valiente frente a la oposición republicana en otros asuntos, mostró su oposición al acuerdo.

El principal defecto del plan, según sus críticos, es que sería demasiado costoso. Ocasio-Cortez aboga por el gasto deficitario, y ha aplicado una tasa impositiva marginal del 70 por ciento para los trabajadores con ingresos elevados que generaría parte de los ingresos necesarios. Pero los que se muestran más preocupados por la procedencia del resto de los fondos se olvidan de un factor importante y sorprendentemente entusiasta: Wall Street. 

Los inversores están más que dispuestos a aportar el capital para financiar los objetivos del acuerdo, que incluyen pasar a un 100 por 100 de energía renovable o limpia en 10 años, construir una red energética nacional y renovar los edificios existentes para aumentar la eficiencia energética, siempre y cuando cuenten con el beneplácito del Congreso, afirma Jon Powers, presidente de la compañía de tecnología financiera Clean Capital y ex director general federal de sostenibilidad del presidente Obama. «Si hay algo que refrena el capital es la incertidumbre», afirma. «Una vez que se tenga certeza en esa política, entonces el capital sabrá adónde ir», asegura.

La inversión sostenible ya es un mercado que mueve 12 billones de dólares en Estados Unidos, según el Foro para la Inversión Sostenible y Responsable. Los datos de Bloomberg NEF muestran que la emisión mundial de bonos verdes aumentó hasta los 600.000 millones de dólares el año pasado. Si bien es cierto que los fondos de inversión y los grandes bancos son casi el demonio para Ocasio-Cortez, una socialista demócrata que evita las donaciones corporativas, sin duda a estos les interesa saber hasta dónde está llevando las negociaciones sobre las iniciativas ecológicas. 

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«Wall Street se lo tomaría en serio», afirma Stephen Liberatore, director general de Nuveen, una compañía que gestiona 9.000 millones de dólares en renta fija vinculados a una estrategia ambiental, social y de gobierno. «Cada vez hay más inversores que están interesados en mantener una exposición a proyectos y deudas verdes».
La coordinación entre gobierno y compañías a este nivel ya dio resultados en otras ocasiones: durante el New Deal original, pero también durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Franklin D. Roosevelt creó una junta de producción nacional para orientar las fábricas a la modalidad de producción de bienes de guerra. «Estamos pensando en muchos métodos de financiación diferentes, como subvenciones, préstamos directos, asociaciones público-privadas, empresas conjuntas o la creación de nuevos mercados de bonos», afirma Robert Hockett, profesor de la Facultad de Derecho de Cornell y asesor principal de política de Ocasio-Cortez. «Como ocurrió con el New Deal original, prevemos que las empresas actuales jugarán un papel muy importante», comenta el profesor.

Opciones sobre la mesa

Durante la Gran Depresión, el Gobierno federal creó la Reconstruction Finance Corp., una entidad gubernamental que concedió préstamos a empresas y estados para fomentar la inversión y la estabilidad económica. El borrador del Green New Deal propone la creación de bancos públicos en una línea similar para ofrecer a los ciudadanos una participación en la titularidad de los proyectos de infraestructuras y en la rentabilidad de las inversiones.

Existen otras vías de financiación como la inversión pública en bonos verdes y valores respaldados por activos, que son arrendamientos titulizados vinculados a activos con bajo o nulo contenido de carbono, como paneles solares o préstamos concedidos a los titulares para financiar mejoras en los edificios. El gobierno ya trabaja de forma muy estrecha con el sector de los activos respaldados por activos a través de Fannie Mae y Freddie Mac y a nivel estatal con programas como el sistema de financiación de préstamos para una energía limpia, conocido como PACE. Pero cualquier programa de préstamos vinculado al gobierno federal sería polémico, a la vista de los fracasos anteriores, incluyendo las garantías de préstamos concedidas bajo la administración Obama al fabricante de paneles solares Solyndra, que acabó en liquidación. La creación de un prestamista federal para financiar los programas descritos en el Green New Deal podría ser una solución, pero también sería polémica: los críticos señalan la amenaza de un aumento de los pasivos y los riesgos para la economía. 

La inversión del sector privado no es suficiente para hacer frente a la amenaza del cambio climático, afirma Saikat Chakrabarti, jefe de gabinete de Ocasio-Cortez. «Lo que creemos que tenemos que hacer ademásde eso, y que no está pasando a la escala necesaria, es fomentar la inversión federal», afirma. «El sector privado por sí solo no puede resolver la crisis climática».

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advirtió el pasado mes de octubre de que el mundo debía adoptar medidas extraordinarias para evitar el calentamiento de más de 1,5 grados centígrados en este siglo, el objetivo del Acuerdo de París. Los desastres naturales le costaron a la economía mundial 350.000 millones de dólares en 2017, según Swiss Re AG, por una serie de huracanes particularmente fuertes; en 2018, el total fue de 155.000 millones de dólares.

Los investigadores del clima prevén que los temporales se van a recrudecer. Al día siguiente del Día de Acción de Gracias, el Programa de Investigación sobre el Cambio Global del gobierno de Estados Unidos publicó su cuarto informe, en el que 300 expertos afirmaban que el cambio climático podría costarle a la economía de Estados Unidos cientos de miles de millones de dólares al año y contribuir a la muerte de miles de estadounidenses para finales de siglo. 

Preguntas

Estas consecuencias solamente pueden prevenirse con acciones a gran escala y solo con la participación de las empresas, según el economista Robert Pollin, a quien se le encargó la investigación de un paquete de estímulo en la era de Obama que incluía alrededor de 90.000 millones de dólares en inversiones en energía limpia. «Si de verdad estamos hablando de transformar totalmente el sistema energético de Estados Unidos en una o dos décadas, tiene que haber incentivos muy grandes», afirma. «Estamos reconstruyendo toda una infraestructura energética, así que se crearán grandes oportunidades para todo tipo de negocios», declara. 

Los responsables del New Green Deal tendrán que responder a preguntas importantes, como las preocupaciones sobre los acuerdos comerciales, la industria pesada y los salarios. Pero la conversación que han entablado ya está empezando a dar algunos frutos. «Pensemos dónde estamos ahora mismo», afirma Powers of Clean Capital. «Los candidatos a la presidencia están apostando en parte por el éxito de una misión titánica de energía verde, que es una señal de lo lejos que han llegado las cosas, incluso en pocos años». «El momento cultural para que se produzca algo así ha llegado», concluye.

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