"La crisis del Popular debería haber hecho dimitir a todos los responsables de la supervisión bancaria europea"
Un ahorrador astuto tiene las claves para que no le engañen
El libro apareció en septiembre del pasado año y se convirtió en uno de los títulos más demandados por ahorradores e inversores. Ahora, en su número especial de verano INVERSIÓN & Finanzas entregará a sus lectores, junto al ejemplar habitual, «El ahorrador astuto», donde Rafael Rubio, autor muy ligado a la historia de esta revista, ha desgranado sus mejores y más prácticos conocimientos para ayudar a los inversores a tomar sus decisiones en un momento de especial dificultad.
¿Qué se van a encontrar los lectores de INVERSIÓN y Finanzas a partir del 14 de julio cuando tengan en sus manos su libro «El ahorrador astuto»?
Se van a encontrar un libro con un contenido muy variado en el que se repasan todos los mercados y productos en los que se puede colocar el ahorro, pero en el actual contexto de bajos tipos de interés y en un ambiente que nada tiene que ver con el que existía antes de iniciarse la crisis. Es, además, práctico, con consejos, direcciones, datos de rentabilidad... para facilitar la toma decisiones a ahorradores e inversores. Incluye también un capítulo que reúne las reflexiones más profundas de los grandes inversores y analistas bursátiles de todo el mundo. Es el libro de consulta para tener permanente en la mesilla, pero también para regalar a un amigo o familiar que le pregunta sobre la mejor forma de colocar su dinero.
Alguien puede pensar que Leo Messi o Cristiano Ronaldo son ahorradores astutos.
Pues, harán mal si así lo piensan, al menos teniendo en cuenta el concepto de astucia, tal y como yo lo entiendo en mi libro. Quien elude las normas con las que se organiza una sociedad es un transgresor, un tramposo que pretende sacar partido con el engaño. El riesgo que asumen es que se descubra la trampa y en tal caso deban pagar por ello no sólo económicamente, sino también con privación de libertad en el caso de que el engaño fuera de grandes proporciones. Para mí, el ahorrador astuto es aquel que muestra habilidad para comprender todo aquello que afecta al mundo financiero y evita que le engañen, algo más difícil de lo que parece teniendo en cuenta los intereses que se juegan en el universo del dinero.
¿Por qué prestamos tan poca atención a la gestión de nuestro patrimonio, cuando es el fruto de toda una vida de esfuerzo y trabajo?
Probablemente porque la cultura financiera nos pone a prueba y nos enfrenta a nuestra verdadera capacidad para gestionar la propia vida. También porque es un ámbito en el que tradicionalmente no hemos recibido formación y enfrentarse a ese desconocimiento supone un esfuerzo de disciplina y una superación de ciertos miedos. Una mala decisión en el ámbito financiero se traduce en pérdida de nuestro patrimonio, de bienestar propio y de quienes nos rodean y algún día recibirán lo que hemos acumulado. Tremenda responsabilidad que preferimos delegar en aquellos que consideramos expertos, mientras nosotros nos dedicamos a incrementar nuestra educación en otro tipo de cultura, siendo tan importante como esta formación, si no más, la educación financiera. Lo normal es que, aunque el patrimonio que tengamos sea pequeño, tratemos de adquirir una cierta cultura financiera, ayudándonos -eso sí- por algún asesor. Es la mejor fórmula para evitar engaños y para tener seguridad de que la gestión del patrimonio se hace defendiendo los propios intereses y no los de terceros.
Nueva Rumasa, preferentes, salida a Bolsa de Bankia, falsas asociaciones de defensa de clientes bancarios, como Ausbanc, por citar algunos casos recientes de escándalos financieros. ¿Se podían haber evitado con una mayor cultura financiera de los ahorradores?
Esos casos que me menciona, a los que podría añadirse alguno más como la inversión en sellos, demuestran lo arriesgado que es moverse en el mundo financiero y los espurios intereses que pretenden hacerse con nuestro ahorro a poco que nos descuidemos. No me cabe duda de que la familia Ruiz Mateos y el encarcelado presidente de Ausbanc sabían perfectamente que el éxito de su negocio estaba en la escasa cultura financiera de los ahorradores. Lo increíble es que eso también lo sabían los responsables de las entidades financieras que comercializaron participaciones preferentes entre sus clientes minoristas, mientras que el Banco de España miraba para otro lado, e incluso quienes decidieron poner a la venta acciones de Bankia aportando unos datos que ahora se han demostrado que eran falsos. No es seguro que una mayor cultura financiera hubiera evitado tantas estafas pero, sin duda, las hubiera minimizado.
Le veo crítico con el Banco de España. ¿Cree que esta institución y la CNMV han cumplido su papel de proteger al ahorrador?
Lo primero que hay que tener claro es que ni el Banco de España ni la CNMV tienen como objetivo prioritario proteger al ahorrador. Su cometido es supervisar los mercados y las instituciones para que éstos jueguen con la mayor eficacia el papel que se le confía dentro del sistema económico. Pero, si hicieran bien tal cometido, ello sería suficiente para que el ahorrador sintiera una cierta protección, porque sabría en todo momento a qué atenerse. El problema es que ni el Banco de España ni la CNMV han cumplido con su papel. En el caso del Banco de España fue cómplice en muchas casos de las malas prácticas de algunas entidades financieras y colaboró y permitió que tales prácticas no se corrigieran hasta que llegó el inevitable colapso. Por parte de la CNMV, ha habido constantes cambios de criterios al capricho del planteamiento más o menos liberal del presidente de turno. Todavía estoy esperando una explicación coherente de la causa por la que se han prohibido las operaciones a corto con las acciones de Liberbank y, sin embargo, se permitieron con el Popular en sus peores momentos.
¿Cómo se ha podido llegar a la desaparición del Popular y a que 300.000 accionistas lo hayan perdido todo?
Muy fácilmente. Dejando que un banco que tenía problemas, según se detectó en varias auditorías y test de estrés, siguiera funcionando y operando como si se tratara del banco más solvente. El Banco de España pasó la responsabilidad al Banco Central Europeo y éste, con el mayor desprecio a los accionistas de la entidad, trató de hacer, en su ignorancia de lo que de verdad ocurría, un experimento con la crisis del Popular. Es increíble que el Banco de España y el Ministerio de Economía a estas alturas digan que el problema del Popular fue de liquidez y que el Banco Central Europeo sostenga que fue de solvencia. Revela una falta de coordinación y comprensión del problema que sólo puede provocar la indignación entre los accionistas en los que nadie pensó, salvo para que se convirtieran en cabeza de turco ejemplarizante para futuras crisis bancarias. La crisis del Popular debería haber hecho dimitir a todos los responsables de la supervisión bancaria europea por su incapacidad para cumplir su misión. Pero, lo más fácil es diluir la responsabilidad entre 300.000 individuos o instituciones que se equivocaron a la hora de colocar su dinero. Aunque su verdadera equivocación fue pensar que el sistema financiero estaba más supervisado que cualquier casino.