Zeltia, una expectativa interminable

No es cuestión de comparar a con la Armada Invencible, pero como las dos buscaron la gloria en el mar, a estas horas su presidente Jose María Fernández Sousa debe estar exclamando, como Felipe II hace más de cuatro siglos, que él no mandó sus naves a luchar contra los elementos.

La derrota sufrida por Zeltia en la reunión de la agencia del medicamento estadounidense es de tal calibre que merece mucho más que un lacónico "es posible que nos lo aprueben en septiembre". No basta en absoluto cuando 14 de los quince expertos han echado para atrás al aprobación del fármaco Yondelis para luchar contra el cáncer de ovario. El fracaso es de tal calibre y la caída en bolsa posterior tan brutal que cabe decir que ha terminado un ciclo en la vida de una compañía que vive de las expectativas.

Zeltia tendrá que hacer autocrítica y de las buenas -la filial Pharma Mar tuvo que enfrentarse a un tsunami interno, con salidas masivas de directivos- tras el no de las autoridades europeas a la aprobación de Yondelis en 2003- y preguntarse qué ha pasado. Una cosa es perder y otra bien distinta es ser vapuleado. Todas las miradas se dirigen hacia Ortho Biotech, la filial de Johnson & Johnson, socio de Zeltia que había solicitado la aprobación de Yondelis y que sale del proceso con la credibilidad bajo mínimos. ¿Cómo explicar a los inversores que la negativa de la inmensa mayoría de los expertos es reversible en un plazo razonable de tiempo?

Fernández Sousa tiene un problemón por delante. Necesita financiación para continuar sus proyectos y eso pasa, sí o sí, por una ampliación de capital. En 2005 se vio obligado a aumentarlo y sólo consiguió de los inversores el 65% de los 100 millones que solicitó. Ahora viene el más difícil todavía. El valor está hundido en bolsa, en niveles de hace 10 años, y la situación del mercado bursátil exige descuentos muy generosos -ahí están para probarlo las ampliaciones de Jazztel, Natra o HH Hoteles- si de colocar acciones se trata. El momento no puede ser más complejo para Zeltia, un ex Ibex 35 que desde ayer vale menos de 1.000 millones en bolsa.

Tendrá que sacar el equipo de Zeltia las dotes de ilusionista porque las objeciones de la FDA son demoledoras. Se trata de generar nuevas expectativas, de impedir que se acabe la magia de aquel valor que hizo de oro a toda una generación de bolsistas que vieron saltar la cotización desde un euro hasta los 12 entre entre 1998 y 2000. En aquellos días Zeltia era un icono bursátil, el rey Midas que convertía el oro todo lo que tocaba, el valor que los analistas se peleaban por seguir, la punta de lanza de la investigación en España.

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Luego llegaron los retrasos interminables que no impidieron que los mayores fondos del mundo siguieran apostando por una empresa que, conviene no olvidarlo, ha sido el objeto del deseo de los grandes grupos mundiales, entre ellos Johnson & Johnson, a quien se supone que Fernández Sousa estará reclamando unos cuantos daños y perjuicios. No se trata de buscar un culpable, sino de impedir que vuelva a repetirse un fracaso que aboca a Zeltia a una travesía del desierto de órdago. O lo que es lo mismo, a pedir al mercado como mínimo 80 millones de euros en el peor escenario posible.

El comienzo de esta revolución coincide con las dificultades de Pharma Mar para sacar adelante sus medicamentos y con el declive de la cotización en bolsa después de un cuatrienio prodigioso -entre 1997 y 2000- en el que la subió desde los 0,2 hasta los 12,20 euros por las expectativas generadas por las investigaciones del grupo.

En el año 2003, la EMEA rechazó la comercialización de Yondelis para Sarcomas de Tejido Blando (STB). La apelación de Zeltia también fue desestimada a finales de ese año. Ha tardado casi tres años en volver a iniciar el proceso en el organismo europeo, que se encuentra en pleno proceso de evaluación del dossier.

 

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