Ruiz-Mateos: el arte del marketing

"Si Ruiz-Mateos no existiera habría que inventarlo". Es una frase que leí el otro día en Twitter. Y tiene su[…]

"Si Ruiz-Mateos no existiera habría que inventarlo". Es una frase que leí el otro día en Twitter. Y tiene su sentido, al menos por las memorables escenas que ha dejado escritas en la historia de los debacles empresariales españoles. No hay duda de que el patriarca de la saga ha logrado, con humor y labia, estar presente en los corrillos y debates de numerosos ciudadanos, de cualquier condición y clase social.

Su disfraz de Superman y su "que te pego leche" no son más que dos de sus llamativas estrategias de márketing. Como gestor no se ha demostrado muy bueno. Como publicista y generador de marca, sin duda sí. José María Ruiz-Mateos sabe de oratoria, es capaz de guiar a la masa, tiene fluidez en el lenguaje, aplomo, elegancia... En fin, cubre todas las características básicas que incluyen los manuales sobre liderazgo empresarial, el conocido "management", tan famoso actualmente.

Pocos tendrán dudas de que su forma de hablar, su saber venderse y transmitir sus emociones son, simple y llanamente, las culpables de la captación de esos 200 millones de euros que consiguió Nueva Rumasa de 2.000 pequeños inversores. Para muchos, Ruiz-Mateos era (y sigue siendo) sinónimo de confianza, "buena gente" cercanía, respeto... Valores que él ha sabido generarse a través de su elocuencia.

Desde siempre, José María Ruiz-Mateos ha conseguido impactar emocionalmente con sus mensajes, lo que le ha permitido conseguir casi todo lo que se ha propuesto. No hay duda de que su gran arma de seducción es su don de palabra. Sólo esta virtud es capaz de justificar la aceptación que han tenido sus pagarés entre sus allegados. El suegro de su abogado de toda la vida, Joaquín Yvancos, invirtió en sus pagarés. ¡Al igual que sus consuegros y los cuñados de sus propios hijos! ¿Cómo han podido sus tejemanejes y salidas y entradas de dinero quedar al margen de sus parientes más cercanos?

Lo más sorprendente es que todavía, con sus numerosas empresas en concurso y cientos de millones de euros en paradero desconocido, mantiene acreedores que confían en él y a los que les parecería una ofensa presentar cualquier demanda en su contra. Esta actitud justifica que de los 2.000 inversores afectados que ha confesado que tiene la empresa, poco más de 1.000 (1.017, en concreto) hayan comunicado sus créditos ante el juzgado, con el ánimo de poder recuperar su dinero. Otros muchos prefieren mantenerse ocultos, bien para que no se conozca su identidad, o lo que resulta más llamativo, para no perjudicar a un "amigo de toda la vida". Por muy pintoresco que parezca, es el pensamietno que mantienen numerosos ciudadanos afectados, al menos de Jerez.

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