Por supuesto que hay que buscar culpables

 Hay quienes afirman que es demagógico buscar culpables de la crisis. Argumentan que, antes de que estallara, todos nos hemos[…]

 
Hay quienes afirman que es demagógico buscar culpables de la crisis. Argumentan que, antes de que estallara, todos nos hemos beneficiado de unos magníficos años de crecimiento sin precedentes, basado en el auge del ladrillo y de las finanzas, los dos sectores que ahora aparecen como los malos de la película.

Lo del crecimiento sin precedentes es cierto. Perdón: era cierto. Ahora toca "devolver" todos los años (y dígitos porcentuales) que nos hemos pasado. Veremos cuál es la media de crecimiento en quince años cuando los diez últimos los promediemos con los cinco próximos. El mismo argumento sirve para lo de "todos nos hemos beneficiado". A todos, en mayor medida, nos tocará ahora devolver los excesos: unos, pasando un largo tiempo en el paro; otros, apretándose el cinturón; otros (los más "afortunados"), si tuvieron la previsión de ahorrar en los años de "vacas gordas", tirando ahora de los ahorros; otros, perdiendo su vivienda hipotecada o su empresa apalancada; otros, viendo cómo ese maravilloso nuevo hospital público recién construido sigue sin suficientes médicos y equipos para llenarlo, porque se ha acabado el dinero o el poco que queda es para pagar la obra, hipotecada, como todas.

Buena parte del crecimiento ha sido ficticio, apalancado, especulativo. Y no vale. Se ha roto. Hemos crecido de prestado e, insisto, ahora toca pagar la deuda. Nadie nos ha regalado nada. Y el comportamiento irresponsable, ambicioso y en muchos casos delictivo de determinados personajes va a provocar que ahora los años de durísima purga devoren buena parte de los ejercicios de bonanza.

De momento, ya se han comido uno de los activos más necesarios para que nuestro sistema capitalista y de mercado funcione: la confianza. Esto se parece a la Comunidad de Madrid: nadie se fía de nadie (ni siquiera los banqueros confían en sus colegas). Y así, ni se puede invertir ni se pueden hacer negocios.

Se tardará mucho en recuperar la confianza. Pero sin duda ayudaría que se identificara a algunos responsables y que unos cuantos de ellos pagaran caros sus excesos. Ya hemos visto en otros tiempos a grandes "líderes" empresariales cambiar el traje de finas rayas verticales típico de la City por el de gruesas rayas horizontales típico de Alcatraz (recuerden los escándalos Enron o Worldcom, por ejemplo). Ahora deberemos ver a alguno más, además de a Madoff. En el sector financiero se han hecho barbaridades que hacen ruborizarse a los banqueros de verdad, a los que durante años han entendido y aplicado las bases de un negocio que ahora se ha adulterado. ¿Y qué decir del sector inmobiliario? Cierto, durante años ha generado riqueza y empleo, que ahora se ha convertido en paro y endeudamiento descontrolado. Y por el camino, en muchos sitios se ha cargado el medio ambiente y ha corrompido la actividad política (sorprende la guerra por tomar el poder en alguna caja de ahorros: yo más bien estaría deseando quitarme de en medio... por si acaso)...

Por supuesto que hay responsables de esta dura crisis, de esta ruptura sin precedentes de la economía mundial. Y tienen que responder por lo que han hecho. Entre otras cosas, por engañarnos a todos. Incluso a los que aún creen que, pese a todo, se han beneficiado y no merece la pena reclamar responsabilidades.

Y si alguien tiene dudas de la golfería de estos sujetos, que vea con que tranquilidad los altos ejecutivos de Wall Street, los mismos que han provocado la quiebra absoluta de la banca de inversión norteamericana y la extensión de la plaga "subprime" por las finanzas mundiales, percibieron el año pasado 14.250 millones de dólares en primas, un dinero que sin duda vino de los 700.000 millones de dólares inyectados por EE.UU. para rescatar a los bancos.

¿Tiene que ir alguien a la cárcel? ¿Hay culpables y, además, descarados? Por supuesto que sí.

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