Hay un mundo paralelo... y es de los ricos

Puede resultar frívolo hablar de ricos y de opulencia en estos tiempos difíciles, marcados por los duros ajustes fiscales, las[…]

Puede resultar frívolo hablar de ricos y de opulencia en estos tiempos difíciles, marcados por los duros ajustes fiscales, las reformas en el empleo y las crisis de deuda que mantienen desazonados a varios Gobiernos europeos. No en vano, un ostentoso programa televisivo español ha recibido sendas críticas por su contenido trivial: mostrar el día a día de cinco millonarias y derrochadoras compulsivas. Pero lo cierto es que conocer la posición de las grandes fortunas también sirve para hacerse una idea de en qué mundo vivimos: al tiempo que crecen el paro y los déficits presupuestarios, siguen aumentando los grandes patrimonios y su volumen de riqueza. Los ajustes pasan de largo para los millonarios.

Así se desprende del informe sobre la Riqueza en el Mundo que acaba de publicar Merrill Lynch Global Wealth Management en colaboración con CapGemini: en España, el número de grandes fortunas (de personas con unos activos de inversión mínimos de 1 millón de dólares) creció un 12,5% en 2009, hasta alcanzar las 143.000 personas. Un año antes, el banco de inversión sólo contabilizó 127.100 ricos en nuestro país. Nos situamos así en el puesto número doce a nivel mundial por volumen de millonarios, por delante de Holanda, Bélgica, Noruega o Austria. El dato contrasta, sin embargo, con el de renta per cápita, en cuyo caso España se coloca en la duodécima posición del ranking de la Unión Europea, según datos recién publicados por la oficina de estadísticas europea, Eurostat.

Está claro que las grandes fortunas tienen en sus manos los mecanismos suficientes como para esquivar la debilidad de la economía mundial. No es de extrañar que los Gobiernos se resistan tanto a introducir cambios fiscales sólo para las rentas altas, por ejemplo en las SICAV, ante la facilidad y los canales alternativos que podrían utilizar estas personas para evadir impuestos y no generar el incremento de la recaudación pública deseado. Desde la propia Merrill Lynch confirman que no han notado en sus clientes de rentas altas ninguna inquietud particular ante la posibilidad que ahora se debate de que se vayan a gravar con más impuestos sus patrimonios.

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