¿Hay luz después del 20-N?

Los mercados están dejando claras cómo van a ser las cosas después de las elecciones del 20-N. El próximo presidente del Gobierno, léase Mariano Rajoy, no va a tener 100 días, ni 50, ni 10 para organizar y poner en marcha el plan anticrisis que hasta ahora no ha anunciado.

De lo que podemos estar seguros los electores es de que la llegada de viento nuevo a La Moncloa no va a conseguir que los inversores no castiguen en los mercados todo que lleva la marca España. El discurso que nos están vendiendo los candidatos de los dos grandes partidos, de que España va a salir de la crisis, es desde todos los puntos de vista rechazable y los caminos que van a seguir para conseguirlo, todavía más.

Me gustaría preguntar al equipo que ha confeccionado el programa del Partido Popular cómo se puede conseguir el objetivo de déficit público del 6% en 2012 y, a la vez, actualizar las pensiones el 1 de enero. Tengan en cuenta que el IPC ya está en el 3%. Mariano Rajoy sabe que la misión de la Troika (Comisión, BCE y FMI) está al caer por España. El FMI ya ha preparado una línea de crédito para nuestro país.

No se comprende, francamente, que los dos candidatos a presidentes del Gobierno estén haciendo en su campaña una apología de la "economía feliz". Alfredo Pérez Rubalcaba tampoco puede ir diciendo a sus electores que hará comprender a Bruselas, véase Ángela Merkel, que España debe retrasar en dos años los objetivos de déficit. Tampoco puede ir diciendo que su rival Rajoy recortará las prestaciones sociales y que él tiene otras alternativas. No las hay.

Lo que no puede ser es que a los electores se nos hurte la realidad. Esa realidad que los mercados, hoy es un ejemplo, se empeñan, una y otra vez, lo mal que está la economía de nuestro país. Nadie tiene un plan ante una eventual ruptura del euro. Ninguno ha advertido de  las insospechadas e inconmensurables consecuencias de una quiebra de Italia e incluso de Francia.

Publicidad

España, frente a Grecia y a Italia, tendrá la ventaja de tener un Gobierno elegido por las urnas y con amplia mayoría. Pero Rajoy debería saber lo caro que pagó Cameron (por poner un ejemplo comparable) el callarse las medidas de ajuste hasta que llegó a Downing Street. Hoy en día, ya no vale decir me lo encontré cuando llegué. Alguna cosa habrá, seguro. Pero las cifras están ahí y los diagnósticos son muy fáciles de elaborar.

En portada

Noticias de