Fuerzas ciudadanas emergen en Bolivia como opción frente a crisis de partidos

Varios movimientos ciudadanos contrarios a la intención del presidente boliviano, Evo Morales, de volver a ser candidato en 2019 emergen[…]

Varios movimientos ciudadanos contrarios a la intención del presidente boliviano, Evo Morales, de volver a ser candidato en 2019 emergen en Bolivia ante la debilidad que afecta a los partidos de oposición con los que no se sienten representados.

El pasado 21 de febrero, al cumplirse un año del referendo en el que triunfó el No a la reelección, esos movimientos ciudadanos exigieron respeto a la votación, al mismo tiempo que los seguidores de Morales se manifestaron para pedirle que de todos modos busque un cuarto mandato, hasta 2025.

En declaraciones a Efe, el analista político Jorge Lazarte opinó que el oficialismo convocó a ese referendo con el cálculo de que sería fácil volver a derrotar en las urnas a una oposición "casi espectral", como ha venido ocurriendo en la última década en la que el partido de Morales ha obtenido amplias ventajas electorales.

Pero el oficialismo no contó con "la fuerza y la multiplicidad de estos grupos ciudadanos" que ocuparon los "vacíos" dejados por las fuerzas opositoras, según Lazarte, crítico con el Gobierno.

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Así, en la consulta, el 51,3 % de los bolivianos votó en contra de la modificación del artículo 68 de la Constitución para permitir la nueva postulación del mandatario, frente a un 48,7 % que respaldó la iniciativa.

Si alguien pensaba que el asunto quedaría zanjado tras el referendo se equivocó, ya que el Gobierno, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) y los sindicatos afines a Morales han insistido en los últimos meses en desconocer los resultados, alegando que la gente votó engañada por una campaña sucia contra el gobernante.

Con esa coartada, el oficialismo estudia ahora diversas opciones para habilitar la candidatura de Morales, desde llamar a un nuevo referendo hasta una renuncia anticipada para no acabar su tercer período, ante lo cual resurgieron los colectivos ciudadanos que exigen respeto por los resultados del llamado "21F".

Para Lazarte, el "viraje" que se produjo en 2016 con la derrota del Gobierno" en el referendo se ratificó el pasado 21 de febrero "en las calles", con la presencia de "decenas y decenas" de grupos ciudadanos en todo el país, lo que "expresa la propia crisis de los partidos en general, sobre todo de los de oposición".

Los partidarios de Morales han insistido en asociar a estos movimientos ciudadanos con la oposición, pero quienes participaron en las movilizaciones niegan esos vínculos y aseguran que las mismas no fueron mérito de ningún partido político, sino de los ciudadanos.

El comunicador social Ilya Fortún, integrante del colectivo Fuerza Ciudadana, aseguró a Efe que las "banderas políticas" fueron rechazadas en las manifestaciones en contra de la reelección de Morales.

"La gente no es tonta, la gente se dio cuenta de que hubo algún líder que ha tratado de aprovecharse del 21F (...) pero eso no hace otra cosa que desacreditar y desgastar aún más el liderazgo de estos viejos líderes que no han podido ponerse a la altura de las circunstancias políticas del país y que más bien han sido funcionales de alguna manera al MAS", dijo.

Para Fortún, mediante estos grupos, "el ciudadano está buscando reconstruir sus lazos sociales, reconstruir algunos espacios de representación, pero sobre todo está refrescando la política" con miradas desde distintos colectivos.

El oficialismo defiende que Morales es el único candidato que garantiza el triunfo y la unidad de los sectores afines al MAS.

Lazarte consideró que el MAS se encuentra en una "ecuación imposible", en la que Morales es "al mismo tiempo" su "fuerza" y su "debilidad".

Las fuerzas opositoras están ante el reto de replantear sus estrategias para estar en "condiciones de vencer al candidato" oficialista y "convencer al país de que tienen capacidad de ser gobierno", lo que "no es tarea fácil", opinó el analista.

Fortún consideró que los partidos tradicionales tienen el desafío "de saber leer el 21 de febrero, de saber asumir que las cosas están cambiando" y comprender que la representación de la energía social "hoy no pasa obligatoriamente por los partidos y que se está canalizando a través de otras fuerzas".

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