El verano dará un respiro al paro, pero sólo es eso, un respiro

Desde que se publicó el dato de empleo de abril, tanto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero,  como[…]

Desde que se publicó el dato de empleo de abril, tanto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero,  como el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, han lanzado las campanas al vuelo. Ambos no se han cansado de repetir que los próximos meses serán positivos para la creación de empleo, especialmente de cara a la campaña de verano.

Para hacer tales afirmaciones se apoyan en los datos de paro del mes de abril. Una Semana Santa tardía, sin fiestas en los cuatro primeros meses del año, junto a las revueltas del Norte de África, llenaron los hoteles y apartamentos a pesar del mal tiempo y adelantaron las contrataciones en el sector servicios y se convirtió en el mejor abril en cinco años.

De cara a la campaña de verano, esta situación internacional beneficiará y mucho a España. Especialmente a las islas Canarias, muy golpeadas por el desempleo. Y estas perspectivas han sido utilizadas por el Ejecutivo para lanzar afirmaciones positivas sobre el paro para los próximos meses.

Lo que se les olvida decir es, por un lado, que los meses veraniegos son propicios para la contratación temporal en el sector servicios. Es decir, no se trata de una creación de empleo sostenible en el tiempo. Y segundo, ¿qué pasará en agosto, cuando esas personas vuelvan a las listas de los servicios públicos de desempleo tras finalizar sus contratos temporales? Qué la cifra volverá a subir.

España dista todavía mucho de crear un empleo de calidad, sostenible en el tiempo y no vinculado a las temporadas estivales ni a la economía de sol y playa.

Por otro lado, la Economía Sostenible suponía un ambicioso proyecto por parte del Gobierno para cambiar el modelo económico de España, no se ha vuelto a tener noticias de ella un año después de su aprobación y parece que ha sido guardada en el baúl de los recuerdos. La reforma laboral tampoco ha tenido el efecto deseado y confirma las críticas más duras: se ha quedado corta.

Todo esto no hace que afrontemos la última parte del año con mucho optimismo. Y el Gobierno, que conoce las cifras mejor que nadie, no debería lanzarse al vacío pregonando buenas noticias que están vinculadas más a componentes internacionales y estacionales que a su propia labor como gestor de una crisis económica cuyas consecuencias les han sobrepasado.

En portada

Noticias de