El regreso de la nueva ruta Quetzal

Jesús Luna Torres, jefe de campamento con Miguel de la Quadra-Salcedo, quiere recuperar el programa que más ha estrechado los lazos con América Latina

Cada verano, desde 1979, alrededor de 250 adolescentes procedentes de 53 países cargaban con la mochila a la espalda para cruzar el océano Atlántico y vivir una de las experiencias que, sin duda, se convertiría en un punto de inflexión en sus vidas. Con tan solo 15 años, los jóvenes se veían inmersos en una aventura de un mes que cambiaba su escala de valores, la percepción de las diferentes culturas y les abría los ojos al mundo.

Se trataba de la ruta Quetzal, un proyecto liderado por el conocido reportero y aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo- y financiado por el BBVA- que fue declarado de "interés universal" por la Unesco y premiado por la Universidad de Luneburgo (Alemania) como el mejor programa de Pedagogía de Experiencia. Este proyecto, por el que pasaron más de 10.000 jóvenes y recorrió 20 países, sirvió durante más de 30 años para estrechar los lazos con América Latina. Cada expedición tenía como hilo conductor los descubrimientos de América de los siglos XV y XVI. Los jóvenes tenían la oportunidad de conocer las dimensiones antropológicas, geográficas y humanas de América Latina. Las clases, en vez de darse en aulas, tenían lugar en plena naturaleza y en ellas se impulsaban valores de justicia, paz, entendimiento y diálogo.

"Cada verano Miguel diseñaba el itinerario y los jóvenes viajaban de un lado a otro, a veces andando, otras en avión...y solíamos dormir en tiendas de campaña porque Miguel quería que estuviéramos en contacto con la naturaleza", explica Jesús Luna, su jefe de campamento, a este diario. "Los chavales vivían la historia en los lugares en los que se produjeron los hechos, podían tocar las cosas y verlas, no era algo virtual- señala- cambiaban su percepción del mundo y de las culturas, algo verdaderamente transformador".

Jesús, profesor en un instituto de Madrid y asociado del Departamento de Educación Física de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha acompañado a Miguel de la Quadra-Salcedo durante 25 años (no participó en dos expediciones) desde 1989 hasta 2016, año en el que Miguel murió y, con él, su proyecto, porque el BBVA aprovechó esta circunstancia para no volver a financiar esta ruta. Cuando esto ocurrió, Jesús desempolvó los diarios de los viajes y, para que no caigan en el olvido, escribió un libro: "Diario de un Quetzal: primera expedición científica a América. Francisco Hernández 1570-1577". Pero se quedó con ganas de más.

Recuperar el espíritu de la ruta Quetzal

Ahora, junto a un grupo de personas que participaron en estas expediciones, Jesús intenta hacer resurgir el espíritu de la ruta Quetzal a través de un nuevo plan. "Queremos crear una sociedad de oportunidades, con espíritu de concordia y diálogo, que parece que está roto o que no termina de funcionar muy bien en algunas situaciones políticas que vivimos", justifica el profesor. "Y eso que nosotros, que éramos un grupo grande con personas de tantos países, lo conseguíamos", ironiza.

"Esto es un antídoto contra todo ese tipo de conductas y valores que actualmente no parece que estén muy en vilo", sostiene Jesús. "Esperamos mucho de los jóvenes, pero no hacemos nada por transformar la sociedad, y por eso proponemos un programa de valores que se basa en la pedagogía de la experiencia", recalca. De este modo pretende revivir los valores de la ruta Quetzal, aunque no se tratará exactamente de una continuidad, sino de un nuevo programa.

Y es que son los hijos de Miguel de la Quadra-Salcedo los que tienen la propiedad intelectual del proyecto. "Intentaron sacarlo de nuevo adelante, pero finalmente, y ante las dificultades, han preferido que quede como un recuerdo de su padre", indica Jesús. Y ahora será él quien se encargue de resurgir esta iniciativa. "No vamos a reflotarlo igual, pero sí que queremos llevar a cabo una idea de este tipo para unir a jóvenes de Europa y América y crear un proyecto con la misma filosofía de viajar conociendo, aunque más modesto", asevera.

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En busca de patrocinadores

Para ello, Jesús ya se ha puesto en marcha. En primer lugar ha acudido a las instituciones. "Hemos pensado que las comunidades autónomas podrían ser las primeras interesadas", comenta. "Con algunas ya he hablado y les ha resultado interesante, podrían sacar tres o cuatro becas cada verano".

Una vez que cuenten con una base de apoyo, llamará a las puertas de mayores financiadores. "Cuando tengamos el sello de las instituciones y reconozcan nuestro proyecto acudiremos a las empresas para que puedan participar" afirma.

Para Jesús resulta muy importante relanzar esta segunda versión de la ruta Quetzal. "Necesitamos jóvenes que sean capaces de comprender la multiculturalidad, y eso es un problema cada vez mayor", insiste. "Vemos una Europa cada vez más insolidaria, más racista y absolutamente antihumanitaria -prosigue- es fundamental un programa como este para resaltar la cooperación entre los pueblos y cambiar la actitud de la sociedad".

Entre todas las experiencias que ha vivido y la gente que ha conocido, Jesús destaca la de Sem Dorinvil, un chico de Haití que rescataron tras el terremoto de 2010 y trajeron a España. "Sem estudió ingeniería civil con una beca en la Universidad Alfonso X el Sabio y después se volvió a su país para reconstruirlo", cuenta Jesús. "Este es el tipo de personas que participan en las expediciones", dice con orgullo.

Y es que en estos viajes iniciáticos los jóvenes se desprenden de los prejuicios y se descubren a sí mismos. A través de una filosofía de viaje alentadora, Jesús quiere contribuir a cambiar el mundo, tal y como lo hizo su amigo Miguel durante tantos años.

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