El corrupto tiene tiempo...la economía, no

En los países ética, política y jurídicamente relajados, la táctica habitual del acusado de corrupto es ganar tiempo. Algunos lo[…]

En los países ética, política y jurídicamente relajados, la táctica habitual del acusado de corrupto es ganar tiempo. Algunos lo hacen cambiando las leyes (algo fácil si, por ejemplo, eres primer ministro italiano); otros, con interminables recursos y equilibrios judiciales que incluyen toques acá y allá en la magistratura (también fácil, a la vista de los muchos especialistas que tenemos en acumular pleitos mientras siguen al frente de un ayuntamiento o una diputación); otros, incluso delirando, en sede parlamentaria, con cunetas y ejecuciones... Pero es normal: es lo que tienen que hacer para intentar esquivar el lazo después de años de delirante impunidad y de pérdida de la noción de todo (incluido el precio de una escobilla de váter).

Pero si al presunto corrupto asediado lo único que le queda es tiempo, a la economía no le sobra nada. Y menos a la española, que va a ser de las últimas en salir de la crisis y, encima, con el estigma de haberse convertido en una de las más corruptas de nuestro entorno, con niveles casi más bien propios de países en vías de desarrollo. Semejante nivel de corrupción se convierte en un freno para el crecimiento económico.

La corrupción vista, y la mucha más que veremos (en la trama "Gürtel", por ejemplo, aún faltan por desvelar dos tercios del interminable sumario: lo que ha salido hasta ahora es sólo la propina), es un freno para la economía. En primer lugar, por lo que deteriora la imagen de marca de un país, lo que genera inevitables dudas entre la inversión extranjera, e incluso entre la nacional. En segundo lugar, porque pervierte las normas de la libre competencia: ¿a ver quién era el listo que podía montar saraos en Valencia si andaban cerca Correa y sus secuaces? En tercer lugar, porque corrompe también la política y la democracia (¿cuánto clientelismo y cuántos votos puede mover quien consigue oscura y fácil financiación para sus campañas?).

En cuarto lugar, porque, en parte como consecuencia de lo anterior, frena la toma de decisiones políticas, mientras los partidos se desgastan en el lavado de los trapos sucios a cámara lenta, en vez de hacer lo que tienen que hacer y dedicarse a resolver los problemas del país. En quinto lugar, porque extiende la mancha de la economía sumergida y la evasión fiscal a niveles peligrosos para las arcas públicas, desecadas no sólo por la crisis sino también por los ladrones de impuestos. Sí, porque son ladrones esos señores que nos roban pero que luego disfrutan de los servicios públicos que los demás sí pagamos con nuestros impuestos, unos servicios públicos que además están mermando para la mayoría de los ciudadanos, mientras que los corruptos se regodean en un lujo obsceno y paleto que les hemos pagado los demás. Y encima hay que evitar hacerles fotos esposados o divulgar sus amorosas y "bonitas" conversaciones telefónicas, no vaya a ser que se lo tomen mal...

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