¿Dónde está Manuel Pizarro, el único político que acertó?

 Nunca ha habido tanta diferencia entre lo que se comunica y la forma en la que se comunica. Hace apenas[…]

 
Nunca ha habido tanta diferencia entre lo que se comunica y la forma en la que se comunica. Hace apenas nueve meses, Pedro Solbes salía victorioso del debate económico-electoral televisado urbi et orbe que le enfrentó con Manuel Pizarro. Perdió quien pintó, con diferencia, el cuadro más ajustado a la realidad de una crisis que en plena efervescencia amenaza hoy con devolver el cuadro macro de este país a la época del felipismo.

El debate, que llevó a Pizarro a las catacumbas del PP, debería ser, por esas cosas que tiene el destino, el mejor activo de la oposición. El Partido Popular, tan timorato y poco imaginativo de esta segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, sólo tendría que poner en marcha el video para poner colorado a más de uno. ¿A qué espera?

Pizarro, ex presidente de Endesa, número dos del Partido Popular y ahora portavoz del grupo en la comisión constitucional del Congreso, está recuperando las sensaciones de veinte años atrás, cuando le sacaba partido a la carrera de Derecho y, entre otras cosas, se ocupaba de la intervención de Rumasa.

Pero la foto fija de hoy, con más de tres millones de parados en las oficinas del INEM, en peligro el rating de Standard & Poor's sobre la deuda española y en medio de una crisis ya indisimulable, es la mejor momento para que el PP reivindique una figura que se quemó en el fragor electoral -y en más de un error de comunicación, terreno en el que su contrincante se movió como pez en el agua en el célebre debate- pero al que hoy difícilmente aguantaría la mirada el vicepresidente económico del Gobierno.

A Pizarro, 57 años, tres nietos, y rico hace muchos años, no se le reconocen problemas de ambición. Ha sido de casi todo y siempre ha elegido él. Ha tenido tanto poder en la sombra que también ha elegido por y para los demás, léase Francisco González (BBVA) y César Alierta (Telefónica). Otra cosa es el amor propio, ese que ya enseñó en la batalla por Endesa y que más de uno no esperaba.

Por eso es más que previsible que el turolense, apartado oficialmente del seguimiento de la situación económica desde que fue convocado al comité de crisis del verano pasado, esté esperando su oportunidad para decir aquí estoy yo. Es una cuestión de prurito y como ya avisó hace un par de meses en la Cadena Ser, no se puede ir de lo económico quien ha vivido cuatro crisis en las bolsas. Además, la agotadora e interminable batalla por Endesa le enseño el arte de la paciencia. Y no tener prisa en política es una ventaja de primera.

Dice Pizarro que quizá no tenga la suficiente ambición política. El problema es que en su propio partido no se lo creen. Si don Manuel, toda una eminencia a la hora de jugar sin balón -un arte tan difícil como el de hacerlo con la pelota pegada al pie-, está hoy durmiendo el sueño de los justos en la comisión constitucional del Congreso es porque para más de uno es una amenaza. Pero cada dato de aquellos con los que rebatió a Solbes y que se confirman día a día alargan hoy su figura. ¿Cuánto tiempo aguantará en la nevera a la vista de que el PP apenas está rentabilizando la crisis? El muerto está cada vez más vivo.

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