Deuda perpetua, riesgo perpetuo

Están haciendo menos ruido que en 2009 y 2008, cuando las necesidades de las entidades financieras de captar liquidez alcanzaron[…]

Están haciendo menos ruido que en 2009 y 2008, cuando las necesidades de las entidades financieras de captar liquidez alcanzaron su punto álgido. Pero lo cierto es que la banca sigue empeñada en colocar deuda perpetua (a través de participaciones preferentes y deuda subordinada) de forma masiva. Ambos instrumentos computan como recursos propios de la entidad, junto a su capital y sus reservas, lo que hace que fortalezcan su solvencia. Sin embargo, cuantas más emisiones lanzan, más se eleva el riesgo de que el periodo de cobro sea perpetuo. De hecho, periódicamente vamos notando como las agencias de rating rebajan las calificaciones de estos activos, puesto que consideran que las dificultades de pago son cada vez mayores.

La última en revisar a la baja las calificaciones de numerosos instrumentos híbridos emitidos por la banca española ha sido Fitch. Entidades de primera como La Caixa, BBVA, Popular, Bancaja, Sabadell y Banesto se han visto afectadas. Y es que en los últimos meses, su imperiosa necesidad por captar recursos les ha llevado a "abusar" de este tipo de instrumentos, que permiten incrementar su volumen de recursos propios. Con ello, aumenta la capacidad de las entidades financieras para absorber el deterioro de sus activos que se va producir dado el crecimiento de la morosidad. Sin embargo, en un contexto de beneficios decrecientes, es muy probable que la "jugada maestra" termine pagándola el cliente, en muchas ocasiones minoritario, indefenso y desconocedor del funcionamiento real de estos activos.

Detrás de unos cupones atractivos (que llegaron a ofrecer hasta el 8 por ciento el pasado año), se oculta una probabilidad muy alta de no cobrar nunca el capital invertido. En el caso de la deuda subordinada, si al banco o caja no le viene bien devolver el principal, no hay vencimiento y la deuda se mantiene eternamente en vigor. En cuanto a las acciones preferentes, además de la perpetuidad (no vencen nunca), el inversor se encuentra con otro problema: La remuneración depende de que la entidad obtenga beneficios. Si no tiene ganancias o éstas no alcanzan un nivel determinado, el inversor no recibe su esperado cupón. Muchos inconvenientes en un producto que cada vez se antoja más arriesgado.

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