Decisiones del siglo pasado

En un contexto de mercados, fraudes y crisis globales, parece mentira que todavía se sigan permitiendo decisiones financieras obsoletas, como[…]

En un contexto de mercados, fraudes y crisis globales, parece mentira que todavía se sigan permitiendo decisiones financieras obsoletas, como la que ha paralizado la adquisición de la brasileña Vivo por parte de Telefónica. Lo que en principio debía ser una puja totalmente privada entre empresas se ha convertido en cuestión de Estado. Finalmente, con el veto del Gobierno portugués a la venta de la participación de Portugal Telecom en la filial brasileña a la operadora española ha quedado patente el fuerte nivel de intervencionismo que todavía pueden alcanzar los Ejecutivos. No han servido de nada las críticas de los propios accionistas, ni de la Comisión Europea, ni del Tribunal de Justicia de la Unión, quien el pasado 8 de julio admitió que la figura de la "acción de oro" en cualquier gobierno es un mecanismo ilegal y retrógrado que debería retirarse.

Lo más grave es, por supuesto, la patente falta de poder de los accionistas quienes, tras aprobar la oferta de forma mayoritaria en la Junta de Portugal Telecom (con el respaldo del 41% del capital en una junta en la que acudió el 62% de los representantes) han visto cómo su palabra no tenía valor, frente a la autoridad estatal.

No en vano, el mercado castiga hoy las acciones de la operadora portuguesa con una caída del 4,5% (mientras, las de Telefónica se elevan un 0,70%). La situación refleja de forma clara cómo a los inversores no les gusta que se les dé de lado, sin miramientos ni contemplaciones. El bloqueo de la venta con el uso de la "golden share" por parte del Gobierno portugués es una falta clara de respeto al accionista que evidencia, como en otras muchas ocasiones, que los mecanismos de protección siguen fallando y siguen siendo insuficientes. 

La batalla, no obstante, parece lejos de haber terminado. Una de las posibilidades que puede manejar Telefónica es instar un arbitraje en Ámsterdam bajo las reglas de la Cámara de Comercio Internacional para intentar disolver Brasilcel, la compañía que de forma conjunta controlan Portugal Telecom y la compañía que preside César Alierta.

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