Batalla campal en los Campos Elíseos contra el alza de tasas al carburante

El tercer sábado de protestas en Francia contra la subida de impuestos al carburante y el encarecimiento del coste de[…]

El tercer sábado de protestas en Francia contra la subida de impuestos al carburante y el encarecimiento del coste de vida convirtió París en el escenario de una inédita revuelta con barricadas, incendios y destrozos públicos.

Pese a que las cifras del Gobierno apuntan a una participación menor que en las concentraciones del 17 y el 24 de noviembre, el volumen de altercados y el número de detenidos (183 en París a las 17.00 GMT) evidenció la radicalización del movimiento llamado "chalecos amarillos".

Los Campos Elíseos permanecían cortados al tráfico desde las 6 de la mañana hora local, protegidos por un gran dispositivo de controles e identificaciones para evitar que los manifestantes accedieran con objetos susceptibles de utilizar como armas.

Mientras unos doscientos "chalecos amarillos" se manifestaban allí de forma pacífica con una pancarta en la que se leía: "Macron, deja de tomarnos por imbéciles", fuera del área custodiada, miles de personas forzaban los accesos lanzando adoquines y cócteles molotov, a lo que las autoridades respondieron con cañones de agua y gases lacrimógenos.

"Desde muy temprano, individuos equipados y determinados a provocar las fuerzas del orden se reunieron en el exterior del perímetro establecido. Mostraron una gran violencia en ataques que la propia policía ha calificado de una violencia inaudita", describió el primer ministro Édouard Philippe, que se mostró impactado en particular por el ataque al Arco del Triunfo.

El monumento, que corona la avenida, fue pintarrajeado con el mensaje "Los chalecos amarillos triunfarán" y, horas más tarde, su azotea fue ocupada por un grupo de manifestantes.

Las escenas de guerrilla, nunca vistas a estos niveles en la capital, se extendieron por las avenidas colindantes (Foch, Marceau, Grande-Armée, etc.), donde suelen instalarse embajadores y diplomáticos, pero también en el otro extremo de los Campos Elíseos, en la calle Rivoli, con barricadas, coches y terrazas incendiados y comercios destrozados.

Las manifestaciones en otras ciudades del país, como Marsella, Lille o Caen se desarrollaron sin problemas significativos salvo acciones puntuales.

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Los analistas señalaban en la prensa gala una voluntad de atacar directamente al "corazón de París" o "la puerta del rey", como señalaron también algunos manifestantes.

El movimiento de "los chalecos amarillos", que nació de forma espontánea en las redes sociales y sin la tutela de partidos o sindicatos, se inició el pasado 17 de noviembre con protestas contra la subida de los impuestos al carburante, que el Gobierno francés aplica para financiar la transición energética, pero las demandas se han extendido a la disminución del poder adquisitivo de las clases medias rurales.

"Esto es lo que pasa cuando el pueblo pasa hambre", defendió un manifestante a una emisora local, tras denunciar los altos impuestos.

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Esta semana ni los anuncios del presidente, Emmanuel Macron, ni la primera reunión entre dos portavoces con el ministro de la Transición Ecológica, François de Rugy, calmaron los ánimos de los manifestantes que piden una reducción de impuestos o un aumento del salario mínimo.

El pasado miércoles el Gobierno francés anunció que suspenderá la subida de las tasas a los carburantes programada a partir del 1 de enero si el precio del barril de petróleo se dispara, aunque mantiene sus planes para disminuir la dependencia del país al petróleo y favorecer la transición a energías limpias.

Este plan pasa por subir la fiscalidad de los combustibles todos los años hasta 2022; en paralelo, y de forma progresiva en ese periodo se va a equiparar la carga impositiva del gasóleo (hasta ahora inferior) y de la gasolina, y así desde enero está previsto un incremento de seis céntimos de euro por litro para el primero y de tres céntimos para la segunda.

El problema es que en los últimos meses el barril de crudo se ha disparado, de forma que para el automovilista francés el precio del gasóleo ha aumentado un 23 % desde comienzos de año y el de la gasolina un 15 %.

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