Miguel, la familia rutera te despide: «Nos enseñó a no rendirnos, a saber vivir y a morir»
Hoy, viernes 20 de mayo, ha muerto Miguel de la Quadra-Salcedo a los 84 años, el «mejor embajador que ha[…]
Hoy, viernes 20 de mayo, ha muerto Miguel de la Quadra-Salcedo a los 84 años, el «mejor embajador que ha tenido España con América Latina». Impulsor de la Ruta Quetzal BBVA desde hace más de tres décadas, el mejor tributo de ABC para el aventurero, reportero y deportista es dejar que su familia y cada integrante de ese grupo de 10.000 personas a los que enraizó para siempre con América le despida a través de este sentido homenaje.
«Va por ti, maestro».
Rocío: «Miguel no se ha ido. La familia quetzal ha aprendido a mirar el mundo con sus ojos»
Rocío Gayarre es sobrina de Miguel de la Quadra-Salcedo. Participa en la Ruta casi desde que era una niña, su «lágrimas de estrellas», como la llamaba él, un nombre con el que los indígenas con los que convivió tantos años denominaban al «rocío». Ahora, para ABC, escribe entre lágrimas. «No veo el teclado. No me veo capaz de poner en palabras lo que siento», solloza esta mujer firme como una roca. «Miguel no se ha ido, porque su espíritu valiente, curioso, sabio, inquieto, solidario, elegante, enérgico, soñador y espiritual permanece en los más de 10.000 ruteros y en toda la "familia quetzal" que hemos aprendido a mirar el mundo a través de sus ojos. Nos ha enseñado a conocernos a nosotros mismos, y a no rendirnos nunca». Añade Rocío: «Así ha sido su ejemplo. Dándolo todo, lo mejor de sí, hasta el último día. Miguel ha sido el mejor embajador de España».
El jefe del campamento por el que han pasado esos 10.000 muchachos, periodistas, músicos, párrocos, médicos, monitores y organizadores es Jesús Luna. Para él, tampoco hay homenaje más sentido que el de recordarle como un «segundo padre y un maestro». Hoy, de luto, como todos los expedicionarios, rememora: «Durante los 25 años que he tenido la oportunidad de estar a su lado me ha dado las alas y el espíritu de superar todas las barreras. Además, ha hecho realidad su gran sueño que compartía con Simón Bolívar de conseguir una comunidad iberoamericana de naciones, en este caso de jóvenes? Va por ti maestro».
Santiago: «Trataba a cada chaval de tú a tú»
Santiago Botella
es periodista y fotógrafo acompañante de la Ruta. El próximo verano, en México, iba a ser su séptima Ruta y lo que siente es que Miguel seguirá allí. Presente como siempre. En los últimos viajes no había ido, pero estaba. «Siempre llamaba y estaba pendiente de todo. En el fondo, preguntaba, se interesaba? recuerdo que en la audiencia con el presidente Santos en Colombia en la última Ruta hasta la paró y quiso hablar con él desde Madrid directamente a Bogotá. Y lo consiguió. Era muy cabezón». Lo que a este alicantino le impresionaba de Miguel era cómo unía América y España. «La frase que él siempre repetía era ?la ruta es un viaje de ida y vuelta?». «Trataba a los chavales de tú a tú, no como niños, sino como persona. Le decían haz esto, no hagas lo otro». Botella culmina: «Como persona, periodista y aventurero era todo un referente».
Miguel se empeñó, año tras año, en que la Ruta Quetzal BBVA acabase siempre en un emplazamiento particular: en audiencia en la Zarzuela con Don Juan Carlos. «Siempre daba él el último empujón para lograrlo, estaba pendiente de todos los flecos. La última vez le dijo al Rey emérito que se había dado de alta voluntaria del hospital para estar con él en el recibimiento a los ruteros y que si tenía que morir, moriría allí mismo. Don Juan Carlos bromeó y le dijo que mejor que no, que esperase un tiempo», recuerda esa sorna particular que se gastaban y compartían Rey y aventurero.
Carlos: «Me enseñó a perseguir mis sueños»
Camarógrafo y aventurero, y «discípulo de Miguel» confeso, Carlos Pecker define a Miguel como «una figura irrepetible». «Amaba España, América y el mundo entero. Para él no había fronteras. Lo que se proponía, lo conseguía. Un ejemplo de vida. Un aventurero incansable que vivió cada instante con pasión y con esa fuerza física y mental que nos impresionaba a todos». Pecker le rinde tributo al que ha sido «maestro de cientos de reporteros y el padre de 10.000 quetzales que descubrimos de su mano una América maravillosa».
Y para él también «fue un segundo padre». «Me enseñó a buscar y a conseguir mis sueños. Desde que le conocí vivo una vida diferente, creativa y especial. Le debo tanto que solo puedo darle un millón de gracias e intentar seguir sus pasos, aunque eso sea imposible». Y se dirige a él, como el resto, con la frugalidad de las palabras, siempre débiles ante sentimientos enormes: «Espero que sea bello tu último vuelo, como aquel que vimos en el Savegre de nuestro amado quetzal».
Antonio: «Nos ha enseñado a vivir, pero sobre todo, nos ha enseñado a morir»
Antonio Tena fue uno de los primeros 66 aventureros que se embarcó hace 31 años en la primera aventura en América organizada por Miguel. Era el año 1979 y tenía 19 años. Esta primera promoción de quetzales recorrió el río Amazonas a su paso por Brasil, Colombia y Perú. «Conocí América antes incluso que Andalucía?», admite. «Recordamos el viaje que él hizo por el río. Le conocía todo el mundo», añade.
«Miguel era un hombre de lápiz y papel. Nos inculcó esa inagotable ilusión por vivir, la curiosidad y la pasión y el orgullo por ser español que ha mantenido hasta el final», dice Tena emocionado. De la Quadra-Salcedo «abrió los ojos a miles de chavales». Este mismo aprendizaje es el que ha dejado también en varias generaciones. Alejandra, estudiante de Arquitectura, hija de Tena, también viajó a México con la Ruta en 2010. «Nos enseñó a leer libros, interpretar mapas y, sobre todo, a escuchar a la gente mirándola a los ojos».
«A sus hijos les he dicho que lloren por él, pero que sonrían porque ha sido un padre, un amigo y una persona excepcional. Es un honor poder decir que soy su amigo», cuenta, aún embargado por la emoción de su recuerdo imperecedero. «Miguel ha estado peleando con los pulmones, la cadera, la rodilla que se salía... Nunca se quejaba. Nos ha enseñado a vivir, pero sobre todo, nos ha enseñado a morir».
Harold: «Fue un gran mentor expedicionario, conquistador y hacedor de sueños»
Harold Wilson Giraldo Ospina se reencontró el verano pasado, por casualidad, en Villa de Leyva ?una pequeña localidad de Colombia? con la Ruta. Él fue expedicionario de la Aventura 92, en el año 1989. «Para mi Rumbo a la Selva del Orinoco fue uno de los momentos más importantes de mi vida, una eterna huella arraigada por siempre en mi mente y corazón, viví una linda fantasía donde aprendí muchas cosas sobre la cultura de nuestros pueblos, conocí gente maravillosa y especial a quienes conservo y con los cuales comparto hoy en día después de tantos años», expresa.
Giraldo convivió en un aula navegante con más de 400 personas reconstruyendo el tercer viaje de Cristóbal Colón cuando tan sólo eran un unos adolescentes «ávidos de tragarse el mundo». Cruzaron el Atlántico en un gigantesco barco. Durmieron en campamentos militares e indígenas. Volaron en aviones Hércules del Ejército. Se dejaron seducir por la mayor caída de agua del mundo el «Salto del Ángel». Disfrutaron de veladas nocturnas combinado el sabor del baile latino con el español. «Fueron anécdotas especiales. Escuchar la voz de Miguel en cada despertar oceánico invitando a la gimnasia matutina y a la asistencia a las clases de ciencias, historia, geografía o sencillamente a que viéramos como los delfines acompañaban nuestro recorrido por el mar que una vez cruzó Colón, será algo imborrable», rememora. «Llevaré por siempre en mi recuerdo a Miguel de la Quadra-Salcedo como un gran mentor expedicionario, conquistador y hacedor de sueños».
Juancho: «La ruta transformó mi vida. Encontré mi camino»
Juancho Pieras es andorrano, monitor de la Ruta que atravesó la costa oeste de Perú en 2011 hasta arribar al Amazonas. Recuerda a Miguel como «un pozo de sabiduría, de sapiencia eterna, aquello que le preguntases lo sabía». Siempre se interesaba por de dónde era cada uno. A una periodista aragonesa, cuando ella respondió, le contestó con que de todos los lugares del mundo que había recorrido, se quedaba como refugio con uno: «Me quedo con los otoños en los hayedos del pirineo navarro», le dijo. Juancho recuerda que 30 días de Ruta le cambiaron la vida para siempre. Cuando regresé y entré al laboratorio donde trabajaba, me di cuenta de que quería siempre trabajar con chavales, enseñar a adolescentes y al mes ya estaba en el curso del Máster para profesorado. Tras experiencias docentes y solidarias en Paraguay y México, hoy este doctor en Biología es profesor de Educación Secundaria en una escuela de Barcelona. Miguel, la ruta, «fue la palanca que yo necesitaba para cambiar el camino de mi vida y tomar la trayectoria profesional y personal que siempre había anhelado».
Isabel: «Miguel nunca fue viejo; Miguel nunca morirá»
Para Isabel Bestué Cardiel, rutera de Cáceres de la expedición de 1989, «hay personas que viven solo una vez y otras que inspiran y permanecen en la vida de muchos otros». Miguel de la Quadra-Salcedo es una de esas últimas. «Él vivirá en cada uno de nosotros, los expedicionarios y ruteros de esta maravillosa aventura que él soñó y materializó». En 1989 viajaron con él a la Gomera, Cabo Verde, República Dominicana, Venezuela y Madeira. «Machete en mano, se adentró con nosotros en la selva venezolana en un día lluvioso para contemplar el espectáculo de la caída del Salto del Ángel, cuando cansados estábamos ya dispuestos a desistir y volver al campamento de Ratoncito», relata.
Esa energía e ilusión lo acompañó toda la vida y fue su legado. Al menos así lo recuerdan los expedicionarios de la generación del 89 que, cuando se reunieron en Madrid, para celebrar el 25 aniversario del viaje, Miguel se presentó en el hotel donde celebraban el acto, con su muleta y su botella de oxígeno. «Miguel nunca fue viejo; Miguel nunca morirá».
Miguel me felicitó por mi último libro: «Era un gran lector de ABC»
Javier Martínez-Brocal es director de la agencia Rome Reports. Participó en la Ruta Quetzal 1994, rumbo al Mundo Guaraní (España, Brasil, Paraguay y Argentina). «Miguel nos hizo acampar a los pies de las cataratas del Iguazú», ríe. Era un convencido y fiel lector de ABC. «La última vez que hablamos fue cuando leyó un artículo en ABC sobre mi libro sobre "El Papa de la misericordia" sobre Francisco. Me contó que en la Ruta Quetzal le gustaba llevar a los chicos a obras sociales promocionadas por los jesuitas. Creo que tenía un poco de ese espíritu aventurero jesuita», dice. «Me pidió que diera un abrazo de su parte al Papa, y que le contara que desde pequeño tiene mucha devoción al Sagrado Corazón de Jesús», agrega este periodista en Roma, donde también se ha helado la voz al oír la noticia que nunca pareció tener vigencia.
Porque el espíritu de Miguel era indomable, y eterno.