Trichet no rompas el ritmo

¿No podíamos haber llegado al 1,25%, como están haciendo todos los bancos centrales?. La última vez, hace dos meses, bajó[…]

¿No podíamos haber llegado al 1,25%, como están haciendo todos los bancos centrales?. La última vez, hace dos meses, bajó los tipos 0,75 puntos. ¿Por qué esta vez no se ha reducido en igual proporción? Nos ha roto el ritmo de nuevo, ¿no se da cuenta? ¿Por qué el BCE administra la bajada de tipos con cuentagotas? ¿Quizá porque es el único banco central del mundo que no tiene un Gobierno detrás de él? El discurso del presidente del BCE, Jean Claude Trichet, ha sido insultante. Con la que está cayendo no es de recibo que tengamos que volver a oír que el BCE seguirá de cerca la evolución de la inflación, aunque no se aprecien tensiones inflacionistas en un horizonte cercano.

Pero, señor Trichet, ¿cómo se puede tener semejante cara dura? Aliviar el pago de las hipotecas de los europeos (referenciadas al pérfido euríbor), que es lo que provocarían unos tipos próximos al cero, es la primera urgencia de los gobiernos a los que su institución sirve. No se preocupe, unos tipos bajos no dispararán la inflación. La crisis ya se encargará de que los dineros vayan a levantar deudas o a ahorrar y no a suscribir nuevos plazos.

Y los bancos, esos a los que usted presta dinero para que no quiebren, ¿no les interesa que los clientes paguen sus hipotecas? Vaya que si les interesa... y las empresas que tienen que refinanciar sus deudas, también necesitan intereses regalados. Su empecinamiento en enrocarse en una pretendida independencia (cuando en realidad lo que usted y su consejo deben tener es autonomía, que es un concepto muy diferente) respecto a los Gobiernos de la UE es en parte responsable de que Europa esté en la cola de los países con planes de rescate. Mire como están reaccionando las bolsas, señor Trichet, y concluya en consecuencia. En situaciones críticas no valen los paños calientes, hacen falta revulsivos potentes que inviertan las tendencias.

Miedo me da que le entreguen a usted la facultad de supervisar las entidades supranacionales, como proponen desde los principales gobiernos, o que le encarguen la gestión del "banco malo". Aunque quizá, enfrentándose a la cruda realidad, se dé cuenta usted del desaguisado que nos está haciendo.

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