El Eurogrupo apremia a España e insiste en impulsar más medidas para cumplir el déficit
Rajoy vuelve a Bruselas en funciones para reiterar su apuesta por la gran coalición mientras Moscovici pide que haya un Gobierno «sólido»
Llegó tranquilo y sonriente. Bruselas, el nuevo kilómetro cero de la política española, le recibió este lunes recordándole que lleva 78 días en funciones y que hay que «tomar medidas adicionales» para ajustar el presupuesto. Paso firme, saludos aquí y allá para responder al griterío mediático anglosajón... ¡Mister Rajoy!, ¡Mister Rajoy! España está en el foco pero Mister Rajoy se dirige al corrillo español. «Buenos días. Hace frío», concedió mientras se abrochaba el abrigo. «El señor Sánchez...», sugiere una periodista. «No, no. El señor Sánchez no, yo vengo a hablar de un tema muy importante, sino el mayor que tiene ahora la UE, que es la crisis de los refugiados». Cinco minutos de declaraciones y a la tercera fue la vencida. «Asegura el señor Sánchez...». Ahora sí, Rajoy, el presidente en funciones que quiere volver a serlo, decide valorar la incertidumbre española que tanto preocupa en Bruselas. No repitió aquello que dijo en la cumbre de febrero de «aquí (por Bruselas) quieren que haya una gran coalición», pero sí reiteró su voluntad de llegar a un acuerdo con el PSOE.
Aún en Madrid, antes de viajar hacia la capital comunitaria, ya desveló su intención de llamar esta misma semana a Sánchez para intentar reconstruir unos puentes que están rotos. «Si quiere venir con su socio de hecho, el señor Rivera, no lo voy a impedir. Que venga con quien quiera, pero creo que una conversación privada, a dos, sería lo mejor», dijo. Ya en Bruselas, siguió ahondando en este tema y aseguró, visiblemente molesto, que «no voy a entrar en debates, polémicas o en maneras pequeñas de enfrentarse a un tema tan importante como es la gobernanza de España», zanjó.
Fue una intensa jornada en Bruselas. Rajoy, que vivía su segunda cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE en funciones -la semana que viene vivirá la tercera-, no mantuvo reuniones bilaterales con otros líderes europeos. Se le vio saludar efusivamente al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y charló, sobre todo, con su homólogo portugués, Antonio Costa -además de por el idioma, el protocolo los sentó juntos en la comida con Turquía-.
Los jefes se reunieron en la sede del Consejo, el Justus Lipsius, mientras los ministros de Economía, sentados a la misma hora, se habían trasladado al otro lado de la calle, al edifico Lex, donde hablaron de Grecia, de Chipre y de los presupuestos nacionales de los 19 países del bloque. Entre ellos, de España, la nueva gran preocupación. Preguntado sobre la fallida investidura, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, salió al paso con un «es la democracia», pero recordó que «hará falta un gobierno sólido y durarero para hacer frente tanto los desequilibrios macroeconómicos como las cuestiones presupuestarias». La línea a seguir la fijó Juncker el 15 de enero: «Queremos que haya un Gobierno estable lo más rápido posible. Espero que España esté a la altura». De momento, nada de nada.
Temor a "un año perdido"
En Bruselas temen que la posible repetición de las elecciones haga que 2016 sea «un año perdido», pero el ministro español en funciones, Luis de Guindos, volvió a lanzar un mensaje de optimismo porque «lo importante es la inercia con la que hemos entrado en 2016, creciendo al 3,5%, el doble que la media de la Eurozona». «Lo fundamental, lo vital, es seguir creciendo por encima del 3%. Si lo logramos, no les queda la menor duda de que podemos cumplir con nuestros objetivos de déficit y bajar del 3%», recalcó.
Sin embargo, en las instancias comunitarias se cree que España volverá a incumplir lo pactado y registrará un desfase de 8 décimas este año, lo que obligará al nuevo Gobierno a aprobar un ajuste extraordinaria de unos 8.600 millones nada más llegar a La Moncloa. Es por ello que todos los partidos se han abonado a la teoría de pedir una prórroga de otro año a Bruselas (hasta 2017), para cumplir con los objetivos de estabilidad.
«Es lo que hay, no es la situación deseable pero hay otras peores», insistió sin entrar en más detalles. Que si no se cumple con lo pedido por Bruselas, que si el Gobierno está en funciones, que si la crispación política de España está 'in crescendo'... Luis De Guindos no se salió del guión previsto, insistió en vender optimismo y sí admitió, fue su único pero, «que hay una ligerísima desaceleración y que hay indicadores adelantados contrapuestos, lo que no ocurría en el cuarto trimestre del año pasado, cuando apuntaban a una aceleración».
El tictac de Bruselas continúa. Así lo recordó el Eurogrupo, que volvió a pedir por escrito que España debe presentar una actualización del actual presupuesto «lo antes posible» con «medidas adicionales» y que en mayo decidirá su impulsa la vía sancionadora por déficit excesivo. Se trata del enésimo toque de atención a una España que sigue en funciones.