El sur de Europa gana a Alemania la partida de la deuda

Los bonos del sur de Europa llaman la atención de los inversores por su rendimiento y marcan mínimos, mientras que el “Bund” alemán escala a máximos anuales

El sur de Europa gana a Alemania la partida de la deuda después de que los bonos de España, Italia, y Grecia registren el menor interés en el año en el 0,281%, 0,966% y 1.032% respectivamente. En cambio, el “Bund” alemán, referencia de solvencia en Europa, escala a máximos anuales al llegar al -0,547%.

Los inversores se sienten atraídos al recuperar lo invertido en la deuda del sur del Viejo Continente más un atractivo cupón. Sin embargo, apostar por el “Bund” supone ahora mismo ir a pérdidas cuando llegue el vencimiento del bono.

El mercado tampoco se olvida de la deuda portuguesa. Aunque el bono a diez años de Portugal no registra mínimos anuales, si reduce el interés exigido hasta el 0,295% desde los máximos del año en el 1,43%.

Detrás de estos rendimientos están las actuaciones del Banco Central Europeo (BCE). La decisión de Christine Lagarde de regar el mercado de billetes y la compra incesante de deuda para controlar los riesgos país provocan ver a las deudas de estos países en unos niveles que no casan con sus déficits.

El BCE se vio obligado a esta maniobra, al igual que a mantener bajo el precio del dinero, para evitar una crisis económica mayor a causa del coronavirus. Por el momento, no hay señales o declaraciones por parte de los responsables del organismo de cambiar su política monetaria en el corto plazo.

Los inversores buscan rentabilidad

La compra de gran cantidad de bonos nacionales por parte del BCE se hace extensible a todos los países de la zona del euro y a todas las tipologías de deuda.

Esta maniobra ofrece una situación de estabilidad para el mercado de renta fija, pues la deuda corporativa también disfruta de la estrategia, y la periferia europea es la gran beneficiada al buscar los inversores la mayor rentabilidad posible.

“Los inversores institucionales y los particulares se animan a entrar en los bonos en una búsqueda desespera de rentabilidad en un marco donde la mayoría de los activos sufre las consecuencias del Covid-19”, señala Víctor Alvargonzalez, fundador de Nextep Finance.

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Además, los inversores se muestran menos reticentes a la compra de bonos como el español, el griego o el italiano al sentir el respaldo total del BCE: “La red de seguridad tejida por el BCE con un incremento de compras completamente vertical ofrece calma y estabilidad a los inversores”, señala Alvargonzalez.

¿Hasta dónde llegarán las compras?

La compra de bonos siempre tiene un límite y aunque el BCE no cierre el grifo de forma automática, si se estima de lo haga forma progresiva a medio plazo.

Todo dependerá de la evolución de la economía comunitaria y la capacidad de esta para recuperar el tono en base a la tesis de una “V” asimétrica que manejan actualmente los expertos.

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Es más, siguiendo ejemplos pasados como el realizado por el expresidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke, no sería necesaria una recuperación potente para reducir y terminar por eliminar la compra de deuda nacional.

“El propio BCE es el primero que querría dejar de adquirir deuda, aunque ahora se vea obligado a ello. Lagarde es consciente de que la compra ilimitada tiene una serie de efectos secundarios negativos para la economía con la creación de burbujas”, apunta el fundador de Nextep.

Las burbujas que llegarían

Alvargonzalez recuerda que antes de la llegada del coronavirus ya se estaba creando una nueva burbuja inmobiliaria y esta se podría volver a reproducir si el mercado sigue repleto de euros.

Se apreciaría también una burbuja financiera, en los propios bonos, pues la entrada de inversión se produce desde la Administración y no del mercado, a la vez que los inversores apuestan por la renta fija, tanto pública como privada, por el apoyo institucional.

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Sin olvidar los efectos sobre el incremento de la inflación. Con todo, se crearía una situación artificial que distorsionaría el mercado al no existir una “lógica financiera” donde se compra indiscriminadamente deuda corporativa y nacional de empresas y Estados cuyas cuentas pasan por momentos críticos.

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