¿Se ha instalado Wall Street en la euforia que precede al gran batacazo?

Los mercados de Estados Unidos han comenzado el año exactamente igual que lo abandonaron, enchufados a las compras. El Dow[…]

Los mercados de Estados Unidos han comenzado el año exactamente igual que lo abandonaron, enchufados a las compras. El Dow Jones se anotó ayer un 1,25% y cerró en los 26.115 puntos, cuando el pasado 4 de enero apenas si había puesto un pie en los 25.000 puntos. Jamás en la historia del selectivo estadounidense se habían conquistado 1.000 puntos a tal velocidad. 

A falta de un par de días para que Donald Trump haga un año exacto al frente del país, ni los más optimistas podrían haber dibujado este panorama. Las bolsas subían por las expectativas puestas en la reforma fiscal, y una vez que el recorte impositivo está ya sobre la mesa, el mercado no solo no afloja el paso sino que lo acelera. Ayer fueron las Actas de la FED las que ofrecieron la excusa perfecta, al describir un panorama optimista para la economía estadounidense, pero parece que nunca falta un motivo para seguir dando hilo a la cometa. 

"Nunca vi un entusiasmo así en Wall Street desde Ronald Reagan", el presidente republicano electo en 1980, reconoce en el piso de la Bolsa de Nueva York Peter Cardillo, economista jefe de First Standard Financial, que ha recorrido este sitio emblemático del poder financiero bajo nueve presidencias estadounidenses desde 1971.La comparación histórica va incluso más allá: solo los presidentes Franklin Roosevelt y Barack Obama, ambos demócratas, generaron tamaña alza en el índice S&P 500 durante su primer año de mandato, recuerda el diario Wall Street Journal.

Pero en vista de una subida tan vertical, es inevitable pensar que las bolsas hayan podido cruzar a la chita callando la delgada línea roja que separa el optimismo de la euforia, término acuñado por el mítico inversor John Templeton para describir la última fase de un mercado alcista, es decir, la que da paso inmediato a una corrección severa. De hecho, este experto observó con acierto que los mercados alcistas nacen del pesimismo, crecen con el escepticismo, maduran con el optimismo y terminan muriendo con la euforia. 

Lo que llevábamos del año pasado no es moco de pavo. En 2017, el S&P500 subió un 19,42%, el Dow Jones ganó 25,08% y el Nasdaq 28,24%. Para los tres fue su mayor ascenso desde 2013. Si hay que buscar explicaciones, los expertos tiran por lo más simple, la reforma fiscal, que ha ido engordando las carteras bajo la creencia de que el recorte de impuestos estimulará el consumo de los hogares y la inversión empresarial. "Obtuvimos una reforma fiscal muy generosa que favorece el mantenimiento a un ritmo sostenido de los gastos de inversiones de las empresas estadounidenses. Esto debería crear más empleos y aumentar las ganancias", considera Cardillo.

El argumento de Templeton también es muy poderoso, pero el problema es saber si estamos realmente en una fase de euforia o si por el contrario, las subidas del mercado son las propias de un mercado alcista al que puede que le todavía le quede cuerda para rato. Al fin y al cabo, basta echar un vistazo a lo que está pasando en Wall Street. Nada más promulgarse la reforma fiscal, antes de Navidad, cayeron como fruta madura los anuncios de alzas de salarios y creación de empleo en gigantes como Fiat Chrysler, Wellls Fargo o WalMart. En estas circunstancias, ¿qué puede salir mal?

Sentimiento inversor

Quizás para auto convencerse de que nada podría salir mal, o tal vez para detectar la temida fase de euforia, los expertos escrutan desde hace semanas los indicadores de sentimiento inversor. Y a pesar de que están en niveles indudablemente altos, a nadie parece entrarle el vértigo. Según cifras del 'Investors Intelligence Survey' que cita 'Marketwatch', este estudio muestra un sentimiento alcista del 66,7%, frente al 64% de la semana pasada, lo que coincide además con una lectura de principios de noviembre que igualó a su vez un récord de 1986. 

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Semejantes niveles de optimismo suelen ser vistos por los inversores 'contrarian' como avisos de que las tornas están a punto de girarse. El problema es saber cuándo. La cuestión es que dinero llama a dinero, y tanto han subido las bolsas, que los inversores no dudan en seguir dando hilo a la cometa. Hace unos días, en un informe titulado 'Comienza la capitulación alcista', los expertos de Bank of America analizaban el flujo entrada de fondos y concluían que durante la semana pasada entraron 24.400 millones de dólares en valores y fondos de inversión estadounidenses, siendo estas entradas de capital las sextas más grandes de la historia. 

"Indudablemente, los inversores están largos, y seguirán estando así hasta que no suban los tipos o bajen los beneficios por acción", explicaban los analistas de BofA. Con todo, hay quien ve lo que está pasando como normal, nada que no se haya visto antes en Wall Street. Así, Jeffrey Saut, de Raymond James, recuerda que el rally que lleva el Dow Jones desde los mínimos de noviembre de 2016 hasta mediados de la semana pasada es del 42%, nada que ver con el 83% que este índice se anotó entre marzo de 2009 y abril de 2010. De ahí que expertos como Richard Bernsteir, de la firma Bernstein Advisors, sean tajantes cuando apuntan: "Los datos no muestran que estemos en euforia; estamos en el punto en el que la gente finalmente se da cuenta de que esto es un mercado alcista". Si es cierto o no es algo que sabremos a toro pasado. Pero conviene tener muy presentes las palabras de Templeton, "los mercados alcistas mueren con la euforia". 

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