Qué estrategia adoptar para esquivar la guerra comercial de Donald Trump

El presidente ya ha movido ficha: ha sacado a EE.UU. del Tratado Transpacífico y ha avisado de que quiere renegociar el NAFTA. Los expertos creen que no hay que apresurarse a la hora de tomar decisiones de inversión defensiva, pero dan pistas sobre qué hacer. 

Donald Trump, en la primera semana que lleva en la presidencia, ya ha cumplido alguna de sus promesas. En lo que a la economía concierne, ha sacado a su país del Tratado Transpacífico en el que estaba asociado a países americanos, asiáticos y oceánicos. El mercado no se lo tomó bien: el lunes, cuando se conoció la noticia, cayeron las Bolsas, subieron los bonos, el dólar se depreció y el oro ganó posiciones. Trump también ha insistido en que quiere renegociar el NAFTA, el acuerdo comercial con México y Canadá, y también ha recordado su plan arancelario, además de que ha anunciado que está pensando en un impuesto para gravar las importaciones mexicanas para financiar la construcción del muro en la frontera que planea. Ante la primera reacción del mercado, ¿conviene establecer una estrategia defensiva, ad hoc para un mundo más proteccionista, con menor libertad comercial y, por tanto, menor crecimiento? 

Quizás no haya que ir tan rápido: coincidiendo con todo esto, el Dow Jones conquistaba los 20.000 puntos por primera vez en la historia y la mayoría de Bolsas europeas cerraban en positivo, al igual que las asiáticas y las latinoamericanas. 

Robert Wescott, ex asesor de Bill Clinton y colaborador de Pioneer Investments, comenta que las subidas de las Bolsas reflejan sólo las buenas noticias (más crecimiento y mejores beneficios), pero no tienen en cuenta los riesgos: la sensación de que EE.UU. se puede convertir a un capitalismo clientelista y el peligro de guerras comerciales. Respecto a lo segundo, el principal foco está en China. Gran parte de la nueva Administración cree que manipula la divisa de ahí que considere legítimo el establecimiento de aranceles. China, a su vez, podría contraatacar de forma gruesa, como con la propia venta de deuda americana, algo que ya se está produciendo. Pero por algo que a Trump le sorprendería: China, con ello, defiende su moneda contra la depreciación y la salida de capitales, no la mantiene barata. 

¿Cómo pueden reaccionar los mercados cuando caigan en la cuenta del riesgo existente, no sólo de este choque entre los dos gigantes globales, sino de reducción de los intercambios comerciales, o, al menos, de su encarecimiento? Antonio Zamora, de Ahorro Corporación, señala que la aplicación de las medidas más extremas anunciadas por Trump respecto al comercio internacional (aranceles del 45% a China y del 35% a México) conducirían casi necesariamente a una guerra comercial con ambos países, que suponen una cuarta parte del comercio de EE.UU. "La consecuencia para todos sería menor crecimiento y productividad y mayor inflación. En general, los flujos comerciales se asocian al aumento de la inversión y la productividad y las trabas al libre comercio acaban resultando globalmente empobrecedoras", continúa Zamora. Por estas consecuencias, este experto cree que las medidas no se llevaran a efecto. Pero los analistas de Amundi señalan que la ralentización del comercio mundial es estructural, aunque ahora intervengan presiones proteccionistas que pueden ser en parte atribuidas al rechazo a una globalización que ya no conlleva los mismos beneficios que en el pasado.

¿Una vuelta a los refugios? En opinión de Zamora, "si el proteccionismo se convirtiera en el tema principal del mandato de Trump, los riesgos para el crecimiento y la estabilidad geopolítica podrían justificar una nueva oportunidad para activos refugio como la deuda pública de EE.UU., el oro y el yen". Pero este experto matiza: "Consideramos que seguirán pesando más las expectativas reflacionistas asociadas a las perspectivas de recortes de impuestos y de un mayor gasto en infraestructuras, que perjudican a la deuda pública y benefician a la renta variable cíclica". Con ello coincide Henrik Lumholdt, de Inversis, que opina que el proteccionismo incrementa el coste de las importaciones, lo que eleva la inflación, y ello terminaría imponiéndose sobre las posibles consecuencias negativas sobre el crecimiento. Por eso, opina que la renta fija no saldría ganando de esta situación. En todo caso, la de alto rendimiento, puesto que los efectos del proteccionismo sobre el PIB no tendrán lugar inmediatamente, y este tipo de emisiones se beneficiarán de la sensación de mejora de su calidad crediticia que siempre es consecuencia de una aceleración económica. 

Como refugio, Fernando Hernández, de Andbank, propone el oro, a través de un ETF, dado que un escenario inflacionista le convierte en una buena opción.

¿Qué ocurriría en el mercado de divisas? De acuerdo con Philippe Ithurbide, de Amundi AM, el llamado 'Border tax adjustment', es decir, la aplicación del impuesto de sociedades a las importaciones para dejar exentas a las exportaciones, si bien tendría un efecto equivalente a depreciar el dólar en un 15% en términos de competitividad para las compañías americanas, provocaría una fuerte apreciación del dólar por sí mismo, dado que también tendría un efecto muy inflacionista, ya que se encarecerían las importaciones americanas, lo que, una vez más, podría acelerar las subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y penalizar la evolución de los bonos. Es una medida rodeada de gran controversia: ¿Es acorde con lo permitido por la Organización Mundial del Comercio? 

El analista financiero Juan Ignacio Crespo, sobre las divisas, atisba unos acuerdos como los del Hotel Plaza de 1985 para mantener un dólar débil frente a un euro, a un yen y a un yuan al alza. Éste sería un pacto del que China podría también sacar partido, puesto que le ayudaría a contener la huida de capitales y a reducir los problemas de sus compañías más endeudadas. A cambio, EE.UU., además, podría conceder aranceles más bajos de los previstos. 

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En este sentido, Zamora comenta que si bien la mayoría de medidas propuestas por Trump tienden a favorecer la apreciación del dólar frente a las monedas emergentes, el billete verde se encuentra ya relativamente sobrevalorado y a la nueva Administración no le interesa una divisa fuerte, por lo que espera una aplicación diluida del programa político original. En definitiva: no anticipa que el euro consolide niveles por debajo de la paridad frente al dólar. 

Fernando Hernández prevé que el euro-dólar se siga moviendo entre 1,03 y 1,07 unidades. 

Y, cuidado, Zamora advierte que un dólar fuerte tiende a abaratar las materias primas y añade: "En la medida en que algunas materias primas pudieran sufrir aranceles más altos en EE.UU., eso significa que su precio en otros destinos podría abaratarse".

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¿Y en Bolsa? David Kohl, de Julius Baer, pone de relieve el hecho de que el incremento del proteccionismo y ese 'America First' de Trump esté teniendo esta respuesta 'constructiva' en la renta variable y explica que se debe a que se está quedando con su efecto 'reflacionista'. "El poder de fijación de precios de las empresas americanas ya ha mejorado, incluso sin las políticas de Trump, y podría fortalecerse más en los próximos meses", señala Kohl. El crecimiento económico, no sólo el que muestra Estados Unidos, sino también el de las principales economías europeas, es un contrapeso de los riesgos que se vinculan a la nueva administración americana, de acuerdo con Hernández. El optimismo parece haberse instalado en los mercados y, por eso, cree que es prematuro adoptar estrategias de protección ante los riesgos. "Hay cosas que se pueden hacer a nivel profesional, como comprar opciones put que, ahora, con la volatilidad en mínimos y Wall Street en máximos, salen muy baratas. Pero ahora no vendería acciones, sino que apostaría porque las Bolsas seguirán subiendo. Los mercados no tienen siquiera fuerzas para consolidar: en cuanto caen un poco, los inversores vuelven a comprar. Habría que estar con la mosca detrás de la oreja si los índices se van un 10% o un 15% por encima de estos niveles. Pero ahora es prematuro protegerse", explica Hernández. "Podría tener sentido apostar por compañías más nacionales o por mercados más cerrados, pero lo cierto es que las compañías más globales van a presentar buenos resultados. No me pondría aún en la tesitura de salir de lo que está yendo bien", añade. 

Para quien quiera ir haciendo la cartera a un mundo más proteccionista, Lumholdt señala que, en Estados Unidos, se verían perjudicadas las compañías dependientes de las importaciones, como las compañías que venden bienes de consumo, la cadena Wal-Mart, por ejemplo, así como las empresas ligadas a las nuevas tecnologías. Pero cree que las corporaciones más cerradas, que producen y venden localmente, pueden verse favorecidas. 

¿Y en otras áreas geográficas? Hay quien ha apuntado que China, Europa o Japón pueden salir ganando ante el repliegue comercial de Estados Unidos. Al menos, como destacan desde Julius Baer, el gigante asiático, con su giro hacia el consumo doméstico frente a la industria exportadora en la que se enfocaba antes, está algo más protegido frente a un 'shock'. Pero en su contra se cuenta que el resto de Asia ve a China como una amenaza. En cuanto a Japón, su vulnerabilidad puede residir en que su recuperación se ha basado de forma importante en el debilitamiento del yen para ganar competitividad exterior. 

¿Y Europa? Un informe de Morgan Stanley señala posibles ganadores y perdedores de las políticas de Trump, incluidas las comerciales, además del dólar fuerte. Entre los primeros, Shire, Roche, ArcelorMittal, Aegon, AXA, Allianz, Deutsche Telekom, LVMH o Burberry. Entre los segundos, Adidas, Electrolux, Eni, Total, BMW, Renault o Volkswagen.

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