Los numerosos "peros" de la renta fija privada

Con los mercados interbancarios todavía con las puertas entreabiertas (ni con mucho se consiguen hacer las operaciones que se realizaban[…]

Con los mercados interbancarios todavía con las puertas entreabiertas (ni con mucho se consiguen hacer las operaciones que se realizaban antes de que estallara el "crash" de las hipotecas subprime en agosto de 2007), la renta fija privada intenta hacerse un hueco en las carteras de los inversores. Son muchas las entidades que están aprovechando cualquier mínima oportunidad para colocar acciones preferentes o deuda subordinada entre sus ahorradores, la mayoría de ellos de perfil conservador. BBVA, La Caixa, Banco Popular, Santander...

A los bancos les interesan mucho estos productos porque, aunque son instrumentos de deuda, computan como parte del capital en sus balances, es decir, son una buena forma de conseguir la deseada y muy valiosa liquidez de particulares.

Pero, cuidado, que estos instrumentos tienen numerosos peros. En el caso de la deuda subordinada, por ejemplo, uno de los mayores inconvenientes que conviene conocer es que es perpetua, no vence nunca. Teóricamente, hay un plazo de vencimiento, que suele ser de diez años, pero sólo a voluntad del emisor. Una salida, para quien comience a sentir que su dinero se ha quedado secuestrado, es recurrir al mercado secundario a vender sus títulos. Pero no será fácil. La liquidez de estos títulos es muy baja. No es fácil de vender y se suele pagar un alto precio al hacerlo.

Conclusión, el ahorrador con más aversión al riesgo, que busca seguridad, aunque su horizonte sea a largo plazo, lo mejor que puede hacer es recurrir a los tradicionales fondos monetarios o depósitos bancarios. Con estos últimos, sí que la entidad podrá decirle claramente cuánto va a ganar y a qué plazo.

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