El inversor minorista pasa totalmente de la CNMV

Existe la creencia de que la fe de los inversores en nuestra Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es[…]

Existe la creencia de que la fe de los inversores en nuestra Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es más bien escasa. Esta ateísmo financiero tiene su justificación. Nuestro regulador no ha evitado ninguno de los escándalos bursátiles más sonados de los últimos años, tipo AVA y Gescartera, ni se ha metido nunca contra las grandes empresas españolas, tipo Tabacalera y el caso Alierta. Apenas se conoce una sanción de cierto peso como la que le puso en su día a Credit Suisse por operar irregularmente con Endesa o a Deutsche Bank por algo similar.

Pero en esta semana ha quedado demostrado que su voz tiene cada vez menos eco entre la gente de la calle pese a su advertencia por cuidar de la salud de los ahorradores. Desde que en noviembre del pasado año bancos y cajas se lanzaran a vender emisiones de preferentes para sacar dinero de debajo de las piedras con el que saciar la sed de liquidez, el organismo que preside Julio Segura ha alertado de la toxicidad de este producto a medio camino entre la renta variable y la renta fija, sin ningún éxito.

Prueba de ello es que esta semana Santander, Caja Madrid y La Caixa han cerrado sus emisiones con total éxito. Ni más ni menos que han captado 8.000 millones de euros, casi todo lo que han ahorrado los españoles en el último año, según los datos del Ministerio. Una demostración de que el rodillo de la banca lo puede todo y un fiel reflejo de que la CNMV no llega al inversor de la calle.

Porque claro, lo que se dice claro, el supervisor lo ha sido como nunca. La CNMV ha alertado de que las preferentes tienen unos riesgos mucho mayores que los de las acciones porque se trata de un producto complejo, sin liquidez, cuyo valor puede verse disminuido por decisión de la empresa y, que para más inri, no está respaldada por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Y si encima el banco o caja entra en pérdidas, el inversor no ve un duro.

Por advertir, la CNMV ha advertido hasta del nombre del producto, preferente, porque el particular, efectivamente, no tiene ninguna preferencia ni privilegio especial. Más bien al contrario. El suscriptor se sitúa en penúltimo lugar en el orden de cobro (sólo por delante de los accionistas en caso de producirse una liquidación del emisor en un proceso concursal).

Pues ni por esas. Las han vendido como churros con la promesa de rentabilidades de entre el 5% y el 7%, una remuneración muy poderosa con los depósitos al 1%, que, por lo visto, compensa asumir los numerosos riesgos de los que alerta el supervisor. Un organismo, que una vez más, no debe sentirse con la satisfacción del deber cumplido.

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